¿Cómo garantizar que suficiente gente vaya a ver una película para recuperar una inversión? Esta pregunta ha sido respondida de distintas maneras durante los últimos cien años, desde la creación del primer tráiler, que promocionaba el siguiente episodio de una serie en 1912.

Desde entonces, la promoción de películas se ha convertido en un arte en sí mismo, aprovechando las herramientas cinematográficas de edición y creación de ambiente a través del sonido y la iluminación, la tipografía y los momentos impresionantes.

La página Hopes&Fears ha realizado una historia de esta forma de promoción cinematográfica a partir de las herramientas que se han utilizado para transmitir ciertos significados y algunos ejemplos notorios que han sido imitados a lo largo de los años. Así, su recopilación expone algunos modelos que marcaron épocas de los tráilers.

Uno de esos modelos fue el desarrollado por el National Screen Service (NSS), que monopolizó la industria de la promoción cinematográfica entre 1919 y 1955. Su modelo consistía en:

1. Tipografía y texto (expresiones tomadas de la época del cine mudo, como "Nunca viste algo como esto" y "¡Sensacional! ¡Maravilloso! Un romance inmortal!").

2. Narración hablada para aclarar las complejidades de la trama.

3. Música para generar el ambiente de intriga, peligro, romance y buenos sentimientos de la película.

4. Montaje, tomas cortas y líneas de diálogo para formar los personajes.


En la década de 1960, después de la caída del monopolio del NSS y la crisis del cine gracias al éxito de la televisión, algunos autores de cine como Hitchcock y Kubrick empezaron a experimentar con la versatilidad del formato del tráiler. Así, Hitchcock nos daba un tour por la casa de Psicosis:

Kubrick, por su parte, conseguía con el tráiler para Dr. Strangelove establecer no solo la seriedad del tema -la bomba atómica- sino la aproximación histérica a él:

Diez años después, Steven Spielberg prácticamente inventaría el concepto de blockbuster con Tiburón, una de las primeras películas 'de verano' (estrenada en el verano del hemisferio norte) cuyo tráiler revelaba toda la historia, menos el desenlace.

La tendencia de la mini película se vio reforzada con el surgimiento de la 'voz de Dios', cuyo mayor representante, Don LaFontaine, narró alrededor de 5 mil tráilers durante tres décadas. La narración ponía al espectador en contexto (con frases como "En un mundo devastado", "En una época de desesperación", etcétera), mientras las imágenes y el sonido presentaban buena parte de la historia y estructura de la película.

Desde entonces, especialmente las películas de acción han tenido una tendencia a hacer tráilers que parecen una mini película -llegando al extremo de revelar algunos de los shocks de la trama, como cuando Schwarzernegger se vuelve bueno en la segunda película de Terminator-.

Cada vez más, los tráilers son en sí mismos atracciones de entretenimiento, especialmente gracias al internet. Esta herramienta permite no solo una difusión sin precedentes -y gratuita- de la publicidad, sino que ha dado pie a la creación de tráilers para los tráilers y teasers para los tráilers para los tráilers. 

Usando imágenes de las películas y apoyándose especialmente en la estructura narrativa, la nueva ola de la promoción cinematográfica funciona a partir de un nuevo modelo:

- La línea de suspenso: Es el momento en que la música se calla para dar pie a una sola línea de diálogo.

- La crecida: El gran crescendo hacia el que se construyen los tráilers (normalmente empieza después de una línea de suspenso).

- Golpes: Los 'booms' dramáticos y latentes que puntúan los tráilers.

- El botón: El susto o broma que viene inmediatamente después de la revelación del título para terminar el tráiler con un gran golpe o risa.

El paradigma para el uso de la crecida y los golpes es el tráiler de Inception, de Christopher Nolan:

Todos estos cambios -y su permanencia- dependen de la respuesta de la audiencia, pero en muchos casos -como Dr. Strangelove y Psicosis- las grandes innovaciones ocurren gracias al genio de directores adelantados a su tiempo. 

Por lo pronto, la constitución de la promoción cinematográfica como un arte en sí mismo ayuda a crear nuevas formas de contenido cada vez más interactivo y dependiente del público, como fue la publicidad para The Hunger Games: Mockingjay, Part 1:

[Via Hopes&Fears.]


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