La vida y, en parte, la obra de Luis Hernández Camarero es un pequeño misterio. Una de las figuras más importantes de la que fue denominada la "Generación del 60", la poesía del médico de profesión tiene tanto dosis de humor y coloquialidad como de erudición y reflexión profunda.
Uno de los datos que lo han hecho más conocido es que -más allá de "Orilla" (1961), "Charlie Melnik" (1962) y "Las constelaciones" (1965), los tres geniales libros que publicó en vida- Hernández escribió la mayor parte de su obra en los setentas, en unos cuadernos que él mismo preparaba artesanálmente para luego regalarlos a algunos cuantos escogidos entre amigos, familiares y uno que otro paciente de su consultorio en Jesús María.
De la destreza lírica formal de los libros, a la urgencia y la búsqueda de diluir las barreras entre lo consagrado y lo masivo de los versos de sus cuadernos se dice que hay un contraste gigante. Como si fueran la producción de dos personas distintas, aunque con las mismas obsesiones, y un profundo espíritu moderno de guía.
Estos cuadernos, luego de muchos años desaparecidos, fueron compilados y publicados en Internet por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Esta colección la puedes ver aquí.
Es con ella con la que el catedrático norteamericano Anthony Geist (quien había quedado intrigado por los versos “Hoy das/ Al mar/ De Agua Dulce/ El único relato/ Solamente/ Que ahora/ Es tu cuerpo vencido/ Un tiempo…”) tuvo la oportunidad de investigar más profundamente la obra de Hernández.
Como cuenta al diario El Comercio, al leerlo "se le intuía un poeta cariñoso, irónico y angustiado a la vez. Era culto, conocía la poesía española clásica y contemporánea, así como las poesías inglesa, alemana y francesa. Tenía erudición".
Para él, Hernández utiliza un tono nostálgico y construye sus versos sobre frases incompletas para que el lector se involucre en la construcción del poema.
Hernández Camarero murió en Buenos Aires en 1977. Había viajado a Argentina para tratarse psiquiátricamente de una enfermedad mental que lo aquejaba. Las circunstancias de su muerte no son claras, unos dicen que se lanzó a las vías del tren en la estación de Santos Lugares, otros que sufrió un accidente.
Si la primera versión de los hechos es la real, este episodio sería una amarga ironía, pues él mismo habría escrito años antes el poema 'A un suicida en una piscina', que empieza así: “No mueras más/ Oye una sinfonía para banda/ Volverás a amarte cuando escuches/ Diez trombones/ Con su añil claridad”.
En agosto del año pasado, Geist terminó la traducción de la obra de Hernández y publicó (con el apoyo tanto de los hermanos del vate Max y Carlos como de la biblioteca de la PUCP) “The School of Solitude” (“La escuela de la soledad”), la primera vez que su producción se podrá leer en inglés. La selección consiste principalmente en versos extraídos de la colección de cuadernos, además de algunas piezas inéditas.
Los comentarios favorables de voces internacionales no tardaron en llegar. Como cuenta El Comercio, “The School of Solitude” fue seleccionado entre los cinco semifinalistas del Premio PEN de la Asociación Mundial de Escritores con sede en el Reino Unido. En abril pasado, también, fue incluido en la lista de los "100 libros imprescindibles" del prestigioso blog Book Riot.
“Se trata de hacer justicia a un poeta escasamente difundido, cuya erudición y sentido de la ironía son únicos”, comentó al diario Geist, quien también anunció que planea visitar Lima para presentar el libro. Esperamos su llegada para agradecerle por el importante trabajo de compilación y difusión realizado.
(Foto de Portada: 'Volvo Vuelve', collage de Jaime Domenack)
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