En medio de la coyuntura política que viene afectando a la actual presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, la llama olímpica aterrizó hoy en Brasilia procedente de Ginebra, la primera escala de un viaje por todo el país antes del inicio de los Juegos de Río 2016. Quizá este haya sido el último acto público de la mandataria. 

En su discurso, Rousseff dedicó unas palabras a la crisis que ha remecido hasta los cimientos de su gobierno. Es así que reconoció que atraviesa por un 'periodo crítico', al mismo tiempo que defendió la democracia:

"Sabemos las dificultades políticas que atraviesa el país. Es un período crítico, muy difícil en nuestra historia. Tengan la certeza que el pueblo sabrá proteger su democracia". 

Más adelante hizo un llamado a la paz y asumió que los brasileños están listos para recibir los Juegos, a pesar de la escalada de violencia policial en las favelas y las denuncias de organizaciones civiles por unas posibles ejecuciones extrajudiciales:

"Dejemos que esta llama guíe toda humanidad. Estamos preparados para atender las elevadas expectativas durante los Juegos. Hago un llamamiento a la paz. La llama es un símbolo de la paz".

El símbolo fue recibido por la presidenta para prender la antorcha en el Palacio de Planalto, su centro de operaciones que deberá abandonar la siguiente semana si el Senado decide suspenderla para iniciar el juicio por irregularidades en las cuentas públicas. 

En el caso de que la Cámara Alta interrumpa su mandato, Rousseff deberá esperar la sentencia final en la residencia presidencial, el Palacio de la Alvorada, por hasta 180 días y cobrando la mitad de su salario. 

Finalmente, si se aprueba el juicio político, la presidenta será reemplazada por su vicepresidente, Michel Temer, el jefe de la mayor fuerza local: PDMB, que hasta marzo formó parte de la coalición de gobierno y al que la mandataria acusa de 'traidor' y 'líder de un golpe parlamentario en curso'. 

(Con información de infobae.com)

(Foto de cabecera: posta.com.mx)