Anel Townsend decidió cerrar su semana política más desconcertante con una entrevista brindada a Perú21 donde insiste en su defensa cerrada a César Acuña y en la desacreditación de cualquier posición en contra del candidato de Alianza Para el Progreso.

Pero más allá de ello, que no dista mucho del resto de indescriptibles intervenciones en los medios de comunicación que ha tenido en los últimos días, la excongresista se refirió en una pregunta de Mariella Balbi al escritor y periodista Gustavo Faverón, uno de los críticos de Acuña más duros que suele publicar sus opiniones a través de sus redes sociales. En una de estas se refirió a la misma Townsend y el porqué de su salida de la Universidad Católica.

-Gustavo Faverón, bloguero, dice que usted fue expulsada de la PUCP por insuficiencia académica.

-Soy alumna regular de la Católica, me reincorporé en el 2013. Me retiré porque me fui al periodismo. ¿Faverón quién es? Es un conocido que pululaba en la universidad. No he sido decana en la USIL, no existe la carrera de Responsabilidad Social. Es un decanato de gestión…

Como era de esperar la respuesta de Faverón llegó casi de inmediato, y a través de su página en Facebook publicó un extenso texto en el que no exageramos si decimos que 'cuadró' a la primera vicepresidenta de la plancha del autodenominado político de la raza distinta.


Aquí prácticamente al completo:

En efecto, Anel. Ese soy yo, qué bueno que no te hayas olvidado de mí: el pata que pululaba por la rotonda y el tontódromo. Y seguí pululando varios años, incluso después de que tú dejaste de pulular por ahí, es decir, después de que te jalaron por enésima vez en un curso (me dicen que Introducción a la Economía) y no pudiste volver más. Eso no es deshonroso, claro: a mí me jalaron muchas veces en muchos cursos cuando estaba en Estudios Generales, porque la vida tiene altibajos, pero después ya no me volvieron a jalar, y después terminé mi carrera, y fui bachiller, y terminé los cursos de lincenciatura, e hice una maestría en Cornell y un doctorado en Cornell (no sabes el trabajo que cuesta escribir una tesis doctoral) y fui profesor en la Escuela de Lenguas de Middlebury y profesor visitante en Stanford University y profesor asociado en Bowdoin College y director del Programa de Estudios Latinoamericanos.

No es deshonroso que te jalen en un número excesivo de cursos, excesivas veces. Lo deshonroso es contar el cuento de que te fuiste de la universidad por tu propia decisión para seguir tu rumbo en el periodismo, cuando todo el mundo sabe (ojalá a todos nos falle la memoria) que te fuiste porque el reglamento decía que debías irte. Y si volviste a inscribirte como alumna regular, según cuentas ahora (aunque lo ocultaste en tu hoja de vida ante el JNE, donde dice claramente que fuiste estudiante de la PUCP hasta 1988, no que lo seas hoy), eso se debe, probablemente, al cambio de estatutos de la PUCP, que no pone límite al número de veces que un estudiante puede desaprobar cursos y presentar recursos de reincorporación, y probablemente también al hecho de que el curso por el cual debiste irte ha sido eliminado de los requisitos para la carrera de Sociología, que es la carrera que querías seguir.

(Por cierto, en una entrevista has dicho que "hiciste" Estudios Generales y "adelantaste" cursos de sociología. Ay, Anel. Tú no terminaste estudios generales. Y estuvieste en la universidad 4 años o más, de modo que los cursos que llevaste en Sociología no los "adelantaste". No estabas adelantada en esos cursos. Estabas atrasada en todos los demás. Nadie "adelanta" cursos de tercer año en el cuarto año).

Pero eso es secundario. Otra de las cosas que hice en mis pululaciones por el mundo en los años después de que te prohibieron seguir pululando por la PUCP fue votar por ti alguna vez. En la época en que tu corazón estaba en el lugar correcto y tus acciones no parecían un sucio brote de fujimorismo escudado tras la patética figura de César Acuña, el gran hijo (o el gran padre o el padrino) de la universidad fujimorista. Así que he sido tu votante.

Ahora, claro, cuando este votante te ve aparecer en la televisión y decir que los innumerables plagios de Acuña, cuya detección es simple para cualquiera, plagios groseros cuyas víctimas ya han declarado su náusea públicamente ante esos robos descarados, cuando uno te ve, digo, defendiendo a ese señor con argumentos ridículos de leguleyo, como que "no se puede adelantar opinión", o "solo la Complutense puede decidir", o "hay que mantener la presunción de inocencia", uno piensa, pucha, qué le pasó, qué le pasó a la chica que perseguía corruptos, qué le pasó a la hija orgullosa de Andrés Townsend, qué hace esta mujer con César Acuña, cómo no se le cae la cara de vergüenza a esta defensora de las mujeres de sentarse al lado de ese plagiario serial, acusado de escupirle a su esposa, de arrojar a su esposa por una escalera, de embarazar a una alumna de dieciséis años, qué hace Anel Townsend aplaudiendo el discurso hipócrita de este señor que dice tener dos maestrías y un doctorado pero para quien leer una oración de cuatro palabras es como un trabajo de Hércules, una Odisea.

Y da pena, francamente, al menos a este pata que pululaba por ahí y que de vez en cuando se detenía a conversar contigo, que también trabajó contigo en las prácticas de lengua de la PUCP, a este pata le da pena ver cómo dejaste de pulular por la PUCP y terminaste pululando en la zona más oscura y vergonzosa de la política peruana, continuamente repitiendo que a tu candidato no lo acusan de cosas tan graves como a los otros. Sí pues, hay mucha gente que se muere de miedo de acusar a Acuña de las cosas que todo el mundo menciona en voz baja, pero igual tiene decenas de acusaciones de todo tipo, y es vergonzoso, da vergüenza ajena, ver a alguien que una vez pareció un ejemplo de política transparente e idealista, convertida en una más que se sube al carro que va más rápido, sin importarle qué otras cosas van en las maleteras de ese carro, en el doble fondo de ese carro, en los compartimientos secretos de ese carro. Allá tú. Nadie te ha obligado. Sigue pululando de pantalla en pantalla, entra al Congreso, cuenta la historia que quieras contar sobre tu vida y sé uno de los artífices centrales de la transformación de nuestra política en un juego de mafias. Feliz viaje al poder, Anel. Los demás vamos a extrañar a la otra.


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