Ha fallecido la escultora Lika Mutal, una artista de una enorme sensibilidad y con un amor por nuestro país pocas veces visto. Además, fue uno de los más importantes referentes contemporáneos de esta disciplina en la escena artística peruana. Mutal nació en Holanda en 1939 y, a pesar de haberse formado como actriz, al llegar al Perú decidió estudiar escultura en la Escuela de Artes Plásticas de la PUCP, bajo la tutela de Anna Maccagno.

'morada', 1979.

En sus inicios, trabajó en arcilla, madera y acero, pero después de conocer a Juan Arias, un escultor de piedra local que Maccagno trajo para que enseñara técnicas básicas a los alumnos, decidió trabajar sólo en piedra. En esta primera época, Mutal se sentía estimulada por los retos técnicos de la talla. Sentía, además, que la piedra era estática y necesitaba que se le diera vida. Así creó obras de gran virtuosismo que completaba con partes móviles. Sentía que 'la piedra se revelaría a sí misma a través de la técnica que usaba para tallarla'.

Arias se convirtió en su amigo y mentor. Su influencia la señala la misma Mutal: "en tres minutos me enseñó lo que ha permanecido conmigo desde entonces: no use guantes porque interfiere en su forma de sentir la piedra; mire su trabajo, no su martillo o su cincel; y trabaje por encima o por debajo de su abdómen para proteger sus riñones". Fue él quien la introdujo en la multifacética personalidad de la piedra y, más importante aún, fue él quien le enseñó que la piedra está viva.

Al escribir sobre la obra de Mutal, Mario Vargas Llosa resaltó "esa extraña alianza de unas formas determinadas por la destreza y fantasía de la artista y del ser intocado de la piedra coexistiendo en el mismo objeto, ejerce una intensa seducción".

'Espejo De Piedra',  2015.

A pesar de la clara conexión de su trabajo con las tradiciones del Perú antiguo, la escultora fue reticente a aceptar esa influencia. "Tenía miedo de que si iba a Cusco me paralizaría, y no trabajaría nunca más", contó alguna vez. "Creo que uno debe tener mucho cuidado con las influencias. Uno tiene que ser muy maduro para soportarlas".

Tal vez su trabajo más importante sea la instalación-memorial-escultórica 'El ojo que llora", que se construyó en conmemoración del primer aniversario de la CVR. Desde 2003 – 2006/07, Mutal creó y desarrolló una obra de arte interactivo en memoria a las victimas del terrorismo. Para realizarla, contó con el apoyo de varios voluntarios que escribieron los 27,000 nombres de las víctimas registradas sobre cantos rodados. 

Detalle de 'el ojo que llora'.

La historia de esta obra, como la de nuestra memoria reciente, es una accidentada. El memorial ha sufrido más de un atentado donde ha sido pintado de naranja y se han removido violentamente los cantos rodados. Estos hechos han sido realizados a lo largo del tiempo por sectores conservadores, integrados por el fujimorismo y por simpatizantes de las fuerzas armadas, quienes lo consideran un "monumento al terrorismo".

El antropólogo Javier Torres Seoane, presidente de la Asociación Caminos de la Memoria (quienes están dedicados a proteger y mantener el Ojo Que Llora), cuenta que la posición de Mutal sobre su obra evolucionó con el tiempo. "Ella era principalmente una humanista, y veía al memorial desde esa perspectiva y no una tan ideológica. Lo pensaba como un lugar para que las víctimas puedan encontrar cierta paz", dice.

'el Ojo que llora', 2003.

"Con el tiempo ella entendió que el lugar también debía ser apropiado por las víctimas. Y cuando hubo estos ataques tomó una posición fuerte para defenderlo. Pues este espacio iba contra la historia oficial que quieren impulsar ciertos grupos de poder", añade Torres.

Con esta obra, Mutal construyó un verdadero 'espacio en disputa'. Un logro del que pocos artistas se pueden preciar.

Nuestras más sinceras condolencias a sus seres queridos.


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