"America needed a hero? What kind of hero?" Un día después de conocerse el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses, ambas preguntas pueden constituirse como un punto de partida para indagar sobre las razones de una victoria que ha atemorizado a muchos inmigrantes que residen en el gigante de América del Norte.
EL ARTE DEL MARKETING POLÍTICO
Hace poco más de ocho años, muchos consideraban imposible que un afroamericano pudiera convertirse en un inquilino de la Casa Blanca. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Por qué el escenario cambió radicalmente? Dos son las claves: el marketing político y una lectura adecuada del momento histórico. Obama entendió lo que buscaban los votantes.
"Estados Unidos vivía la resaca de la más grave crisis económica originada el 2007 que profundizaba aún más la depresión de la que aún no se recuperaba tras los ataques a las torres gemelas que devastó el alma de la nación. El país era como una herida abierta con alcohol encima. Ardía de escozor. Por ello el mensaje de esperanza y cambio personificado por un Obama joven, locuaz, apasionado, brillante, lúcido y distinto a la clase política, terminó poniendo al país y al mundo a sus pies", señala Henry Rafael, director del Instituto de Comunicación Política y Gobierno en un artículo publicado a finales de octubre.
Trump, aunque suene irónico, emuló a Obama. Los tiempos cambiaron y hoy los estadounidenses buscan un líder distinto. Un personaje que les devuelva la seguridad en un contexto de terrorismo internacional y matanzas en universidades. A ello sumémosle la impaciencia que genera una lenta mejora económica. Quienes ayer votaron por el magnate ya no quieren esperanza sino un cambio radical.Y en ese panorama aparece un hombre que justamente por su desparpajo y procacidad empieza a ganar adeptos. Rafael lo explica así:
"[Tenemos] No a un político sino a un personaje que ante los escándalos de sus insultos a mujeres, responde con el cinismo y la vulgaridad de Deadpool, ante los escándalos sobre el manejo de sus riquezas, responde con la imagen arrogante del Tío Sam, ante los ataques se convierte en Capitán Cavernícola".
Así, el empresario, afirma el analista político, encarna un patriotismo hollywoodense, es decir, un patriotismo visceral que se expresa en su lema "Make America great again".
EL FACTOR SOCIAL Y CULTURAL
En abril de 2010, Noam Chomski compartió una interesante reflexión sobre la problemática social de Estados Unidos. Fisuras que podían ser aprovechabas por una personaje con carisma, dispuesta a exacerbar el enfado ciudadano con tal de ganar.
"Si alguien carismático y honesto aparece, este país está en un gran problema debido a la frustración, decisión, la justificada furia y la ausencia de una respuesta coherente. ¿Qué se supone que piensen las personas, si alguien les dice 'Yo tengo la respuesta, tenemos un enemigo'? Fueron los judíos. Ahora serán los migrantes ilegales. Nos dirán que los hombres blancos son una minoría perseguida", señaló el filósofo y lingüista.
La profecía se cumplió. A muchos de los estadounidenses blancos les deleitó el discurso xenofóbico contra los migrantes latinoamericanos, a quienes se les acusaba de 'robarle el trabajo a los ciudadanos más tradicionales'.
El tema de la 'blancura' también fue tocado por Michael Moore en su artículo 'Cinco razones por las que Trump va a ganar las elecciones', publicado a finales de octubre. Para el cineasta, el hombre blanco estadounidense tiene miedo por su hegemonía frente a las mujeres y otros grupos de o población como los afroamericanos y la comunidad LGTBI.
"Tienen la sensación de que se les escapa el poder de las manos, de que su manera de hacer las cosas ya no es la manera en la que se hacen las cosas. La 'feminazi', ese monstruo que, como dice Trump, 'sangra por los ojos o por donde sea', nos ha conquistado y ahora, después de haber tenido que pasar por ocho años en los que un hombre negro nos ha dicho qué hacer, ¿se supone que tenemos que aguantar ocho años en los que una mujer nos mangonee? ¡Después de eso serán ocho años de gays dirigiendo la Casa Blanca!", escribe el director de Bowling for Columbine.
Dicho de otra forma: Trump le dio forma a los miedos de un sector importante de la ciudadanía. Y cuando conoces a tu 'enemigo' es más fácil lanzarte a combatirlo.
UNA CANDIDATA QUE NO ALZÓ VUELO
Si bien muchos consideran que Hillary Clinton era muy superior a Trump en términos de experiencia política, adolecía de una gran cualidad: no movía los corazones de sus votantes. Como ya los hemos mencionado, los votos no se definen por la 'razón pura'. La exsecretaria de Estado no tenía el carisma ni la oratoria de Obama. Características necesarias para impulsar a los ciudadanos a levantarse temprano, cambiarse e ir a votar. Sin una emoción palpitante, las piernas no se mueven. En este punto, Trump tenía la ventaja y por eso no se cansaba de repetir su eslogan 'Make America great again'. Una frase que catapultaba las emociones.
Otra desventaja que tuvo la demócrata fue su contienda con Bernie Sanders. A pesar de que el socialdemócrata apoyó a su rival tras reconocer su derrota, la sensación que quedó fue de un favoritismo hacia Clinton de parte de las cabezas del Partido Demócrata. Y ello se agravó más tras una filtración de correos electrónicos de la agrupación política hecha por Wikileaks.
Esta circunstancia pudo haber generado lo que Moore denomina el "voto deprimido" y que se traduce en una poca capacidad de endose.
"Significa que el votante no se lleva a cinco personas con él para que voten también, que no se ha presentado como voluntario para hacer campaña 10 horas al mes de cara a las elecciones y que no contesta con emoción cuando le preguntan por qué va a votar a Hillary", explica el documentalista.
¿Habría sido distinto el desenlace si Trump se hubiese enfrentado a Sanders? Difícil decirlo. Lo que sí es cierto es que ambos representaban posturas radicalmente opuestas. El exsenador por Vermont postulaba un Estado de servicio a las grandes mayorías y alejado de los designios de Wall Street. Una visión muy diferente a la de Clinton, cuya candidatura, en lo económico, no marcaba un cambio de modelo.
[Foto de portada: Efe ]
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