Cuando uno piensa en un concierto de pop o de rock, no piensa en escenarios como la concha acústica del Parque de la Exposición. Se imagina, más bien, un espacio plano, a campo abierto si es posible, para que el público pueda moverse, saltar y bailar con libertad. Una especie de tribuna hecha de gradas como escalones, entonces, no suena al local más idóneo para tales eventos pues no ofrece mucha libertad de movimiento (uno se puede caer como se caería de unas escaleras si se pone muy loco) y, a pesar de que tal vez se pueda tener una vista más clara desde cualquier punto, esta es también más alejada de los artistas y algo fría por esto.
A pesar de los prejuicios que se podrían tener, Belle & Sebastian demostró que un lugar como el escogido era el lugar perfecto para escucharlos en vivo. La gran calidad de sonido que da un anfiteatro y la posibilidad, dada la perspectiva 'picada' que tenía la audiencia, de mostrar unas proyecciones geniales que interactuaban con el público, fueron aprovechadas por la producción de la banda para armar un show que ha cumplido con todos los requisitos para que un concierto sea considerado como impecable. Buen sonido, gran trabajo visual y de imagen, preciso manejo del público, entrañable selección de canciones y unas cuantas anécdotas memorables que hicieron del show en Perú una experiencia particular dentro de su gira, tal y como seguro lo han sido todas las otras presentaciones en ella. Al investigar vemos que este tipo de escenarios (anfiteatros y conchas acústicas) son en los que ellos acostumbran tocar. Este acierto no es sorpresivo ni espontáneo, entonces, como casi todos los de un espectáculo que se nota está estructurado y planeado al detalle por el artista.
La banda entró a la hora en punto acompañada por el outro de la canción Judy Is a Dickslap, tonada que los viene acompañando desde hace varios años a la hora de empezar un concierto, y no paró un momento de sorprender a los asistentes. Primero, mostrando que saben bastante más español que la mayoría de artistas internacionales, y luego, ahora sí, con su música. Como se decía antes, la elección de un anfiteatro realza las virtudes de una banda que no se caracteriza tanto por la fuerza con la que tocan o el ruido que hacen, sino por los múltiples instrumentos y arreglos que usan y las inteligentes letras de sus canciones. Todas estas características puestas al frente dado el empaque del show. Destaca, de nuevo, la minuciosidad del artista en ofrecer un setlist balanceado. Tocaron de las más conocidas a las más oscuras, de las más antiguas a las más nuevas, en una clara intención de cubrir los nueve LP y varios EP que conforman su carrera. Tocaron, además, canciones de los diferentes estilos con los que la banda juega, como mencionamos en otra publicación, por lo que se podía aprovechar la facilidad de las gradas para estar parado bailando o sentado escuchando dada la ocasión (o, más bien, dada la canción).
La audiencia, emocionadísima ya con solo ver a los escoceses, escuchó alegre los primeros acordes de Nobody’s Empire, tema con el que abren su último disco ‘Girls in Peacetime Want to Dance’ también el concierto. Pero el asunto en verdad empezó a reventar con la segunda, I’m a Cuckoo, por lo que se podía intuir que la mayoría de la audiencia estaba ahí esperando más las canciones viejas que las nuevas. Esto fue confirmado por una manera muy inteligente de obtener ‘feedback’ de la banda. El tecladista, Chris ‘Beans’ Geddes, que parece es el que mejor maneja nuestro idioma, fue invitado al frente para presentar Expectations, de su primer disco, con un castellano masticado. Dijo: “Vamos a tocar de las nuevas (leves aplausos) y de las antiguas (fuertes aplausos), la que tocaremos ahora es una de las antiguas (ovación)”.
A pesar de eso, dada la calidad musical de estas nuevas canciones y de la presentación ingeniosa para cada una de ellas, estos temas terminaron ganándose el corazón de la gente. Como por ejemplo en Write About Love, donde la figura de Tamzin Merchant, la modelo de la portada del último disco, fue proyectada en la pantalla gigante para presentarla como una canción sobre “sexo, educación superior, sexo, fe en un poder divino, transporte público, heroes del pasado, leer libros en la cama, y sexo”.
También hacen esto en Perfect Couples, donde Stevie Jackson, el segundo cantante y guitarrista de la banda, improvisa unos cuantos diálogos encima de la base, algo ‘progre’, de la canción. Esto nos da pie para mencionar algo importante: lo sólida, virtuosa y brillante que suena la banda y el contraste con esos primeros años de amateurismo y timidez que solo llegaron al Perú en su momento a través de discos y DVD de importación. Ese Belle & Sebastian del pasado no hubiera sido capaz de hacer un show tan cautivador como el del sábado. No hubiera sido capaz de, a la canción siguiente, rendir una versión ‘countryficada’ de Piazza, New York Catcher y que su cantante se meta hasta la mitad de las gradas para cantar rodeado del público.Y no hubiera sido capaz de contar una serie de bellas anécdotas sobre la banda y el Perú con tanta soltura e inteligencia para interactuar con el público y brindarles un momento especial más allá del setlist preconcebido. Para hacer del concierto un evento distinto al de los demás de la gira. Stuart Murdoch, el cantante principal, reveló, en primer lugar, que en sus comienzos Belle & Sebastian fue por un tiempo una banda de flautas andinas y música folklorica peruana allá en Escocia (un recurseo de los años mozos, más que seguro). Luego, que el papá Sarah Martin, violinista y tercera voz de la banda, vivió un tiempo en el país por motivos de trabajo.
Y por último, tal vez en el momento más memorable del concierto (más allá de la música, claro) Stuart confesó lo que más recuerda la banda cuando piensan en el Perú:
¿Recuerdan ese tiro libre del ‘Nene’ que hemos visto un millón de veces en los programas sobre la época dorada del fútbol peruano? De lo que no se habla mucho es que ese gol y ese partido fueron contra Escocia, país de donde viene la banda, y que así los eliminamos del Mundial Argentina ‘78. Murdoch confesó que era un niño cuando lo vio, y que el gol lo llevó a las lágrimas.
Haber visto a una banda como Belle & Sebastian, y poder contar estas anécdotas (que comentaron que la llovizna de Lima les hacía acordar a Escocia, que contaron que el ‘Nene’ Cubillas les rompió el corazón hace casi 40 años, que Stuart se metió hasta el fondo con el público para Piazza, New York Catcher, que hicieron subir a la gente para que baile en The Boy With the Arab Strap, como siempre hacen, y que se quejaron de que los chicos que subieron no soltaban el celular, como siempre también), contar estas anécdotas, decía, como cosas que pasaron en Lima tiene un tinte casi surreal para un grupo pequeño, pero fiel de gente que los viene escuchando por muchos años y que todavía no se acostumbra a esta reciente apertura al mercado de la ciudad como una plaza para propuestas como esta. No queda más que agradecer a los que lo han hecho posible y seguir esperando que nos sorprendan de una manera tan maravillosa como esta.
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