Ya es oficial. Luiz Inácio Lula da Silva será el ministro más importante del Gobierno de Dilma Rousseff. El exmandatario, imputado por el caso Petrobras, será el nuevo jefe de ministros, cargo que además le permitirá tener fueros especiales en las investigaciones abiertas en su contra en el marco del mayor escándalo de corrupción en la historia de Brasil, conocido como Lava Jato.
La información que se conoció el última martes se confirmó este miércoles, tras una reunión en el Palacio de Alvorada en Brasilia con Rousseff y dos ministros, de boca del líder del Partido de los Trabajadores (PT) en el Congreso, Afonso Florence.
Lula reemplazará a Jaques Wagner en el cargo de titular de la Casa Civil, como se llama a la oficina que coordina el trabajo de todos los ministerios del Ejecutivo, asesora el Jefe de Estado y coordina el trabajo con los gobernadores. Será, de facto, la mano derecha de Rousseff.
El trabajo de Lula -hasta hace poco el político más popular y carismático de Brasil- será rescatar la imagen del gobierno, golpeada por el escándalo de corrupción en Petrobras y los pedidos de juicio político de la oposición contra Rousseff, quien enfrentó el domingo último una marcha que reunió a un millón de personas en las principales ciudades del gigante sudamericano.
Desde la Casa Civil, Lula podrá nombrar ministros, algunos de los cuales formaron parte de las negociaciones para aceptar el cargo. La prensa brasileña, como el diario O Globo, especula incluso con la salida del presidente del Banco Central, Alexandre Tamborini.
Además, con su nuevo estatus de primer ministro, Lula da Silva gana un grado de aforamiento o blindaje: a partir de ahora solo podrá ser juzgado por el Tribunal Supremo Federal y no por el juez Sérgio Moro, su enemigo declarado, instructor principal del caso Lava Jato y quien iba a decidir si aceptaba el pedido de prisión preventiva contra el exmandatario.
La llegada de Lula al Ejecutivo también significará un giro en la política económica de Brasil: más inversiones públicas y más gasto público.
Otra de las misiones del flamante jefe de ministros será evitar el juicio político (impeachment) que deberá enfrentar Rousseff en las próximas semanas.
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