Verónika Mendoza nos recibió en su casa de Jesús María. Mientras acomodábamos las cámaras para la entrevista ella terminaba de calentar la comida de su hija. Lucía relajada, parecía que había descansado después de meses de campaña, aunque como ella misma asegura, estarán presentes en esta segunda vuelta haciendo una campaña activa para que el fujimorismo no vuelva al gobierno y consolidar al Frente Amplio como una oposición firme al próximo Gobierno desde el Parlamento y desde la ciudadanía. 


Entrevista: Rolando Toledo / Video e imágenes: Gianmarco Castillo


Ya más descansada, ¿cómo ves el escenario político que se abre después de los resultados de la primera vuelta?

Bueno, sentimientos encontrados. Por un lado una gran satisfacción por lo avanzado, por lo construido que vamos a seguir fortaleciendo. Tenemos enorme expectativa e ilusión respecto a lo que podemos seguir consiguiendo hacia adelante con el Frente Amplio, con toda esta ciudadanía que ha despertado, que nos demanda, incluso ahora, muy insistentemente espacios para debatir, para participar en esta segunda etapa de la campaña. Pero por otro lado, también gran preocupación por el escenario que se ha configurado en esta segunda vuelta y lo que podría ocurrir en nuestro país. Una reflexión un poco más detenida, me llevó a pensar que en este escenario quien la tiene mucho más fácil es la señora Fujimori, y que tenemos que hacer muchos esfuerzos para evitar que eso ocurra, porque, yo particularmente y quienes estamos en Frente Amplio, asumimos y entendemos que un escenario de victoria de la señora Fujimori sería nefasto para nuestro país. En términos de memoria histórica, en términos simbólicos, que la hija del dictador que tanto daño hizo a nuestro país pueda gobernar es realmente aterrador.


Sobre todo contando con mayoría absoluta en el Congreso...

Claro, en ese momento no teníamos aún los resultados que vamos viendo ahora respecto a lo que va a ocurrir en el Parlamento. Y sí, resulta sumamente preocupante. Al mismo tiempo también tengo la imagen impregnada en mi memoria de la última movilización contra el fujimorismo, multitudinaria.

Es muy preocupante, porque con tanto poder en el Parlamento, y eventualmente en el Ejecutivo si es que se diera el caso, sabemos también que en ciertos medios de comunicación y en algunos ámbitos del Poder Judicial podrían fortalecer también su presencia y por supuesto, la tentación autoritaria va a estar al acecho, más aún con los antecedentes del Fujimorismo, no solamente de la década del 90, sino los más recientes. Yo los he visto, los he vivido en el Parlamento, conozco un poco su temperamento. Al mismo tiempo me reconforta saber y haber visto en las últimas movilizaciones contra el fujimorismo, que hay una ciudadanía consciente, con memoria, movilizada, capaz de organizarse, de convocar y de defender sus derechos. Y que también viene como continuidad de todo un proceso que, creo yo, se ha ido fortaleciendo en los últimos años, desde las movilizaciones esencialmente juveniles, no únicamente contra la repartija de este último Congreso que en su momento creyó que podría repartirse el Tribunal Constitucional, el Banco Central de Reserva como si fueran sus chacras. Luego contra la 'ley pulpín'. Hemos tenido varios momentos de activa, potente movilización ciudadana que nos dan de alguna manera la serenidad y la garantía de que la gente ‘no se va a dejar’, por decirlo de alguna manera.

Entonces, creo que se van configurando equilibrios. Y por supuesto nosotros, como Frente Amplio, desde el Parlamento con nuestra bancada, que será la primera fuerza de oposición, vamos a estar también muy activos.

¿Qué significaría para el Perú que triunfe Keiko Fujimori en segunda vuelta?

Primero que nada en términos de memoria histórica sería nefasto, porque sería como negar todos los hechos de asesinato, tortura, sería como darles una cachetada a las familias, a las mujeres víctimas de esterilización forzada. Sería asumir que no tuvo mayor gravedad el hecho de que se compraran medios de comunicación, de que se tuviera un grupo paramilitar, o sea, sería negar toda esa parte de nuestra historia y, por lo tanto, correr el riesgo grave de que se vuelva a repetir. Porque la garantía que tenemos en estos momentos de que cosas como esas no se vuelvan a reproducir es porque recordamos lo que pasó. Sabemos los riesgos de una fuerza política con demasiado poder, sin contrapeso, sin equilibrios, pero si es que olvidamos eso, el riesgo va a estar aún más latente.

Por eso, yo he adelantado ya y lo hemos dicho varios en el Frente Amplio, que parte de nuestra tarea en esta segunda etapa del proceso electoral va a ser trabajo de memoria, recordar lo que significó el fujimorismo y lo que representa en estos momentos. Porque habría que subrayar cómo es que si bien por un lado la señora Fujimori por momentos trata de diferenciarse de ese pasado, inmediatamente salen sus principales voceros a reivindicarlo alegre e impunemente. Entonces, la amenaza está ahí y tenemos que estar muy atentos y vigilantes para evitar que esté más al acecho.


Y cuando miras la composición del voto del fujimorismo, con un liderazgo claro en los sectores D y E así como en el voto rural, ¿qué significado le das?

Lo que yo leo ahí es que hay más bien una demanda de mayor presencia del Estado en zonas de nuestro territorio nacional que se sienten abandonadas, ninguneadas por parte de un Estado percibido como centralista, tecnocrático, que no los toma en cuenta. Creo que en alguna manera parte del discurso del fujimorismo ha pretendido responder a eso. Claro, el problema es que lo hace desde una perspectiva clientelar, una manera opuesta a la forma como lo planteamos nosotros en el Frente Amplio que es mayor presencia en el Estado sí, pero con profundización de la democracia, con mecanismos transparentes, empoderando a la gente y no manipulándola. Creo que ahí está la principal diferencia, pero sí, esta demanda de más presencia en un Estado más cercano a la gente, más descentralizado, se puede leer tanto en la votación del Frente Amplio como también la del fujimorismo.


En este contexto, ¿qué significa PPK?

El problema es que es bastante difícil calificarlo en estos momentos, porque no veo que haya salido a hacer campaña de manera muy activa. No ha definido su identidad en esta nueva etapa, mucho menos, como muchos esperábamos, asumir una identidad antifujimorista, por lo menos en alguna medida. No ha hecho ningún esfuerzo en diferenciarse claramente de la señora Fujimori, entonces, resulta bastante difícil discernir cuál es su rol en este momento, porque creo que él mismo no lo ha definido aún, no la tiene clara. Parece que todavía no se ha dado cuenta que él es quien está en segunda vuelta.

Para nosotros, desde el Frente Amplio, el señor Kuczynski representa también la continuidad de un modelo político, económico, social y cultural que nosotros buscábamos cambiar. Representa también la incapacidad de diferenciar la esfera pública de la privada, es una persona que toda la vida ha hecho lobbies, ha gestionado intereses, no siempre de la manera más honesta, a mi juicio, y eso también está muy marcado en el imaginario popular, nacional. En mi región, en el sur, es claramente identificado como la persona que remató nuestro gas a intereses transnacionales y, por lo tanto, responsable de que ese recurso no llegue todavía a la gente. Limpiarse de esa imagen le va a ser bastante difícil, sobre todo si no hace un esfuerzo para ello. Es un poco difícil en este momento calificarlo, etiquetarlo. Está en sus manos definir con mayor claridad su rol en esta segunda etapa del proceso electoral.


¿Pero no son iguales o son iguales? Después de lo que acabas de contarme del significado, el peso que tendría el voto por Keiko y lo que significa él, ¿te parece que son lo mismo?

En términos de política económica ciertamente son lo mismo. También ambos tienen una dosis de conservadurismo en materia de derechos sociales y derechos civiles, a pesar de la presencia de algunas personas abiertas a estas agendas en el lado de la bancada del señor Kuczynski, aunque él no las ha reivindicado necesariamente. La única diferencia está en que la señora Fujimori es heredera y continuadora de lo peor de la dictadura fujimontesinista, sobre todo en términos de corrupción y de vulneración de derechos humanos, aún cuando yo me hacía la pregunta, en una conversación similar a esta, respecto a cuánto el señor Kuczynski pondría por delante los derechos humanos en caso de que estallara un conflicto social similar al que hemos tenido en este Gobierno, alrededor de proyectos extractivos.

Yo no escuché al señor Kuczynski defender los derechos humanos cuando estalló el conflicto de Conga y murieron cinco personas, no lo escuché defender los derechos humanos cuando murieron tres campesinos en Espinar, ¿dónde estuvo él? No alzó la voz. Más bien gente cercana a él hablaba de que “bueno, eran costos de crecimiento económico”, poniendo por delante la renta, el crecimiento antes que la vida de las personas y ahí no sé cuál vaya a ser su prioridad. Repito, yo nunca le escuché alzar la voz contra la criminalización, contra la represión y contra el asesinato de personas que, pudiendo nosotros estar o no de acuerdo con ellas, simplemente ejercían su derecho de libertad de expresión y terminaron asesinadas por ello. ¿Dónde estuvo él? Nunca dijo nada. No sé si ahora, eventualmente gobernando, el presidente del país entraría también en esa lógica autoritaria. Yo creo que es un riesgo también.



Has declarado en estos días, que el peor escenario sería que gane Keiko ¿Podrías parafrasearte y decir “lo menos malo en este escenario sería que gane PPK”?

El problema es que hasta el momento el señor Kuczynski no ha tomado posición, o sea, el que tiene que diferenciarse de la señora Fujimori es él. Yo no puedo estar en su cabeza y tratar de inocular sobre lo que pudiera estar pensando, ¿no? Porque, además, muchos tenemos fresco aún en la memoria, el recuerdo del señor Kuczynski en el mitin de cierre de campaña de la señora Fujimori en el 2011 haciendo vivas no solamente a favor de Keiko Fujimori, sino vivas a favor de Alberto Fujimori, preso por violación de derechos humanos y por corrupción. Entonces, el que tiene que aclararnos cuál es su posición finalmente es él.

Repito, en ese sentido hasta el momento yo no veo que haya hecho esfuerzos. Si los hace, en hora buena y eso es lo que eventualmente evaluaremos para poder calificarlo y tomar posición respecto a un eventual reposicionamiento o nueva postura de su parte, pero hasta ahora no ha hecho ningún esfuerzo en ese sentido.


¿Cuál va a ser el rol de Frente Amplio?

Bueno, primero un posicionamiento, vamos a hacer oposición, ese es el mandato que nos ha dado el pueblo peruano. Eso significa que de ninguna manera, con ninguno de los dos candidatos, vamos a arribar a acuerdos de gobierno ni nada por el estilo, porque somos conscientes, además, de que incluso en la eventualidad de que el señor Kuczynski suscribiera una suerte de hoja de ruta o algo por el estilo, nada nos garantiza que la vaya a implementar. Entonces, vamos a ser una oposición firme, vigilante, que va a defender los derechos humanos, que va a defender la institucionalidad, la democracia y que ha planteado una agenda de debate para el país con temas que nos parecen impostergables. Somos conscientes de que va a ser difícil avanzar en ellos dentro del Parlamento, dentro de la institucionalidad estatal, pero sabemos también que podemos hacer muchos articulados a la ciudadanía desde nuestra bancada.

Vamos a incidir en la necesidad de una reforma urgente del sistema político electoral, y espero que, por lo menos, sobre eso haya un mínimo de consenso porque todos hemos criticado el último proceso electoral lleno de irregularidades e inconsistencias. Creo que eso ha puesto en evidencia que el sistema tal como está ya no da más, que hay que hacer reformas de manera urgente, en ese debate vamos a estar desde ahora, no solamente desde 28 de julio. También el tema de un combate efectivo, verdadero, contra la corrupción con mecanismos muy concretos que nosotros habíamos puesto a debate, como la imprescriptibilidad en los delitos de corrupción, la muerte civil de funcionarios corruptos, la transparencia total, mayores prerrogativas para la unidad de inteligencia financiera para que pueda revisar las cuentas de políticos y empresarios que pudieran tener alguna denuncia de por medio.

En el tema también de los derechos de nuestros pueblos indígenas, que es un tema que no está en la agenda de ninguno de los candidatos. para nosotros es fundamental defender su derecho al territorio, a la consulta previa. El tema de combatir la discriminación en nuestro país y trabajar por una mayor igualdad. Estoy pensando principalmente en la comunidad LGTBI que está viendo su agenda amenazada con cualquiera de estos dos candidatos, nosotros vamos a estar ahí en primera línea para incidir en ese debate.

También el tema del trabajo digno, como resultado de la reactivación de la economía y la diversificación de la misma, que era un tema central para nosotros, que tampoco veo que ninguno de los dos candidatos esté seriamente proponiendo. Entonces, vamos a estar muy activos en ir generando desde ya debate ciudadano y articulación ciudadana alrededor de estas agendas para consolidar movimiento ciudadano y parlamentario para poder incidir en el debate público alrededor de estos temas.


¿Dentro del contexto de la campaña de la segunda vuelta?

En general, pero lo que quiero subrayar es que tenemos que empezar desde ya, porque una de las cosas que hemos reivindicado siempre en el Frente Amplio, es que es importante hacer las cosas con la gente, darle poder a la gente, de la misma manera como elegimos a nuestros candidatos, incluida la definición de mi candidatura presidencial con participación de la ciudadanía en elecciones ciudadanas abiertas, de la misma manera como elaboramos nuestro plan de gobierno con participación de sindicatos, organizaciones sociales, colectivos culturales, etc. De la misma manera queremos construir y consolidar nuestra agenda parlamentaria para que tenga respaldo ciudadano. Siendo conscientes, además, que en el Parlamento con una mayoría aplastante fujimorista, nuestra fuerza, nuestra fortaleza va a estar en el respaldo ciudadano que podamos conseguir alrededor de estos temas. No va a bastar nuestra voz en el Congreso, porque allí finalmente lo que prima son los votos y los votos lo van a tener ellos. Nuestra fuerza va a estar entonces en el respaldo y la movilización ciudadana con la que podamos empatar alrededor de cada uno de estos temas y agendas, sino no.


¿Y en este contexto eso significa mezclar esa agenda con una propuesta de no a Keiko, para que esté en la coyuntura electoral?

Por supuesto que sí. Cuando hablas, por ejemplo, de reivindicar, defender los derechos de los pueblos indígenas sobre el derecho a la consulta previa, el territorio, es porque sabemos perfectamente que sobre ese tema en particular en cualquiera de los dos casos se van a ver amenazados, porque tenemos candidatos que siempre han puesto, y sin lugar a dudas pondrán, por delante el interés económico, rentista y mercantilista que muchas veces ha hecho que se imponga en territorios de pueblos indígenas proyectos extractivos u otros, sin diálogo con ellos, sin participación de ellos.

O cuando hablemos de defender la agenda de derechos humanos, por supuesto será también para recordar el nivel de responsabilidad que tiene en particular la señora Fujimori. A mí me preocupa enormemente, por ejemplo, lo que va a pasar con el proceso por el caso de las esterilizaciones forzadas. Eso es algo que también tenemos que poner sobre la mesa y acompañar a las víctimas para asegurar que puedan encontrar justicia y de paso recordar lo que significó en esta materia el gobierno fujimontesinista. 

 

Hablábamos de lo que había significado, lo que entendías que era el voto a Keiko, ¿qué significa el voto a Verónika Mendoza del Frente Amplio?

Yo creo que expresa un pedido, una voluntad de cambio de parte de otros sectores de la población en materia económica, en materia institucional. Creo que también hay un reclamo, y particularmente en el voto del sur, otra vez contra un centralismo tecnocrático limeño muy lejano, muy ajeno a la realidad económica y cultural de estos pueblos. El voto del Frente Amplio expresa varias cosas en realidad. Hay razones objetivas, como subjetivas, que se entremezclan, pero creo que en esencia lo que se expresa ahí es una demanda de mayor presencia del Estado, que se demanda debe ser más descentralizado, más cercano a la gente, más transparente, más eficiente, un Estado que impida los abusos de los grupos de poder, que impida los abusos de monopolios y oligopolios en distintos sectores, desde AFP hasta farmacéuticas.

Creo que también hay un rechazo, como te decía hace un momento, a este centralismo tecnocrático que no entiende bien la complejidad y la riqueza de nuestro país, que no valora esa riqueza cultural, esa diversidad, ese potencial en su diversidad. Creo que también hay un hartazgo frente a la corrupción generalizada e institucionalizada. Y finalmente también una demanda de renovación política. Hay un hartazgo frente a los mismos rostros de siempre que ya estuvieron en el Gobierno quinientas veces y no hicieron nada de lo que luego vienen a ofrecer en campaña.

Creo que también hay cosas más subjetivas si se quiere. En el voto del sur he encontrado, digamos, una suerte de reivindicación de toda una dimensión identitaria y cultural. Y eso tiene que ver quizás un poco más conmigo misma. El hecho de ser cusqueña, de ser del sur, de haber en algún momento hablado un poco quechua, también ha significado para mucha gente un reconocimiento importante en su identidad, su cultura, la riqueza de nuestra país. Creo que eso también, quizás no siendo central, es un elemento que en alguna medida ha influido en la identificación de la gente con el Frente Amplio.


¿Tú crees que lo que falta construir en el Perú es una república de ciudadanos?

Sí, yo creo que hace falta repensar nuestra nación. Todavía arrastramos las lógicas colonialistas, homogeneizantes, centralistas y hay una demanda ciudadana de incorporarse a un nuevo Estado, pero pensado de otra manera, de manera diversa, intercultural, de manera descentralizada. Todo eso está pendiente. La gente no se siente reconocida todavía en esa nación, por eso también es que nosotros hemos insistido mucho en la necesidad de un proceso constituyente. Se ha querido caricaturizar nuestra propuesta como si se tratara solamente de una nueva Constitución, un nuevo documento a ser debatido en un Parlamento. Va mucho más allá. Para nosotros significa construir un nuevo pacto político social en donde los distintos sectores de la ciudadanía, regiones, culturas, tradiciones, se sientan reconocidos en esta nación que tenemos que repensar, que tenemos que reconfigurar todos juntas y juntos en un debate ciudadano alrededor de qué país queremos construir.


¿Y cómo ves a nuestra clase dirigente? ¿Tiene una vocación republicana?

No, yo creo que hay una enorme distancia. La clase política nacional, el gran empresariado nacional, el que se constituye como referente a través de los medios de comunicación que evidentemente no reconoce, no entiende al país en su riqueza y su diversidad. Por poner un ejemplo muy concreto, ver a los principales dirigentes y voceros de la CONFIEP hablando de nuestras comunidades indígenas como gente con una pluma en la cabeza. Es una expresión casi literal de lo que dijo uno de ellos, eso expresa y revela muy claramente el desconocimiento profundo y la distancia enorme que hay entre esa clase dirigente y nuestra gente, nuestros pueblos. O cuando tú ves, por ejemplo, a un Parlamento totalmente de espaldas a la ciudadanía como cuando quiso repartirse los cargos del Tribunal Constitucional, la Defensoría y tuvo que esperar múltiples movilizaciones ciudadanas para recién despertar o reaccionar. O cuando con la “ley pulpin”, tuvimos hasta cinco movilizaciones juveniles a nivel nacional y la clase política tradicional expresada en el Parlamento, ciega, sorda, totalmente distanciada y ajena a lo que estaba pasando en la calle. Eso expresa muy claramente esa distancia enorme. Es por eso que hay una necesidad de renovar profundamente la política, que es una de las cosas que hemos querido hacer en el Frente Amplio, involucrando de manera mucho más activa, participativa y transparente a la gente en la política.


El corresponsal del diario español “Público”, tituló su reporte de la primera vuelta “El país de las castas respira tranquilo”. ¿Tú sientes que el Perú es una República de castas?

Depende por dónde lo mires. En el sentido de que sí hay una enorme distancia entre el sentir ciudadano, el sentir de las regiones, el sentir de las comunidades, de los sectores populares, sí, podríamos hablar de castas en alguna medida. Esta clase política tradicional, este empresariado limeño, más que nacional. Sí, creo que sí, todavía está pendiente un proceso de renovación, de transformación social para que podamos sentirnos todos parte de esta nación: plenamente reconocidos, identificados y valorados. Mira tú nada más lo que pasa en los medios de comunicación nacional, no expresan la diversidad y la riqueza cultural que hay en nuestro país, solamente reflejan una parte de la realidad. Entonces, creo que ahí hay una enorme tarea pendiente para construir, como decíamos hace un momento, una nación donde todos realmente se sientan incorporados, reconocidos y valorados en su justa dimensión y eso pasa también por el trabajo de memoria, de ahí la importancia de recordar y volvemos al escenario en el que estamos en este momento de segunda vuelta. Recordar lo que representa el fujimorismo y el riesgo de un retorno de este al gobierno en esta nueva etapa de nuestra historia.


Cuando tú dices, “hay que cambiar el modelo”, en el contexto de lo que me estás contando, ¿cómo lo resumirías?

Es que es un todo, son varios elementos y aristas que están en realidad totalmente imbricadas, en lo económico, lo político, lo social, lo cultural, es casi imposible separar una dimensión de otra, porque, digamos, si queremos caracterizar el modelo económico podríamos hablar de un modelo de extracción indiscriminada de recursos naturales y de dependencia de la estación de minerales en particular. Pero esa no es una caracterización económica solamente, porque viene de la mano con toda una lógica centralista y autoritaria, por lo menos así se ha implementado en nuestro país en los últimos años.

El extractivismo exacerbado no solamente ha significado extracción de minerales, sino represión, criminalización de pueblos que pedían consulta, pedían respeto por sus proyectos de vida, por sus territorios, y esa represión y criminalización se ha dado principalmente hacia sectores populares y sobre todo indígenas, lo cual te revela cuán ligadas están todas estas dimensiones.

Entonces, es un todo lo que queremos cambiar, apostando por mayor diversidad. Yo creo que una de las cosas que hemos reivindicado mucho en el debate público y político es la necesidad de entender y asumir que la principal riqueza de nuestro país es su diversidad y eso en todos los ámbitos: culturales, universidades, productiva, diversidad de términos de orientación sexual, o sea, ese concepto a mí me parece fundamental frente a estas lógicas homogeneizantes que son parte del modelo económico. Apostar más bien por reivindicar la diversidad, eso me parece que es esencial.


Hablemos de la campaña del Frente Amplio. ¿cómo ha sido hasta el día de hoy esos seis, siete meses? ¿Hubieron algunos hitos críticos?

Bueno, entre los hitos están las elecciones ciudadanas que convocamos. Primero para definir la candidatura presidencial que recayó en mi responsabilidad y luego la que convocamos para definir las candidaturas al Congreso. Han sido momentos de tensión, momentos difíciles, porque la democracia no es fácil tampoco, requiere todo un aprendizaje. Pero creo que valió la pena, porque demostramos que sí se podía, sí era posible darle el poder a la gente, que la gente pudiera participar activamente y que eso le daba mayor empuje, mayor fuerza al proceso. El hecho de que la gente se sintiera verdaderamente partícipe de la campaña incluso en la toma de decisiones más fundamentales como la definición de las candidaturas. Otra cosa que ha marcado esta campaña es la enorme solidaridad y generosidad que se ha desplegado de parte de los militantes, activistas del Frente Amplio, pero también de amplios sectores de la ciudadanía que se han sumado con todo, porque recursos no hemos tenido. O sea, no hay punto de comparación entre la campaña de ninguno de los demás candidatos que han despilfarrado millones, respecto a la campaña del Frente Amplio, que ha sido sumamente austera en términos económicos pero riquísima en términos de solidaridad, creatividad y de diversos sectores apoyando con muchísimo entusiasmo. No sé si ha habido alguna campaña más austera que la nuestra en los últimos años en el país. Eso demuestra también que no todo lo define el poder del dinero, que es como mucha gente asume la política en general y la política nacional en particular. Hemos demostrado que a la política sí se le puede devolver su verdadera esencia, que es trabajo solidario, para el bien común, para el fin mayor construido colectivamente. Creo que lo hemos demostrado en la cancha, en los hechos.


¿Y para ti hubo algún momento un punto de inflexión?

Lo que pasa es que yo, personalmente, tengo un sentimiento distinto. Claro, si uno mira las encuestas hay una suerte de estancamiento, luego un pequeño empujoncito que nos permite subir a cuatro y luego un despegue más consistente y constante. Desde mi punto de vista, desde mi percepción en los hechos, en la cancha, en el contacto con la gente, yo más bien siento que ha sido un crecimiento lento, pero constante. No he sentido personalmente algún pico muy agudo, sino más bien como si el trabajo constante, sostenido, hubiera ido dando frutos paulatinamente. En las últimas semanas, en la última gira al sur, sí pude sentir y percibir un quiebre mucho más claro, pero en toda la primera etapa yo más bien sentí, digamos, algo sostenido, algo constante. Hitos, no sé, son demasiados para mí y probablemente no se ha reflejado en ninguna encuesta. Pero en fin, es mi intuición, mi percepción.


Esta primera vuelta no se puede entender sin Guzmán, sin Acuña, sin el Jurado Nacional de Elecciones, ¿cómo incorporas eso a tu análisis de esta campaña?

Bueno, en el caso de Acuña para mí está claro que antes de que el Jurado Nacional de Elecciones lo retirara ya estaba en caída libre. Aún sin ese hecho creo que hubiera terminado con muy poco respaldo ciudadano. En el caso de Guzmán se me hace un poco más difícil evaluarlo. Sin embargo, contrariamente a lo que vieron algunos en el sentido de que fue su salida lo que nos permitió crecer, yo sí recuerdo muy claramente de que antes de su salida ya habíamos empezado a despegar. Ahora, es bien difícil especular sobre qué hubiera pasado si es que él hubiera seguido en el escenario, ¿no? No lo sé, no me voy a aventurar a eso, pero ciertamente son elementos que tuvieron influencia en el resultado final, de eso no cabe la menor duda, pero creo que el resultado más directo respecto al papel del Jurado Nacional de Elecciones es que también hemos tenido, y eso creo que también es importante no invisibilizarlo, un amplio porcentaje de la ciudadanía que ha votado en blanco, viciado o no ha ido a votar. Creo que eso también hay que recogerlo y entenderlo. Hay un importante porcentaje de la población peruana que no ha querido participar de este proceso, no se ha identificado con ninguna propuesta, ningún candidato y que, en todo caso, lo que está expresando es un hartazgo respecto al sistema en general y eso es bastante delicado. De ahí la urgencia de esta reforma político electoral pendiente que nosotros vamos a impulsar desde el primer día en el Parlamento con la ciudadanía.


¿Estás de acuerdo con lo que dijo el secretario general de la OEA, que esta es una democracia precaria?

Por supuesto, hay precariedad, claro que sí. Precariedad cuando tú ves partidos políticos que no son partidos políticos, que son cascarones o vientres de alquiler que se activan para las elecciones y que hoy están desactivados, ¿no es cierto? Es un sistema precario en la medida en que los grandes medios de comunicación no siempre contribuyen a poner en debate las propuestas programáticas, sino contribuyen más bien a, no sé, ‘anecdotizar’ la política o hacer que lo que prime sean los ataques y las difamaciones, eso también atenta contra la esencia de la democracia. La gente finalmente no puede decidir en función de las propuestas de los candidatos, sino está sometida a un bombardeo de desinformación que es nefasto.


En el Perú tenemos una democracia líquida, con filiaciones volátiles según va variando la coyuntura electoral

Claro, hay volatilidad, pero también eso expresa una búsqueda que no encuentra espacios de articulación de debate, de representación y de ahí el reto para quienes estamos en política de construir esos espacios. Que no pueden seguir siendo los espacios tradicionales, me refiero a los espacios políticos partidarios específicamente. Demasiado tiempo marcado por el caudillismo, por el verticalismo, por el dogmatismo. Creo que ahí también tenemos un reto por delante como Frente Amplio, y en general todas las agrupaciones políticas, de desarrollar mecanismos más flexibles, más participativos, más democráticos, para que la ciudadanía participe de manera más activa y más constante, y todo eso se vaya institucionalizando sin que pierda por ello su frescura y movimiento. Creo que eso es fundamental y un reto para crear nuevas estructuras y dinámicas que articulen eso y lo sigan enriqueciendo.


¿Cuál sería para ti tu momento, tu foto de la campaña, en cualquier plano: emotivo, político… ?

Uy, muy difícil, se me vienen como diez imágenes a la cabeza. Una de las que más me entusiasmo fue en Ayacucho, cuando llegamos y nos dirigíamos a la plaza donde se iba a desarrollar mi mitin. Fue ver a varios escolares, jóvenes que deberían tener trece, catorce años, arengar con entusiasmo, con alegría, con brillo en sus ojos por el Frente Amplio, haber logrado entusiasmar incluso a aquellos que no votan. Eso es algo valiosísimo que no voy a olvidar.


Para finalizar, ¿ el Frente Amplio va a pedir no votar a Keiko?

¿No lo he dicho? Sí, nosotros vamos a hacer campaña para que Keiko no sea presidenta.


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