El jueves último, un día antes de su asunción de mando, Donald Trump terminó de conformar el nuevo gabinete presidencial de los Estados Unidos. Las críticas por la elección de sus integrantes no se hicieron esperar. Lo más cuestionable es que no escogió a ningún integrante hispano, a pesar de que esta comunidad es la primera minoría, con casi 55 millones de personas, al que no sucedía en la mayor potencia mundial desde 1988, es decir, hace 29 años.  

Para el 17% de la población estadounidense, que es lo que representan los latinos en EEUU, el equipo de Trump es la confirmación de la postura antiinmigración que ha propugnado el magnate en su campaña, en la que insultó a mexicanos y hasta prometió deportar a millones de migrantes sin papeles y construir un muro en la frontera con México.

El estratega republicano Sean Spicer afirmó que, para su gabinete, Trump "está reclutando a los mejores y más inteligentes". En contra de esta opinión, Arturo Vargas, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (NALEO), calificó este hecho como un "histórico retroceso para la nación" en un comunicado.

Las 22 personas nominadas para ocupar cargos de gobierno, que aún deben ser ratificados por el Senado, son en su mayoría magnates, exmilitares y empresarios; de los 15 puestos con rango de ministro, 13 los ocuparán blancos (con excepción del secretario de Vivienda, el afroamericano Ben Carson, y su colega de Transporte, Elaine Chao, de origen taiwanés), y solo hay dos mujeres.

Así, este podría ser el gabinete menos diverso y más rico en la historia de EEUU, con una fortuna en total que ascendería a 35.000 millones de dólares, según el portal politico.com. Pero además el más controversial, por los cuestionamientos que pesan sobre varios de sus integrantes, debido a los conflictos de interés que tienen, a sus posiciones extremas o por la falta experiencia de gobierno.

Estos son los más criticados: 

Rex Tillerson (secretario de Estado). Es cuestionado por sus vínculos con el presidente ruso, Vladimir Putin, y por no tener experiencia política exterior.

Tom Price (Salud). El representante de Georgia en el Congreso desde el 2005 es criticado por invertir en acciones de seis farmacéuticas para luego impulsar una legislación en el Congreso que las beneficiaba.

Andrew Puzder (Trabajo). Empresario que es sindicado por diversos sindicatos laborales de ser un ferviente opositor al aumento del salario mínimo.

Scott Pruitt (Agencia de Protección de Medioambiente). Se le critica por su escepticismo sobre el cambio climático y sus consecuencias en el mundo.

Betsy Devos (Educación). Es una empresaria que está a favor de la privatización de la educación pública.

Rick Perry (Energía). En el 2011, declaró en las primarias eliminar el departamento para el que está nominado.

Mike Pompeo (Jefe de Agencia de Inteligencia, CIA). El legislador por Kansas acusó a los líderes religiosos musulmanes de ser “cómplices potenciales” del terrorismo por supuesto “silencio” frente a los atentados yihadistas.

El llegada a la Casa Blanca de Trump, desde el inicio, supone grandes diferencias con su antecedor, Barack Obama, quien fue el primer presidente negro de EEUU y puso en puestos clave a afroamericanos, como sus dos fiscales generales, Eric Holder y Loretta Lynch, y contó con varios hispanos en su equipo de gobierno, como sus secretarios de Trabajo, Tom Perez, y Vivienda, Julián Castro, así como algunos de sus más estrechos asesores, como Cecilia Muñoz, consejera en temas de política interna.

(Imagen de portada: EFE)

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