Para muchos, Fidel Castro, quien falleció este 25 de noviembre en La Habana, a los 90 años de edad, será recordado, sin duda, como una de las mayores figuras del siglo XX. Nacido el 13 de agosto de 1926, en Birán, la historia del líder cubano se empezó a fraguar en 1953, con el asalto al Cuartel Moncada. Fue condenado a prisión. Luego fue indultado gracias a la presión de la opinión pública. Se exilió en México. Ahí planeó la invasión guerrillera de 1956. Encabezó la Revolución Cubana, que triunfó el 1 de enero de 1959, con el derrocamiento de Fulgencio Batista.

La trayectoria de Fidel Castro se inició como un sueño de justicia para desafiar lo establecido. Fue un referente del socialismo y de la lucha por la dignidad de los pueblos frente al poder abusivo. Pero con los años, y como pasa con casi todos líderes que concentran todo el poder en sus manos por mucho tiempo, terminó siendo todo lo que combatió. Su gestión se fue desgastando hasta ser calificada como una dictadura, y su régimen fue acusado de oprimir a su pueblo, de perseguir y encarcelar opositores, de no permitir la disidencia y de violar derechos civiles y humanos.

Sobre Fidel se ha dicho y escrito mucho. Pero hay un documental, realizado por Gianni Minà en 2013, en el que se puede ver a un Fidel sincero, sencillo, realista, hablando de los presos políticos, de los "disidentes", de los problemas y desafíos de Cuba, de sus avances, de la salud y la educación en la isla. Lejos de ese "mito" que se construyó alrededor de su figura, de esa leyenda que hasta el año 2006 sobrevivió a 638 intentos de asesinato, según el Record Guinnes.

"Condenadme, no me importa, la Historia me absolverá", dijo en 1953, durante el juicio por el frustrado asalto que encabezó contra el cuartel Moncada. Más de 60 años después su impronta sigue generando debate y polarizando, pero lo cierto es que, tras batallar más de medio siglo, murió sin lograr ese igualitarismo imposible y sin poder construir esa Cuba socialista y próspera que soñó cuando derrocó a Batista en 1959.

En Perú, el analista político Juan de la Puente, en su cuenta de Facebook, hizo un balance –"los balances impiden que el hígado colonice nuestro cerebro", dice– de lo que para él significó Fidel:

"Fidel Castro ha muerto y estoy entre quienes le reconocen su indiscutible aporte de la dignidad de América Latina y a la justicia social. Puedo explicarme que no se lo reconozcan precisamente quienes no entienden esos dos valores históricos negados a los pueblos latinoamericanos. También siento que hay varios “fideles” como hubo varios Perón, Haya, Pepe Figueres, Balaguer, Betancourt, u otros caudillos cuya actividad política cubrió décadas y encabezaron movimientos generacionales. Es fácil para los que lo odian obviar ese hecho para confirmar su rechazo. Para alguien que ha vivido la política intensamente desde los 13 años, sobre Fidel me interesa un juicio que no debe obviar ni la razón ni el corazón. Siento que con Fidel aprendí dignidad, patria grande y solidaridad política con los pueblos, pero también que no habrá nada de eso si el régimen que lo propugna no garantiza democracia para todos, pluralismo, derechos, y libertades".

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