Normalmente, en LaMula.pe no colaboramos con la multiplicación de cotenidos sobre reality shows, sean Esto es Guerra, Combate o Peru's Next Top Model. Sin embargo, hay momentos en los que la irresponsabilidad, el machismo y la general desconexión de estos programas con la realidad son tan escalofriantes que no podemos sino poner el grito en el cielo -o, más bien, en la red-.

El sábado pasado, en el programa de Magaly Medina por Frecuencia Latina, apareció un tal Angelo Lazo, amigo de la 'guerrera' Angie Arizaga. Lazo fue a ver a Medina con una primicia que garantizaba escándalo: un audio en el que Arizaga le contaba, por teléfono, cómo su pareja, el también 'guerrero' Nicola Porcella, la amenaza, agrede física y verbalmente y encierra en su casa.

Arizaga y Porcella parecen tener una relación más bien inestable -constantemente terminan y vuelven a estar juntos-, y en la llamada Arizaga le dice a Lazo que está harta de eso y de su trabajo; que toma tranquilizantes; que le dijo a Porcella que lo acusaría en el canal (AméricaTV) y él "se caga de risa"

Parece que Porcella tenía razón al reírse cuando ella amenaza con acusarlo, porque efectivamente la reacción de América TV ante la difusión del audio en el que la evidentemente asustada y compungida Arizaga cuenta su terrible situación ha sido beneficiosa para el ahora ex líder de uno de los equipos de Esto es Guerra.

Ayer lunes por la tarde, durante el primer programa después de la difusión del audio, el anfitrión Mathías Brivio reunió a todos los 'guerreros' -y una inusualmente silenciosa Johanna San Miguel- para leer un comunicado de la producción en el que se anuncia que Esto es Guerra despide tanto a Porcella como a Arizaga.

Brivio empieza por afirmar que "este no es un buen día para nosotros como familia de Esto es Guerra". Continúa explicando cómo "este es un programa de entretenimiento familiar" y "en esta convivencia surgen muchas veces todo tipo de sentimientos, entre ellos amor, como el que todos sabemos que surgió entre Angie y Nicola, una pareja verdadera". 

Al parecer tanto Arizaga como Porcella han sido "protagonistas de actitudes nada ejemplares, que nosotros ... no avalamos". Por eso, "Esto es Guerra ha decidido separarlos del programa para que puedan encontrar la tranquilidad emocional que todos queremos". Brivio concluye: "con esto queda el tema, en este programa, zanjado".

Primero lo primero: ¿qué tipo de 'familia' expulsa a una de los suyos por decir -en lo que ella creía una conversación privada- que su pareja abusa físicamente de ella? ¿Es esa una 'actitud nada ejemplar' que AméricaTV no puede avalar? ¿No sería, más bien, el rol de un 'programa de entretenimiento familiar' apoyar a una muchacha de veintitrés años que se encuentra atrapada en una relación abusiva?

AméricaTV, de manera poco sorprendente, se lava las manos ('el tema queda zanjado') para conseguir la ''tranquilidad emocional' suficiente para seguir con su programa. Al hacerlo, expone a Arizaga a más abusos de parte de Porcella, y les enseña a todas las mujeres en relaciones abusivas en el Perú que es mejor quedarse calladas.

Incluso si lo que dice Arizaga no fuese necesariamente verdad -las estadísticas dicen lo contrario- la reacción adecuada de cualquier grupo de personas que se considera su 'familia' sería investigar lo que realmente está pasando

En vez de eso, AméricaTV considera que el abuso de pareja debe resolverlo la pareja en privado, enviando a Arizaga a lidiar sola con un hombre que podría resultar ser un monstruo (después de todo, ella repite varias veces la frase "está enfermo") y obligándola, en la práctica, a decir que lo que dijo por teléfono no era verdad. Cualquier persona, enfrentada a la pérdida de su trabajo y un escándalo mediático, sin nadie en quién confiar y abandonada por sus compañeros, trataría de volver en el tiempo.

Qué gran ejemplo de televisión para el entretenimiento familiar que es Esto es Guerra, enseñándoles a los hombres peruanos a culpar a las víctimas (que muestran una 'actitud nada ejemplar' al hablar del abuso que sufren) y a las mujeres a quedarse calladas, porque hablar implica arriesgar su carrera y sus relaciones privadas y públicas.

Es verdad que no debería sorprendernos esta actitud de parte de un canal racista (véase el caso 'Aceitúncula') y xenófobo (véase el caso 'polleras bolivianas'), pero eso no significa que debamos quedarnos callados ante esta escandalosa demostración pública de indiferencia y misoginia

Cuando el resultado de las decisiones empresariales de un medio de comunicación es que una mujer de veintitrés años quede como una paria porque un hombre le pegó, las decisiones de ese medio dejan de ser un asunto privado. Este es el tipo de momentos en que la opinión pública puede presionar a los abusivos. Hagamos que se arrepientan.



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