Francia siempre ha sido un referente en la literatura mundial. En el Perú, por ejemplo, su influencia se puede apreciar en la obra de importantes autores como Julio Ramón Ribeyro o Mario Vargas Llosa (el sartrecillo valiente antes de su conversión liberal).
El año pasado, la Academia Sueca decidió otorgarle el Premio Nobel de Literatura al escritor francés Patrick Modiano. Seis años antes, un compatriota suyo, Jean-Marie Gustave Le Clézio, también había ganado el favor de los suecos.
Pero los libros franceses también saben de polémica. Recientemente, Michel Houellebecq ha causado una hecatombe en los medios culturales con la publicación de Suimision, una novela que presenta una Francia del futuro gobernada por islamistas (Anagrama ya anunció la publicación de la traducción al español para noviembre). Para muchos, su aparición ha sido contraproducente en vista de la cercanía del atentado contra el semanario francés Charlie Hebdo que dejó un saldo de doce muertos. En tanto, el narrador francés ha reclamado su derecho a “escribir una novela islamofóba”.
La memoria y el islam, el recuento de la historia y la exposición de una Francia donde la inmigración ha generado un nuevo panorama social y político han otorgado nuevos insumos a sus escritores.
Pero, ¿son estos los únicos temas de la literatura francesa de estos tiempos? Desde luego que no. Conozcamos a tres autores galos que han despertado, a partir de sus personales temáticas, la admiración de los lectores.
- Emmanuel Carrère
Quien se acerca a las últimas publicaciones de Carrère (París, 1957) puede verse tentado a imaginar los rostros de los maestros del Nuevo Periodismo, esa pandilla de periodistas norteamericanos que decidió mandar al tacho el manual de redacción de comunicación para impregnar sus textos con un inacabable hedor literario. Y es que Carrère, luego de escribir cinco novelas le dio la espalda al género novelesco para contar la vida de seres extraños, golpeados por la vida y, más precisamente, reales. Personas como un doctor que tras dieciocho años de práctica profesional asesina a su familia. El libro, titulado El adversario (L'Adversaire), fue traducido a 23 idiomas y ha sido catalogado por el Paris Review como la versión francesa de A sangre fría de Truman Capote.
Luego, volcaría su mirada a su abuelo materno (a pesar de la negativa de su madre, la reconocida historiadora Hélène Carrère d'Encausse), un inmigrante ruso que sirvió como traductor en el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial.Pero el crimen y la familia (o ambos juntos) no bastan. Carrère nos tenía preparado un acercamiento a un hombre que encarna en sus decisiones y experiencias, la heroicidad y bajeza de la historia: el político y escritor Eduardo Limónov.
Limónov expresa, a través de su prosa las idas y venidas de un hombre que respiró de la política, el crimen, los amores fugaces y, por supuesto, las malas compañías. Una persona que en palabras de su autor "es alguien que ha vivido siempre según los valores que tenía de pequeño" (puedes leer un fragmento del libro aquí).
- Marie Darrieussecq
Mirarse al espejo puede ser un acto tan sencillo como misterioso. Una alabanza cotidiana y silenciosa a nuestra belleza que puede esconder muchas preguntas.
Para Marie Darrieussecq (Bayona, 1969), mirarse en el espejo significó atrapar en el aire el germen de su primera novela Marranadas (Truismes) publicada en 1996. El éxito llegó muy rápido para este libro que narra la transformación de una mujer en cerda. El cambio corporal conlleva también el desarrollo de instintos animalescos. Aunque muchos cayeron en el cliché de llamarla novela erótica, lo cierto es que esta ópera prima fue escrita, en palabras de la escritora, para “ir contra los tópicos, los prejuicios y las perogrulladas”. Hay, entonces una critica humorística y cruel contra los convencionalismos mediocres adheridos en la sociedad francesa. Y esa unión de lo femenino y lo animalesco también está presente en los quince relatos que forman Zoo (2006), otras de sus publicaciones que generó mucho interés.
Pero Darrieussecq, al igual que Carrère , también reto su pluma disparándose a sí misma. En El Bebé (2002), el lector asiste a la exploración personal del embarazo. Un diario íntimo que recorre nueve meses “de una cohabitación trivial y, sin embargo, siempre asombrosa, hasta la primera separación y la entrada en la guardería”.
Faltaba, no obstante, un fresco erótico de nuestros tiempos. Un retrato del nacimiento y desarrollo de la sexualidad en nuestros días. Eso es Clèves. Su protagonista, Solange, una niña de diez años, recorre el sendero erótico que la pubertad le ha marcado. Así, se sucederán diferentes rituales, episodios que nos recuerdan que los actos cotidianos pueden estar marcados de un hálito sexual. Una crónica adolescente que revela, sin anteojeras morales, la efervescencia del erotismo cuando se descubre por primera vez.
- Jean Echenoz
Dejarlo todo atrás por doce meses. Esa es la premisa fundamental del libro Un año, una narración que sigue a Victoria, una mujer que renuncia su vida burguesa por un año tras la muerte de su amante. Mientras el dinero se diluye conforme pasan los días, se da inicio a una transformación que depara muchas sorpresas para el lector (especialmente hacia el final de la novela). Con un estilo sencillo, propio de quienes saben calibrar las emociones, Jean Echenoz (Orange, 1947) ha sabido posicionarse con éxito en la siempre exigente literatura francesa. Y lo ha hecho con gran versatilidad en cuanto a estilos. El narrador francés ha puesto en las librerías europeas tramas que evocan el género policial como en el Meridiano de Greenwich (1979), su primera novela. Al mismo tiempo, ha caído en la tentación de volcar su técnica literaria en el retrato de una persona de carne y hueso. En Correr (2008), su protagonista es el atleta checolosvaco Emil Zátopek (1922-2000) quien gano tres medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952 (5.000 metros, 10.000 metros y la maratón) con un estilo poco ortodoxo.
Pero la realidad también tiene olor a pólvora. 14 (2012) es la novela del escritor cuyo contexto histórico es la Primera Guerra Mundial (puedes leer un fragmento aquí) y que tiene como protagonistas a cinco jóvenes. Pero, ¿qué más se puede aportar, desde la literatura, sobre la Gran Guerra? Nathalie Crom de Telerama, citada por El País, responde: “Sin eludir la violencia ni el espanto, compone, por así decir, una partición entrecerrada y lacónica, todo salvo hiperbólica. La novela es fulgurante, precisa, grave; la guerra se convierte en una circunstancia crucial, perturbadora, para el destino anunciado de los individuos a los que ha decidido pegarse”
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