En la casa de la familia de Verónika Mendoza, en Andahuaylillas, huele a maíz. El mismo olor que, recuerda ella, atraía a la gente del pueblo a comprar la chicha que preparaba su abuela. Mendoza, ahora con 34 años, ha regresado hasta este distrito cusqueño por el mismo aroma. El maíz es el recuerdo de su abuela y de la deuda que aún dice mantener con ella y que parece empezar a saldar con el anuncio de su precandidatura presidencial dentro del Frente Amplio de Izquierda.
Aquí la entrevista completa:
Luego de hacerse conocida en los últimos cinco años por sus intervenciones como congresista en los plenos y las comisiones dedicadas a temas de derechos indígenas, medio ambiente y cultura, Verónika busca ahora ser el símbolo de una nueva clase política en las próximas elecciones nacionales.
El conflicto en Espinar, en el 2012, motivó su alejamiento del nacionalismo después de menos de un año de iniciado el gobierno. Se trató del distanciamiento del Partido Nacionalista del cual había sido parte desde el 2004. Pero ante las primeras muertes como causa de los conflictos sociales, renunció junto con Javier Diez Canseco y Rosa Mavila.
“Creía que se podía cambiar las cosas desde el gobierno, pero nos traicionaron y no estuvimos preparados para garantizar que aquello que se había ofrecido se cumpliera”, confiesa a LaMula.pe. “Alguien tenía que reivindicar toda la esperanza que había depositado la gente en el proyecto nacionalista”.
Ya en 2009, después de sus estudios en Psicología en la Universidad Diderot y un máster en Ciencias Sociales en la Universidad Sorbonne Nouvelle, la muerte de 33 personas durante los enfrentamientos en Bagua la convenció de que su camino era la política.
“En pleno siglo XXI es inadmisible que haya gente que tenga que morir en nombre de un supuesto desarrollo económico”, explica. “No podemos seguir hablando de desarrollo si se pasa por alto la muerte de hermanos y hermanas”.
Hija de dos profesores –él de filosofía en secundaria y ella, que ya falleció, de matemática en la Universidad del Cusco–, Mendoza ahora quiere demostrar que la política se puede hacer de manera conjunta y “diferente”, las dos banderas que ha alzado en su carrera para ser la candidata oficial de la izquierda. Ambas premisas son “la traducción política” de todo aquello que aprendió en Andahuaylillas.
“Sigo estando maravillada por el conocimiento y la sabiduría de la gente de estos pueblos, que saben tanto sobre cómo sacar frutos de esta tierra, que saben tanto sobre cómo cuidar enfermedades del cuerpo y del alma, que saben tanto sobre compartir y trabajar en comunidad, sobre resistir ante las adversidades, las situaciones económicas difíciles, las sequías y las heladas que malogran los cultivos y que los ponen ante situaciones críticas frente a las cuales tienen que seguir adelante”, explica desde la casa de su infancia.
De ahí que la agrupación política de la que forma parte lleve el nombre de Sembrar y que en su manifiesto reivindique “la necesidad de renovar radicalmente la política, como construcción colectiva y solidaria, asumiendo la coherencia entre el discurso y la práctica, entre lo público y lo privado, como el tronco firme desde el cual nos abrimos y florecemos, echando raíces en las luchas históricas de nuestros pueblos, en su tradición, diversidad y creatividad, en las luchas cotidianas de las peruanas y los peruanos”.
Verónika Mendoza, la mayor de tres hermanas, aprendió del escritor Eduardo Galeano, que se puede revolucionar, a pesar de que muchos dicen que el estado actual de las cosas es el único posible; de Jose María Arguedas, que la tradición y la cultura son una fuerza liberadora; y de Julio Ramón Ribeyro, la necesidad de maravillarse por los pequeños gestos de dignidad que le devuelven la esperanza a la gente.
A mes y medio de las elecciones internas del Frente Amplio de Izquierda, que la podrían meter en la competencia contra dos expresidentes, un exministro de Economía y la lideresa del partido con más escaños en el Congreso, Verónika Mendoza ha regresado a la casa donde aprendió a caminar para tomar el impulso necesario de cara a la carrera más importante de su vida política. Expectativas sobran.
(Foto de portada: Alberto Venero / Verónika Mendoza con su familia)