- Milena Vallejos (Virna Flores), una activista ambiental que trabaja en una comunidad más o menos remota de la Amazonía peruana, desaparece en un accidente de bote más bien sospechoso.

- Su novio, Giovanni (Ismael La Rosa), va primero a Iquitos y después a la comunidad de Nueva Esperanza esperando encontrarla viva.

- Durante su búsqueda, Giovanni se empieza a dar cuenta de que Milena estaba investigando algo que iba más allá de su trabajo como ambientalista, y esa podría ser la razón de su desaparición.


Dorian Fernández-Moris dirige esta superproducción peruana que representa una de las inversiones más grandes que ha visto el cine nacional en su historia. El resultado son 100 minutos de suspenso de los cuales 80 suceden en plena Amazonía peruana.

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Las anteriores producciones de Fernández-Moris y su productora AV Films, los largometrajes de terror Cementerio General y Secreto Matusita, parecían más una forma de aprovechar la oleada de popularidad de las películas de terror que intentos cinematográficos serios. Desaparecer, en cambio, es una apuesta por la calidad en el nivel comercial: un thriller con temática local que usa tecnología de punta para conseguir una narrativa fluida que engancha al público.

En este sentido, parece injusto que la cadena Cineplanet haya decidido no poner Desaparecer en sus salas de Miraflores y Jesús María, algo que suele hacer con las películas de terror de baja calidad que considera de poco interés para su público más ‘pituco’. También parece injusto que, en el día de su estreno, la sala de Desaparecer en UVK Larcomar estuviese más bien vacía, siendo esta una cinta tan comercial –aunque no tan cara de producir y ciertamente más inteligente– como la franquicia de Búsqueda implacable, aunque con la valiosa adición de que uno puede ver su propia ciudad retratada en ella.

Más allá de los caprichos de un público imprevisible, Desaparecer es, sin duda, una película que vale la pena ir a ver, porque es un producto de entretenimiento multifacético y con conciencia de la realidad.


la imagen

Buena parte de la impresión positiva que causa, de entrada, Desaparecer, se debe a su dirección de fotografía, realizada por Gabriel Di Martino. Di Martino ha mostrado un empeño extraordinario por no solo apoyar visualmente una narrativa que se vuelve progresivamente más complicada sino, además, prestar atención a los detalles y la riqueza paisajística que ofrecen las localidades de filmación. Esta atención permite que Desaparecer no sea solamente una película de acción y suspenso, sino un documento cinematográfico que retrata al Perú como escenario reconocible. 

AV Films parece haber gastado la mayor parte de su presupuesto en la compra y traslado de cámaras y drones (dicen que llevaron cerca de dos toneladas de equipos a Iquitos), y Di Martino y el post productor Luis Enrique Alfaro hacen uso de esa tecnología para demostrar –para bien o para mal– que el dinero realmente juega un factor primordial en la realización de una buena película. Por lo demás, todo esto no hace más que elevar los estándares de producción y perfeccionismo para el cine comercial peruano (te estoy hablando a ti, Asu Mare 2).


el casting

Otro factor que hace de Desaparecer una cinta divertida y magnética es su ensamble de actores secundarios: Oscar Carrillo, Fernando Bacilio, Teddy Guzmán y Reynaldo Arenas son solo algunos de los actores peruanos que se lucen con personajes que les hacen honor a sus carreras. Especialmente la actuación de Bacilio (a quien vimos el año pasado en la espectacular El Mudo, de tono más indie) es escalofriante y tiene una evolución inaudita para un personaje que aparece tan poco

La elección de Ismael La Rosa y Virna Flores como protagonistas es más dudosa, y podría ser la causa del aparente mal inicio de Desaparecer en la taquilla (o al menos en la miraflorina): como personajes poco conocidos en el medio nacional, no hay mucha gente que vaya al cine para verlos a ellos, y la verdad es que sus actuaciones podrían ser más sustanciosas. Dorian Fernández-Moris me dijo que le habían gustado por ser una pareja en la vida real –el famoso argumento de la química–, pero los actores aparecen juntos en una sola escena de la película, y tampoco es que su química en pantalla sea extraordinaria.

Ismael La Rosa tiene algunos momentos bastante convincentes, como la conversación con el policía de Oscar Carrillo en el salón de clases de Milena. Por lo demás, sus escenas son más bien planas, aunque el guión tampoco le da muchas oportunidades para mostrar un rango.

Virna Flores, por su parte, tiene pocas escenas. Su actuación central, con la línea intensamente repetida en los avances “No estoy aquí para hablar de mis cosas sino para que tú la pases bien”, es más bien lenta y tensa –en una escena que pretende sentar las bases de una relación constante y segura–. Es una pena, porque sus otras apariciones, a las que Desaparecer da menos énfasis, son más sinceras.


el guión

Algo que me preocupaba antes de ver Desaparecer era la fórmula ‘chico salva a chica’ en la que parecía posible que incurriese. Sin embargo, durante la película se vuelve cada vez más claro que Milena no es una damisela en apuros, sino que su trabajo y su convicción la han llevado a una situación cuyas magnitudes se vuelven imposibles de controlar. 

Por lo demás, el guión de Desaparecer, escrito en conjunto por Fernández-Moris y Paco Bardales, tiene una estructura de suspenso bastante directa con pistas introducidas en dosis controladas. El control ejercido sobre las pistas permite darle un par de vueltas a la tortilla de la historia, sin llegar a una complejidad que impida al espectador tener una visión de conjunto al final de la película.

Gracias a su condición de ‘independiente’ –la mayor parte fue financiada por AV Films– Desaparecer se permite tomar algunas decisiones creativas poco convencionales, con un tono de denuncia y unos personajes no estereotipados que la hacen más bien imprevisible y, por lo tanto, bastante más divertida que el clásico blockbuster en el que sabemos que al final todo saldrá bien.

Hace un tiempo afirmé, de manera más bien pesimista, que Atacada dejaba espacio para el optimismo en el cine nacional que apunta al gran púbico nacional. Me retracto: si a partir de ahora va a haber una industria de cine comercial peruano, el optimismo es pensar que seguirá la línea de Desaparecer.



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