Durante los últimos 15 años, el actor Matt Damon se ha creado una doble reputación en Hollywood: por un lado, es el hombre cotidiano, un padre de familia que jamás complace a los paparazzis con un cambio sospechoso en su rutina; por otro, es uno de los personajes más abiertamente liberales de Hollywood, demócrata declarado a pesar de sus críticas al presidente Obama. Sin embargo, de alguna forma ha conseguido manchar por completo su segunda faceta en solo un par de semanas, poniendo en evidencia lo artificial de la primera en el proceso. 

Primero, durante el episodio estreno de la cuarta temporada de Project Greenlight, el reality que dirige con su amigo Ben Affleck, Damon afirmó que el problema de diversidad de Hollywood “está en el casting de las películas, no en el de su programa” -que consiste en reunir el equipo para realizar una película-.

Después de hablar del cásting, Damon se explica, diciendo que Project Greenlight se trata de un concurso basado en el mérito, y ese es el único factor que debe tomarse en cuenta al elegir a quienes estarán detrás de la cámara al final de la temporada. Lo cierto es que, como indica la página Mic, que un hombre blanco heterosexual que ya es uno de los actores más rentables de Hollywood afirme que el problema de diversidad de la industria cinematográfica no debe socavar una supuesta meritocracia es más bien irónico.

Hace unos meses, Mic publicó cuatro gráficos que demuestran lo espeluznante que es la falta de diversidad de Hollywood: ni siquiera el 2% de las películas de 2014 fueron dirigidas por mujeres; más del 70% de los personajes eran blancos; solo 19 personajes eran no heterosexuales. Queda claro, pues, que tanto delante como detrás de las cámaras de la industria estadounidense hay un problema de diversidad, y parece sumamente improbable que un sistema basado únicamente en el mérito genere resultados tan desequilibrados.

Por otro lado, podría pensarse que la editora Effie Brown está proponiendo que se escoja a un equipo ‘diverso’ solamente por serlo. Quizá esta idea parezca algo injusta en abstracto, pero si Project Greenlight se trata de darles a jóvenes profesionales la oportunidad de entrar a una industria que normalmente les cerraría la puerta sigue teniendo más sentido escoger a un equipo conformado por gente que, estadísticamente, no tiene esperanzas de entrar a Hollywood por las vías tradicionales.

Días después, en una entrevista con The Guardian, el protagonista de The Martian hacía un comentario más bien desafortunado sobre los actores de Hollywood que salen del clóset: “Creo que eres un mejor actor mientras menos sepa la gente sobre ti y punto. La sexualidad es una gran parte de eso. Seas o no gay, la gente no debería saber nada sobre tu sexualidad porque ese es uno de los misterios que deberías poder interpretar”.

damon y su esposa, Luciana

Una vez más, se trata de un hombre blanco heterosexual -cuyo matrimonio con una mujer es conocido- hablando de una situación a la que él nunca se ha enfrentado. De hecho, la entrevista llega al tema a partir de su relación con Ben Affleck: cuando aparecieron en la escena de Hollywood en 1997, se rumoreaba que eran gays solo porque trabajaban juntos. Damon considera que, si él recibió tanta presión de los medios en ese momento, para quienes efectivamente salen del clóset debe ser aun más difícil, aunque las opiniones de la sociedad respecto a la no heterosexualidad están cambiando. Hasta aquí, todo iba bien, pero es cuando el actor decide hacer la afirmación sobre el misterio de los actores.

En principio, no parece una mala idea que las carreras de los actores de Hollywood se traten más de su trabajo concreto que de los chismes que corren sobre ellos en internet, pero sigue sin estar claro por qué Damon metería la sexualidad en el mismo saco. ¿No sabemos nosotros acaso que él es heterosexual -o al menos que no es homosexual-? Lo que pasa es que saber que alguien es heterosexual es no saber nada, pero saber que no lo es da material para semanas de tabloides. Ese es el problema al que el feliz y heterosexualmente casado Damon no puede ni siquiera empezar a enfrentarse.

Quizá la enseñanza que deja la veloz debacle de Matt Damon durante las últimas dos semanas es que no es posible ser un ‘everyday man’, como lo describen algunos, en Hollywood. El hecho de estar donde está y ser quien es le quita toda cotidianidad a su personaje público, y por eso no puede darse el lujo de discutir con una mujer afroamericana sobre la diversidad en la industria o de decir que es mejor que nadie sepa tu sexualidad para ser un buen actor: aunque sea un liberal, casi un izquierdista de Hollywood, y aunque pretenda ser solo un padre de familia que coincidentemente es protagonista de franquicias multimillonarias, Matt Damon es un hombre blanco heterosexual que nunca ha vivido en carne propia lo que implica no cumplir alguno de esos tres requisitos.

A pesar de sus muchos privilegios, el protagonista de Hollywood no puede ponerse a hablar sin ser juzgado por miles de personas, y estas dos afirmaciones desafortunadas pero aisladas no convierten a Damon ni en intolerante ni en homofóbico, aunque en este momento el mundo parezca opinar lo contrario. Por supuesto, Damon ha salido a disculparse -o más bien a explicarse- y la tormenta pasará pronto.


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