“Estoy comprometido a mantener nuestro aire y agua limpia, pero siempre recuerdo que el crecimiento económico aumenta la protección del medio ambiente. El empleo importa”, dijo la semana pasada el presidente estadounidense, Donald Trump, en el Día de la Tierra. Habló de la belleza de la naturaleza y la importancia de su preservación para las generaciones futuras. Aunque, como era de esperarse, no se refirió al cambio climático. 

En lugar de continuar la ruta para reducir y bloquear la producción de combustibles fósiles de Estados Unidos, la administración de Trump estimula la producción de estos recursos y apunta a desechar las regulaciones anticarbón emitidas por la gestión de Barack Obama.

Este 29 de abril se cumplen los primeros 100 días del nuevo mandatario y aunque es pronto evaluar su impacto global, vale la pena detenerse en los riesgos para el medio ambiente como consecuencia de su ‘política ambiental’.

Chau, Acuerdo de París

No hay que ser un experto en cambio climático para entender que la visión del mandatario de Estados Unidos en torno a temas ambientales es sesgada, limitada al concepto de los recursos ilimitados del planeta y a que la Tierra puede en todo momento recuperarse de los daños que han sido causados por el ser humano. En su agenda no existe el desarrollo sostenible, al menos no en el concepto esperado. El carbón marca su brújula.

Trump planea reducir el presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) en 31% y eliminar así los programas de investigación y prevención del cambio climático en todas las dependencias del gobierno federal. Dio instrucciones para revertir el curso del Plan de Energía Limpia impulsado por Obama en el 2014, que obligaba a los estados a limitar las emisiones de dióxido de carbono en las centrales eléctricas de carbón.

Como se recuerda, Estados Unidos se comprometió a reducir los gases de efecto invernadero en 26% para el año 2025, respecto de los volúmenes del 2005. ¿Se retirará este país del acuerdo aprobado en la COP21? Aún hay un debate en la interna estadounidense. Lo peligroso es que pueda haber un efecto Trump en otras naciones, pues si uno de los mayores emisores de gases contaminantes a la atmósfera descree y cuestiona que el recalentamiento planetario sea el resultado de la actividad humana, y que podría devastar al planeta, y deja de comprometerse a tomar medidas locales y a ayudar al resto, otros países podrían verse tentados de hacer lo mismo.

Por otro lado, el magnate dejó entrever su intención de no destinar los US$3.000 millones (comprometidos por Estados Unidos) al Fondo Verde para el Clima, que asiste a los países en desarrollo en la ejecución de proyectos contra el cambio climático. Obama transfirió los primeros US$1.000 millones.

¿Las políticas de Trump acelerarían los efectos climáticos?

Según el especialista mexicano Simone Lucatello, “cambiarían los patrones de las lluvias, la deforestación y la pérdida de la biodiversidad comprometerían nuestra capacidad de producir comida y fibras, muchas áreas urbanas quedarían bajo agua, forzando movimientos migratorios masivos hacia el Norte del mundo, y nuestras fuentes de energía se degradarían rápidamente. Además, la cantidad de agua potable disponible disminuiría por debajo de los niveles de necesidad básicos y con ello podrán aumentar enfermedades y epidemias”.

¿Nos debe importar a los no estadounidenses la postura de Trump?

Sí, en tanto que para él, el bienestar de sus compatriotas depende en gran medida de recursos naturales no solo del territorio americano sino también de la explotación de otras zonas del planeta donde Estados Unidos tiene influencia geopolítica.

Si damos una mirada a su programa político y económico veremos que el propósito de Trump es impulsar la industria estadounidense con alta intensidad de carbono, sin ninguna consideración hacia el medio ambiente. Esto sería peligroso para América Latina, en un contexto de neoextractivismo. Expertos ambientalistas de la región consideran que la política de regreso al uso intensivo del petróleo y de los combustibles fósiles va en línea con la política de depredación y degradación ambiental que varios países del continente han emprendido hace pocos años para satisfacer la demanda de commodities a nivel global y, en particular, con la demanda de bienes de China.

Marcha por el Clima

Los dislates, disparates e intenciones del gobernante estadounidense han generado preocupación e indignación en científicos, académicos, ambientalistas, sociedad civil y ciudadanos. Estos últimos, sin ser activistas se van sumando a las manifestaciones globales a favor de la lucha contra el cambio climático. La semana pasada, miles de científicos y organizaciones civiles se manifestaron contra Trump por el recorte financiero a la investigación científica.

Hoy, sábado 29 de abril, muchos más se sumarán a la Marcha por el Clima, contra las medidas de Trump, la industria de los combustibles fósiles, la emisión de gases efectos invernadero, la contaminación de los bosques, ríos y mares. Por el derecho a vivir en un medio ambiente sano.


(Ilustración cabecera: www.miltfriggee.com)


También puedes leer:

Así protestaron científicos contra Trump

Trump firma decreto que desbarata la política ambiental de Obama

Trump y la “puesta a prueba” del Acuerdo de París

El acuerdo histórico en París y sus claves: objetivos, mitigación, vinculación y financiación

¿Por qué cuesta invertir en la adaptación al cambio climático?