En cuatro semanas se realizarán las elecciones primarias en el Frente Amplio (FA) para definir al candidato presidencial del próximo año. Este proceso es de carácter simbólico puesto que la fecha elegida para su realización –cuatro de octubre- no coincide con la estipulada por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) –del 13 de octubre de 2015 al 20 de enero de 2016-; sin embargo corresponde a un esfuerzo para acercarse a una elección democrática, a diferencia de partidos cuyo candidato ya está definido como sucede con el Apra, el fujimorismo o el partido del expremier Pedro Pablo Kuczynski.
En las elecciones del Frente Amplio votarán los militantes y simpatizantes de Tierra y Libertad, que es el grupo fundado por el exsacerdote Marco Arana, de la agrupación Sembrar, liderada por la congresista Verónika Mendoza, del Partido Socialista que fundó el fallecido excongresista Javier Diez Canseco, y varios independientes. Arana y Mendoza son los candidatos más fuertes y alrededor de los cuales existe una dura riña al interior del FA.
Los otros precandidatos son: el exaprista Luis Alberto Salgado, el congresista Jorge Rimarachín, la cantante Martina Portocarrero, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores del Perú (CUT), Julio César Bazán y el escritor Martín Guerra. Ninguno de ellos figura en las encuestas de intención de voto.
En su habitual columna en el diario La República, el analista político, Steven Levitsky, saluda la decisión de someter a elecciones internas una candidatura presidencial; no obstante advierte los riesgos que supone este tipo de procesos en una agrupación pequeña. Sí, amigos entusiastas, el Frente, por más amplio que sea, aún está en pañales.
“El problema con las elecciones primarias, sobre todo en partidos pequeños, es que solo participa un grupo reducido y poco representativo. Como el voto es voluntario, el nivel de participación suele ser bajo. En el Frente Amplio se espera que voten 20,000 personas. No sé si es factible eso, pero aún si se logra, es un porcentaje muy reducido del electorado (16 millones votaron en las últimas elecciones presidenciales)”, explica Levitsky.
La cifra lanzada por el analista podría calificar de utópica si se tiene en cuenta que los militantes inscritos del FA no alcanzan los 5,000 y, según las propias declaraciones de algunos integrantes consultados, en actividad solo llegarían a una cifra máxima de dos mil personas.
En un conteo casi parecido al de a boca de urna, Verónika Mendoza cuenta con los votos del Partido Socialista que, siendo optimistas, sumarían poco más de 500 personas a nivel nacional. A ellos se agregan los votos de Sembrar –sobre los 150- y los de independientes que simpatizan con su candidatura sobre la de Marco Arana.
En Tierra y Libertad el conteo redondea las 1,000 personas, aunque su confianza está depositada en el voto rural, de creencia mayoritariamente católica y de afinidad con el exsacerdote.
En una tentativa conclusión podríamos decir que el voto dirimente será el de los independientes de izquierda y centro izquierda que decidan presentarse a las elecciones del cuatro de octubre para manifestar su apoyo por Mendoza.
Dejando de lado las especulaciones y retomando una visión mucho más exteriorizada de lo que ocurre al interior de la izquierda -específicamente en el caso del Frente Amplio porque otro cantar es el que se vive en Únete por otra democracia- Steven Levitsky advierte que los votantes son ideológicos, cuyo orden de prioridades no coincide con las del grueso de la población.
“Los que votan en las primarias de un partido pequeño son personas muy comprometidas, que suelen ser mucho más ideológicas que el peruano promedio. Las preferencias de la militancia difieren mucho de las preferencias del electorado general”.
Otro de los apuntes importantes que hace el analista político está referido al lenguaje casi abstracto que posee la izquierda que parece no darse cuenta que ciertos términos –por más que ellos consideren infalibles o contundentes- no calan en el ciudadano de a pie. Ejemplo: neoliberalismo.
“Cuando un candidato empieza con 1% del voto, tiene que apartarse de su base para crecer. Tiene que conectarse con gente que piensa de otra manera (para la izquierda, sería gente que no sabe qué es el “neoliberalismo,” que le gusta Esto es Guerra, y que piensa que Fujimori hizo algunas cosas muy bien.)”, aclara Levitsky.
Finalmente, y a modo de reflexión, podríamos decir que esta fuerte tensión que existe a cuatro semanas de la definición del candidato presidencial del FA, no se convierta en una batalla campal o en una eventual ruptura –otra más- en un sector de la izquierda.
Y de ser elegida Verónika Mendoza, esperemos que cuente con el apoyo de aquellas personas que sintomáticamente se ausentaron en la cena pro-fondos que su grupo organizó el pasado jueves tres de septiembre y a la que el único de Tierra y Libertad que se hizo presente fue el economista Pedro Francke.
Los demás personajes representativos del grupo de Arana, como la exregidora municipal Marisa Glave o el exviceministro del Ambiente, José De Echave, brillaron por su ausencia. Los detalles no son más que un síntoma. Nos vemos en cuatro semanas.
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