El polémico candidato republicano para las elecciones generales de EEUU, Donald Trump, ha construido una gran parte de su campaña y en consecuencia, captado el interés del electorado, utilizando su reputación como empresario, su éxito en el sector inmobiliario y su supuesta capacidad para firmar acuerdos comerciales. Sin embargo, por medio de la sentencia de un juez, los estadounidenses han podido evidenciar una grieta en uno de sus negocios, la Universidad Trump, envuelta en varias demandas por fraude.
Frente a ello el magnate, que rechaza las acusaciones, declaró que el magistrado tomó la decisión contra él 'por odio' y que preferiría haber acordado una compensación con los demandantes sin tener que pasar por los tribunales. A pesar de ello, esta primera etapa del proceso ha significado la derrota para el político neoyorquino puesto que, según documentos clasificados, la Universidad Trump nunca fue registrada como institución educativa y se comprobó que prometía una enseñanza que después no recibieron los estudiantes.
En ese sentido, Ronald Schnackenberg, uno de los especialistas en ventas que trabajó para la entidad creada en el 2004 y con más del 93% de participación de Trump, denunció:
"La Universidad Trump era un sistema fraudulento que se aprovechaba de los alumnos más mayores y con menor nivel educativo para separarles de su dinero ".
Entre las promesas de sus anuncios publicitarios, que hacían referencia a su programa de televisión The Apprentice, se afirmaba que los profesores serían 'escogidos personalmente' por él, aunque cuando se le preguntó sobre ello frente a los tribunales, no supo decir el nombre ni los apellidos de ninguno de ellos.
El magnate trató de defenderse inútilmente diciendo que las demandas corresponden a un grupo insatisfecho de estudiantes que no representan la opinión de la mayoría.
Según unos documentos internos publicados, la estructura de la universidad estaba basada en seminarios que tenían lugar por todo el país y a los que llegaban hasta 500 participantes embelesados por la figura de éxito de Trump. Es así que otra de las promesas garantizaba conocer al empresario. Una vez cautivados, los comerciales intentaban convencerlos de que se matriculen para asistir a cursos superiores valorizados entre 5.000 y 35.000 dólares. La universidad aseguraba:
"Enseñamos la técnica de cómo utilizar el dinero de los demás. Hagan saber a los clientes que han encontrado la solución a sus problemas ".
Según Corinne Sommer, quien trabajó para la institución entre mayo y octubre del 2007 como coordinadora de eventos, el negocio de Trump era un fraude:
"El objetivo de la Universidad Trump era más vender que proporcionar servicios educativos de calidad (...) El personal solo daba información suficiente como para hacerte comprar el curso del siguiente nivel ".
Cinco años después de su retiro de la universidad, declaró ante un juez que 'muchos de los profesores carecían de experiencia en el sector inmobiliario' y que algunos de ellos 'ni siquiera habían comprado una casa'. Asimismo dijo que el interés estaba en 'vender los seminarios más caros' por lo que usaban prácticas 'agresivas' que provocaban que sus clientes se endeudaran al máximo con sus tarjetas de crédito, inclusive si en ese momento estaban viviendo en la calle. En ese sentido, cita a uno de sus colegas:
“No te preocupes, recuperarás tu dinero en la primera o dos primeras ventas”.
Por otro lado explicó cómo la institución del magnate atrajo a centenares de personas a sus seminarios:
"No creo que la Universidad Trump enseñara los ‘secretos’ de inversión de Trump. Él venía de una familia rica y tenía recursos para comprar edificios, algo que el consumidor medio no tiene. Ése es el secreto ".
Cabe indicar que según las declaraciones juradas, una gran parte de los estudiantes eran hombres de entre 40 y 48 años. Además, también informaron que los comerciantes buscaban a aquellos que tuvieran cierto nivel de ingresos como para poder costear los cursos clasificados como de 'élite' y en consecuencia, más costosos.
Por su parte, Michael Saxton, uno de los ejecutivos de la universidad, declaró también frente al juez que se le ocurrió la idea de crear el negocio mientras veía un capítulo de The Apprentice:
“Pensé que sería una manera muy efectiva de conectar con los futuros alumnos".
Es así que contactó con Trump, por medio de su cuñado, y causó el interés del magnate quien decidió invertir personalmente en la empresa y participar en la supervisión de los anuncios para conseguir nuevos alumnos:
"Es el equivalente de poner un cartel diciendo que esto es el Hospital Trump, cuando no lo es, y las personas que atienden no son médicos ni enfermeras ".
La Universidad Trump nunca fue registrada en ningún Estado como institución educativa. Este es uno de los principales argumentos del fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, que encabeza desde el 2013 una acusación por fraude contra el magnate, la misma que podría terminar en una multa de hasta 40 millones de dólares. Al respecto, señaló:
“Si dices que vas a enseñar los secretos de Donald Trump y luego él no tiene ninguna implicación en la redacción de los materiales, eso es un fraude.Este es un caso de fraude de arriba abajo, no se trata de una acusación política”.
Actualmente la Universidad Trump ya no existe pues dejó de funcionar en el 2010, luego de la presentación de la primera demanda colectiva.
(Con información de elpais.com)
(Foto de cabecera: internet-us.com)
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