El escaño congresal que un 'otorongo' usa para presionar al gobierno con que se implemente un proyecto minero, el set de TV de un programa de entrevistas claramente sesgado, una comunidad campesina ficticia donde se realiza una protesta, el local de reuniones de una asociación de viudas de policías muertos en servicio. Estos son algunos de los lugares recreados en el auditorio del ICPNA del Centro de Lima para 'Ausentes', proyecto escénico multidisciplinario auspiciado por la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP que propone un montaje sin separación "butacas-escenarios", y donde las acciones se realizan en todo el espacio.
La trama y el montaje colocan al espectador literalmente en medio del enfrentamiento entre una población que protesta contra la implementación de un proyecto minero en su localidad, y el Estado, causando la muerte de policías y civiles. El equipo de directores de la obra no teme en posar una mirada crítica encima de todos los actores e intereses que tienen un rol dentro de ellos, esto sin dejar de lado el cuidado artístico de la obra, que hace interactuar a diferentes disciplinas (teatro, música, danza, audiovisual), y donde el texto es sólo un lenguaje más dentro de los que aparecen.
Conversamos con su Director General, Rodrigo Benza, sobre las preguntas que la obra plantea, sobre lo importante que es descentrar nuestra mirada y evitar las dicotomías y la complacencia al hablar de conflictos sociales en un país como el nuestro.
Hay frases y momentos en la obra que son referencias directas a varios episodios de conflictos sociales en los últimos años en el Perú. ¿Te parece que todos ellos son la misma historia?
Hay historias recurrentes, puntos de encuentro muy claros en los conflictos de los últimos años, pero cada una de ellas tiene su particularidad. Es diferente un conflicto que está protestando contra una política de Estado, que uno que lo hace específicamente por un proyecto concreto. Es diferente, también, una protesta en la selva a una en la sierra. La obra ha partido de una investigación de casos reales y desde esta se ha creado la historia de un conflicto ficticio, pero quien conoce lo que ha pasado en los últimos años en el país puede identificar los elementos que hemos tomado.
Hay, claramente, un trabajo de investigación muy completo para realizar la obra.
Sí, claro. Y hemos contado con apoyo y asesorías. Jacqueline Fowks es nuestra asesora de investigación desde el inicio.
¿Desde hace cuánto?
Nosotros empezamos a trabajar a finales de Mayo del año pasado. Primero, con el equipo de dirección nuclear y la asesoría de Jacqueline, en esta primera parte de investigación. En ella realizamos las primeras entrevistas y la acumulación de material con el cual recibimos en Octubre a los seis actores principales. Ellos empezaron a hacer el trabajo dramático con él, y continuamos la investigación pero ahora incluyéndolos. Entonces cada uno de los actores no sólo es un investigador en el cuerpo escénico sino también uno del contenido de la obra. La creación de este contenido la hemos hecho de forma conjunta.
Hay una idea bien clara, siento yo, de tratar el tema de la empatía en la obra. Uno de los problemas más grandes en la cobertura de conflictos sociales es que la gente no se suele sentir identificada o movida por lo que viven sus protagonistas. Esta obra, por la escenografía planteada, te pone en medio de la disputa. Es difícil, así, ser indiferente a esta. ¿Hay un ejercicio consciente para lograr eso?
Claro. Hay dos temas clave, uno es el de la identidad y otro lo que tu dices, la empatía. El ponerse en el lugar del otro. Esta idea no me la he inventado yo, pero cuando se piensa en 'identidad' se la suele reducir a un solo aspecto de la persona. Amartya Sen habla de "identidades múltiples". Amin Maalouf de "aspectos de la identidad". En el fondo es lo mismo: cada uno tiene una multiplicidad de identidades, una complejidad, pero muchas veces reducimos al otro a un solo aspecto que lo caracteriza. Por ejemplo, si yo soy homofóbico y conozco a un homosexual, el hecho de que lo sea hace que yo anule el resto de su humanidad.
Ese es un primer aspecto a tomar en cuenta. El segundo es el del pensamiento dicotómico, que va relacionado con lo que acabo de decir. Si tu eres de "un bando" no puedes ser de otro. Entonces si yo pertenezco, por ejemplo, a la población, o estoy a favor de la huelga, el policía es mi enemigo. Y si soy policía, el que hace manifestación es el mío. O uno o lo otro, cuando todo es mucho más complejo.
Desde ahí llegamos a lo que mencionas bien que es la cuestión de la empatía. Lo que intentamos es problematizar. No sólo caer en decir "¡Tú, presidente, Estado, policía, son de lo peor!", sino buscar los cuestionamientos en nosotros mismos partiendo de nuestra propia experiencia. Nuestras propias contradicciones y limitaciones. Esto es bien importante porque no tenemos esta pretención de que "nosotros tenemos la verdad, tú sólo ven a verla".
La obra sólo te generaría eso si tienes un "bando", como tú dices, establecido, ¿pero si no?
Hay otro componente importante que es el de la centralización. Estamos hablando desde Lima. Y hay conflictos aquí, pero son de índole distinta. La violencia y las causas son diferentes por un tema de cómo son percibidos, por las características geográficas; y por un tema de ciudadanía y racismo, también. Por eso decidimos no hablar de un conflicto en Lima. Cuando aparecen en el interior nos enteramos a través de las noticias y nos llega que "ah, sí, bueno, murieron cuatro". Pero es un hecho lejano y no lo sentimos en carne viva. Y cuando para los medios ya terminó el show, se acabó la historia. Y no es así. La idea es que con 'Ausentes' podamos experimentar en nuestros propios cuerpos las contradicciones que nos puedan interpelar.
¿Cuál es el mensaje detrás de poner a los policías y a los comuneros muertos al mismo nivel?
Cuando hablamos del conflicto social tenemos a dos ciudadanos enfrentándose, y matándose en el peor de los casos, pero no porque ellos tengan un problema personal. Es porque hay una serie de intereses, complejidades, y otros personajes que intervienen para que ellos dos peleen.
¿Que median su relación?
No solamente, va más allá de mediar. Son los peones del ajedrez, es bien simple. Estos conflictos se reducen a un problema entre la policía y los manifestantes y no es así. Los ponen en bandos contrarios como si tuvieran intereses opuestos cuando en verdad no es tan así. Eso es lo que pasa en cualquier guerra. Los soldados se enfrentan pero son ambos parte del mismo pueblo que está luchando para poder llevar comida a su casa, darle educación a sus hijos, etc. Y por eso para nosotros es muy importante esa cuestión de tenerlos al mismo nivel y, además, juntos.
Volviendo al tema de la escenografía, ¿desde dónde viene la necesidad de plantearla de esa manera?
Por un lado es lo que tú dices. Vivir, sentir en el cuerpo lo que pasa. Por otro, nosotros como equipo también tenemos un interés por la exploración de formas escénicas que tal vez en nuestro medio no sean tan convencionales. Personalmente me considero, no sé si llamarlo "heredero" o "discípulo", de la exploración que realiza el grupo Yuyachkani. Muchos de nosotros tenemos un vínculo muy fuerte con ellos y sobre todo una afinidad con la exploración que ellos hacen. Para mí son maestros. Tengo otros también, pero ellos son muy importantes porque con la forma que exploran yo he encontrado mi propio camino. No siento que lo que hacemos sea una imitación, pero sí hay una familiaridad.
Estudiando un poco los conceptos de teatralidad andina. Hay una palabra quechua ("taki") que significaba "danzar" y también "cantar". Si tú ves las fiestas patronales encuentras interpretación teatral, danza, música, fiesta y ritual. Esos cinco elementos están juntos de una manera integral, sin pelear. Eso es algo que a nosotros como equipo nos inquieta y nos da ganas de explorar porque nuestra educación teatral no lo toma en cuenta. Nos interesa acercarnos a eso. No podemos decir "regresar", porque nunca lo hemos tenido.
Redescubrirlo , tal vez...
Conocerlo, en verdad. Es algo que es de nuestra cultura pero que no se nos inculca, digamos. Entonces, volviendo a la pregunta, la idea es tener una experiencia colectiva, algo más allá de sentarse en la butaca como un ‘voyeurista’ a ver. Por eso para nosotros ha sido importante trabajar con las danzas, con el teatro, con la música en vivo, con una composición que ha tenido todo el tiempo dialogando a un arte con el otro.
No hay libreto, ¿no?
No, ahora sí hay. Lo han impreso por primera vez hoy (ríe. la entrevista fue realizada a 3 días de la 1era función)
Pero, como cuentas, varias cosas han aparecido de la creación colaborativa de todos los involucrados.
Claro, lo que pasa es que nosotros concebimos el lenguaje textual hablado como un lenguaje más que se va generando a la par con los otros, y también dialogando y modificándose con ellos. No es menos ni más importante, es uno más.
Hay una intención clara en la obra de analizar el papel de todos, no sólo el del Estado, la Policía o los medios. No se diluye la crítica a actores más "caviares", como por ejemplo a las ONGs. ¿Qué opinas de su rol dentro de estos conflictos?
Es un actor más que tiene intereses. Algunas personas y algunas instituciones tienen intereses más nobles, otras menos. Y estoy hablando de campesinos, policías, Estado, congresistas, el Ejercito, todos. No existe esto de que "los manifestantes son los buenos y la policía los malos. El estado es malo y las ONG son buenas." Existen particularidades, gente correcta e incorrecta en todos los segmentos. También el empresario minero tiene sus intereses, y podemos no estar de acuerdo con él, pero él tiene una serie de valores.
Todo, además, tiene que ver con el paradigma que tú tengas. Por ejemplo, el famoso paradigma del "desarrollo", que es tan complejo. Los dos podemos querer el desarrollo, solo que para tí es una cosa y para mí es otra diametralmente opuesta. Tal vez no se pueda concordar con lo que alguien dice, pero podemos encontrar puntos de encuentro. Y ahí es donde podemos empezar a dialogar. Cuando evito decir "tú eres un facho" o "tú eres un terrorista antiminero", sino "ok, yo no estoy de acuerdo contigo pero quiero entenderte".
Esa es un poco la apuesta base de la obra.
Claro, todos tenemos contradicciones pero si queremos tratar de ser personas coherentes, consecuentes, tenemos que aceptar que las tenemos y confrontarlas. Pero no es que "ah ya, ya confronté mis contradicciones, ya soy lo máximo, se acabó", porque aparecen nuevas. Tenemos que hacer esto todos todo el tiempo, todos los días, y con todo el mundo. Sino es muy fácil, nos quedamos cómodos pensando "ay, yo soy buena gente". Y el extremo de ser "buena gente" y el sentirte bien es el paternalismo. Caer en eso es un peligro.
¿Esperas que quien vea la obra ahora se lleve un poco esa idea?
A mí me interesa mucho como creador que cuando termina un trabajo mío la gente salga y algo le pase. En el mejor de los casos, algo te cuestione, y digas "caray, sí claro, yo me identifico con esto. A mí también me ha pasado esto. Ah, verdad, no he tomado en cuenta esto". Porque creo que para que algo cambie tienen que cambiar actitudes. Y para que cambie una actitud no tiene que pasar algo afuera, siempre es algo que viene de uno mismo. Como te digo, no es una cuestión moralista. Simplemente es, en el mejor de los casos, confrontarnos con nuestras propias contradicciones y en el siguiente mejor de los casos empezar a ser más consecuentes en nuestro día a día.
TEMPORADA
Del jueves 10 de marzo al lunes 18 de abril (excepto la semana del 24 de marzo por Semana Santa)Jueves a Lunes, 8:00 pm.Auditorio ICPNA del Centro de Lima (Jr. Cuzco 446)
Entradas: General: S/ 30; Estudiantes: S/ 20
Más información en la página de Facebook de la obra
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