Después de que Taylor Swift lanzara, hace cerca de un mes, su video Bad Blood, repleto de cameos completamente gratuitos de unas 20 chicas famosas, Madonna le ha seguido la corriente sacando el video clip de Bitch, I'm Madonna.

En el video, Madonna hace un recorrido de cuatro minutos por una especie de fiesta gigante en un penthouse en el que se encuentra con una serie de celebridades, desde el comediante Chris Rock hasta el productor Diplo, pasando por Beyoncé, Miley Cyrus y Katy Perry.

Todo el video parece un recordatorio larguísimo de que Madonna es Madonna, la diva que no envejece, la más popular de las populares, la primera mujer en besar a otra mujer en el escenario (aunque aquella vez fue Britney Spears, y en este video es una extra en un pasillo).

Todos los personajes repiten, como un mantra, 'bitch, I'm Madonna'. La verdad es que, si Madonna aun estuviese segura de su propia capacidad para ser el alma de la fiesta, quizá no tendría la necesidad de avalarse a sí misma invitando a todas las celebridades que en este momento son más populares que ella para su video.

Por último, 'bitch, I'm Madonna' es una frase que la cantante y bailarina ha podido usar durante ya unos treinta años. Hace treinta años, podría haber pegado. Hoy, está sobreentendido.

El video de Taylor Swift parece tener alguna intención narrativa y de ambiente -aunque la introducción de tantos personajes no permite seguir el hilo más que para exclamar, cada cierto rato, algo como '¡Ella es Lena Dunham!'-. El de Madonna, en cambio, es una forma de validarse demasiado similar al momento en que Jimmy Fallon hizo subir a su recién inaugurado escenario en The Tonight Show a unas 15 personas para 'pagarle una deuda'.

En el caso de Fallon, por lo menos, se trataba de una forma de avalar su inicio en el nuevo programa. La pregunta es si el show de Madonna pudo haber terminado hace unos 15 años.



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