Yevgueni Yevtushenko es uno de los invitados más importantes del III Festival Internacional de Poesía de Lima, una iniciativa independiente que emociona por la magnitud y calidad del evento que ha logrado organizar. Con 105 poetas invitados -entre nacionales e internacionales- y una ambición de masividad que se puede ver claramente por las sedes reservadas, Lima va a ser inevitablemente invadida por la poesía tras días electorales tan sombríos.
Yevtushenko, que además ha publicado novelas y dirigido películas, fue una de las figuras insignia del 'deshielo' de la URSS. A pesar de mantener el corte político-social clásico de los autores de esta región en ese entonces, amplió el registro con un espíritu cosmopolita insólito en esa época para un soviético. Por esta razón fue portada del número sobre el deshielo de la revista americana Time. Dan fe de ese espíritu sus poemas Babi Yar, sobre el holocausto judío, y la serie sobre Dora Franco, una mujer colombiana a quien amo en sus viajes por el mundo.Yevtushenko, ya octogenario y con un español un poco olvidado, aún mantiene en los ojos la intensidad de un poeta que no se ha cansado de ver, sentir y de, sobre todo, conversar. No por algo el fallecido poeta 'nadaísta' colombiano Gonzalo Arango dijo de él alguna vez, "la vida de Yevtushenko es un saco lleno de balas y de besos". En esta oportunidad nos habló de la importancia de la poesía en un mundo donde se piensa que esta no sirve para nada; de crear un nuevo lenguaje para unirnos y no alejarnos; y los diferentes poetas en los que se ha cruzado en la vida.
- ¿Has estado en el Perú antes?
- Solo una vez hace 40 años.
- ¿Cómo así llegaste?
Me gusta ir a los lugares a los que me invitan (ríe). Vine para un festival de poesía como este. Solo que lo que están tratando de hacer ahora, trayendo a gente tan diversa, no es fácil.
- ¿Cómo veías al Perú en ese entonces y cómo ves que ha cambiado ahora que has vuelto?
Acabo de llegar ayer. Después de esta entrevista me voy a pasear así que recién voy a ver cómo ha cambiado (ríe). Pero en líneas generales, hay muchos cambios pero la gente es la misma. Sistemas se pueden cambiar muy fácilmente, pero el cambio de la gente es muy lento.
Yo pregunto siempre por las preferencias políticas de la gente en todos lados. Y aquí en Lima los veo perdidos. ¿Cómo es posible que después de tantas víctimas de Fujimori él tenga tanto apoyo? Me explican que él salvó al país del terrorismo. ¡Pero él también tiene sus propios muertos! No me he encontrado a ninguna persona que me ha hablado de ningún candidato en Perú con admiración. Las decisiones se basan en miedo.
- Un amigo economista me dijo, con respecto al festival, que no se le debería permitir a nadie vivir de la poesía. ¿Cómo responder a una afirmación así?
- Bueno, yo vivo de la poesía, pero también escribo prosa y enseño. A mí me parece que la poesía es una necesidad. Si hay gente que puede tolerar vivir sin poesía significa que la humanidad está en un momento peligroso. Hay ahora jóvenes que no tienen necesidad de leer poesía, ellos pierden muchas cosas. Ellos dicen, por ejemplo, "yo prefiero la prosa y las novelas. La poesía es muy complicada para mí". Algunas, como 'Anna Karenina', que es la mejor para comprender el alma de una mujer, usan poderosamente la metáfora. La prosa de Tolstoi es muy poética. Para comprender qué simboliza la tragedia de Anna Karenina tienes que entender de poesía. Si comprendes prosa pero dices no comprender metáforas poéticas en verdad no estás entendiendo nada. Es imposible.
- No decía esto solo con respecto a la diferencia prosa-verso, también sobre lo que significa escribir poesía en lógicas más mercantiles. ¿Cuál sientes tú que es su lugar en un momento del mundo como este, donde existe una lógica utilitarista de mercado que descarta este tipo de expresiones?
Te voy a poner un ejemplo, en Rusia yo soy como uno de los 'últimos mohicanos'. Soy de los pocos que aún no pierde la fe en la necesidad de poesía. Soy idealista y estoy orgulloso de serlo. Ahora, hay una diferencia entre los ideales y la ideología. La ideología, cualquiera que sea, mata a los ideales. Desde la Inquisiciones hasta las revoluciones, se usa la fuerza y la violencia y se pervierte el ideal. Las revoluciones sociales, si se llega a un triunfo glorioso, pero después de eso se pasa a la crueldad, fracasan. Tu puedes creer en muchos ideales, pero si ellos son forzados a la gente dejan de serlo.
- Volviendo a Rusia, tú y los poetas de tu generación llenaban estadios en sus recitales. Esa experiencia ha debido ser única en los últimos 100 años. ¿Cómo se respiraba la poesía en esa época?
- Es otra cosa, la gente de nuestra generación enseñó a sus hijos a recitar. Nosotros tenemos, a partir de esta experiencia, un festival sobre el río Volga que es como 'Woodstock' pero de poesía. Es mi festival favorito, con recitales y conciertos de música de protesta. Casi cada año llegan familias enteras de todos los rincones del país. Estas familias son encabezadas por abuelos que traen a todos los demás por una semana. Durante 42 años ha habido aforos de 90 o 100mil personas. Y esto pasa porque se han plantado semillas.
- ¿Cómo se siente haber llenado estadios a partir de tus poemas?
Trato de continuar mi vida sin pensar en eso. Para ponerte en perspectiva, hay muchos escritores rusos que me disgustan. Y que son de dos tipos: los 'snobs' y los burócratas. Además, los 'snobs' son burócratas porque son indiferentes al sufrimiento de otros. Todos los 'snobs' pretenden que están en un pedestal más arriba de la gente. Eso es una cosa que yo desprecio.
Muchos escritores se denominan 'modernistas' en Rusia y dicen "nosotros no queremos ser útiles, no tenemos ninguna deuda que pagar con nadie”. Mientras tanto yo siento que debo pagar a mucha gente que he encontrado en mi vida. No debo ser indiferente ante la amabilidad, o el amor, o la amistad de alguien hacia mí. Ellos, en cambio, no sienten ninguna responsabilidad por nada, y dicen que son "independientes" de temas políticos y del sufrimiento. Eso yo no lo puedo escuchar.
- Y sobre la poesía rusa más militante, como Maiakovski, ¿qué opinas?
- De él no puedo hablar mal. Maiakovski era un gran poeta. Él quería unir a las palabras, al Estado y a la patria, y eso no se puede hacer en ningún sistema. Palabra, patria y Estado no riman (ríe). Él quería hacerlo con sinceridad, con buenas intenciones, no para ser un lacayo. Pero era un error terrible. Su mejor poema es 'La Nube en Pantalones'.
- Tienes una relación especial con Latinoamérica por lo que entiendo.
La admiro, pero no sé por qué. Me gusta la simplicidad de las relaciones en América Latina. El mejor poema que he escrito es sobre Chile, en verdad sobre el suicidio. Se llama ‘La Paloma de Santiago’. Puedo decirte, sin falsas modestias, que en este poema, tal vez en algunas partes, me acerco a Shakespeare. Recibí más de mil cartas de gente agradeciéndome por él, diciéndome que les salvé la vida. Fellini, que era amigo mío, me dijo "este poema es genial, es un guión listo".
- Tienes un poema muy poderoso sobre el río Leticia y sus lados peruano y colombiano. ¿Podrías contarnos un poco sobre la anécdota que lo inspiró?
Estaba una noche a orillas del lado colombiano del Leticia, en el Amazonas, y vi un tremendo incendio al otro lado, en la ribera sur del río. Pregunté a los amigos con los que estaba si no debíamos cruzar para ayudar a apagar el fuego. Me contestaron: "No importa, es del lado peruano." Y esto me hizo pensar en muchas cosas:
No hay lado colombiano,
No hay lado peruano.
Solamente hay lado humano.
Desgraciadamente muchas naciones ahora se esconden de la vida, de ser ciudadanos del mundo, y se convierten en nacionalistas. Eso es una enfermedad. Es absurdo pensar así después de la caída de tantas ideologías. Es incorrecto, porque no hay ningún horizonte en el nacionalismo. Nosotros, los seres humanos, debemos trabajar en el desarrollo de una nueva filosofía, en buscar un lenguaje común. Que no divida a la gente sino la una.
- ¿Tienes poemas seleccionados para leer en los recitales en los que vas a participar en estos días?
Yo siempre improviso. Tengo mis libros en la bolsa y escojo algo. A mí me gusta hacer recitales largos, pero aquí es imposible por la cantidad de poetas. Yo no puedo robar tiempo a otros compañeros. Quisiera recitar cosas del nuevo poemario que los organizadores del festival han publicado, que está muy bueno.
En estos poemas hablo de Dora Franco, que es una persona que conocí hace 40 años en los mismos viajes en los que conocí el Perú. Ella todavía está viva, en Barcelona. Ella fue mi gran amor antes de conocer a mi esposa, y es interesante cómo se sigue manteniendo bella.
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