La extraordinaria carrera musical de David Bowie se vio, desde sus inicios a mediados de la década de 1960, complementada por su talento artístico. Bowie no solo inventaba constantemente personajes para acompañar cada uno de sus proyectos discográficos sino que tuvo una serie de apariciones intrigantes en el mundo del cine y el teatro: había estudiado actuación de vanguardia y mimo en Inglaterra.

Entre sus apariciones más conocidas en el cine están su papel como el villano de Labyrinth (1986), como Andy Warhol en Basquiat (1996) y como Nikola Tesla en The Prestige (2006). Pero antes de estas producciones más o menos grandes, Bowie era un joven cantautor sin mayor perspectiva en el mundo del espectáculo que la extrañeza causada por sus ojos distintos y algunas canciones grabadas en los Estudios Darem.

Fue ese disco de 1967, titulado David Bowie, el que escuchó Michael Armstrong, que en ese momento planeaba realizar su primer corto y decidió pedirle a Bowie que actuase en él. El corto escrito por Armstrong era una historia de terror en la que a un artista se le aparece el personaje de su cuadro. El artista, interpretado por Armstrong, mata varias veces a la aparición, un Bowie taciturno, flaco y de veinte años.

Mira abajo el corto de catorce minutos que en 1967 se proyectó durante una semana en el intermedio entre dos películas en un cine porno de Londres:


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