“No tenemos agua ni comida”, dijo a LaMula.pe Donalmiro Cruz Chero (32 años) desde el caserío Narihualá, ubicado en el distrito piurano Catacaos, a 5 kilómetros del centro de éste. Aquí, más de 400 personas se han refugiado en el complejo arqueológico Narihualá porque el desborde del río Piura inundó sus casas.  


La escasez de agua potable, alimentos y medicinas es evidente por la obstrucción de carreteras. Hay una mujer embarazada (Ángela Valverde, de 28 años) a punto de dar a luz y niños con enfermedades a la piel y al estómago, así como con picaduras de zancudos bajo una temperatura de 31° Celsius en el día e intensas lluvias durante la madrugada.


Los techos de sus viviendas no fueron suficientes para mantenerse a salvo y secos. El agua enlodada y fétida llega hasta los 2 metros de alto, es por eso que algunos de los ciudadanos de los caseríos Pedregal Chico, Pedregal Grande, Molino Azul, La Campiña y Narihualá, que se instalaron en el sector del margen derecho del río Piura, se han trasladado a la cima de la huaca. Otros se resisten a abandonar sus casas empantanadas.

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