Joseph Blatter es suizo, pero se estaba haciendo el sueco. Pese a los destapes de corrupción en la FIFA, el mandamás del fútbol persistió en postular a la reelección dos días después y, por supuesto, ganó. Ganó respaldado por todas las federaciones que sostienen esa gran mafia del balompié (incluida la federación peruana, que con Burga o sin Burga, igual votó por Blatter). 

Pero hoy, sorpresivamente, Blatter renunció. El quinto mandato le duró apenas unos pocos días y todo apunta a que se sintió acorralado por nuevas y contundentes revelaciones sobre el caso de corrupción.

El quid del asunto está en una carta. Una misiva que vino desde Sudáfrica y que confirmaría que la red de corrupción en la FIFA empieza desde su más alta cúpula (pese a que Blatter se lavaba las manos y decía no saber lo que hacían sus corruptos dirigentes).

¿Cómo así? El periodista peruano Juan Carlos Ortecho lo explicó en detalle desde su Twitter. Ocurre que cuando la fiscalía de Estados Unidos hizo las denuncias contra varios directivos de la institución mundial, resaltó el pago de US$10 millones en sobornos a Jack Warner, el presidente de la Concacaf. Todo para que vote por Blatter. Porque así funcionaba la cosa.

Y, según informó ayer el New York Times, quien hizo el pago desde Zurich -sede de la FIFA- fue Jerome Valcke, el brazo derecho de Blatter.

La misiva que sentenció a Blatter lo confirma: la Federación Sudafricana de Fútbol le pidió expresamente a Valcke que haga el pago a Warner (todo enmascarado en el llamado Programa Legado Diáspora).

la carta decisiva.

Y lo que vino después, ya se conoce: la FIFA organizó de urgencia una conferencia de prensa y se convocó a nuevas elecciones.

Como en el póker, una sola carta mató al mejor jugador. Ahora, Blatter se juega el tiempo de descuento. Y tiene mucho, muchísimo que responder.


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