Este domingo 11 de enero fue la ceremonia de entrega de los Globos de Oro, otorgados por la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood. Los premios se dan a películas y series del año anterior, y este año la categoría de series estuvo plagada de nominaciones a las producciones de Netflix y Amazon, los nuevos gigantes de la televisión sin televisión.

Ya hace dos años que Netflix recibe nominaciones y algunos premios por series como Orange is the new Black y House of Cards. Este año, House of Cards se llevó el premio a Mejor actor en una serie de drama (Kevin Spacey). Además, fue nominada a Mejor serie de drama. Por otro lado, Amazon ganó dos premios importantes con su comedia Transparent: Mejor serie de comedia o musical y Mejor actor en serie de comedia o musical (Jeffrey Tambor).

Todo esto indica que los servicios por streaming y sus producciones se están ganando un espacio inédito en Hollywood y se codean con las productoras mayores como HBO y NBC. El streaming, además, no solo publica sus propias series, sino que ofrece de golpe todas las temporadas de las series que va comprando (por ejemplo, Netflix sacó para sus usuarios este 1 de enero todas las temporadas de Friends).

El éxito de los servicios de streaming va en ascenso y parece ser lo suficientemente rentable. Además, la falta de publicidad (todos sus ingresos son generados por suscripciones de los usuarios) les permite tomar riesgos como estrenar de golpe temporadas enteras de sus producciones propias y mostrar en sus capítulos historias para las que la televisión todavía no parece estar lista (el paradigma de esto es Transparent, que retrata a un padre transexual y su salida del clóset ante su familia).

Aunque mucho del dinero sigue en la TV tradicional, el problema más importante con el streaming es tecnológico: el internet no aguanta que miles de usuarios se conecten a ver un video en alta definición al mismo tiempo. Por eso, el servicio de HBO (HBO Go), que intentó transmitir en vivo los estrenos de capítulos de Game of Thrones, fue un gran fracaso. Sin embargo, lo que pasa es que HBO no ha entendido de qué se trata: hay que ofrecer todo el contenido para que el usuario haga uso libre de él. Así se evitan los embotellamientos cibernáuticos y los televidentes pueden, si quieren y tienen el tiempo, ver los 13 capítulos de una hora de House of Cards seguidos.

En este sentido, Kevin Spacey, protagonista y productor de House of Cards, afirmaba en el Festival Internacional de Televisión de Edinburgo, en 2013: “La audiencia ha hablado: quieren historias. Están muriendo por ellas. Están animándonos a darles las cosas adecuadas. Y hablarán de ellas, las verán en maratones. … Todo lo que tenemos que hacer es dárselas”.

En el mismo discurso, Spacey –doble ganador del Oscar– ‘predice’:

“En el próximo par de décadas cualquier diferencia entre las plataformas habrá desaparecido. ¿Son 13 horas vistas como un entero cinematográfico realmente distinto a una película? ¿Definimos una película como algo de dos horas o menos? Seguramente es algo más profundo que esto. … El soporte y la duración son irrelevantes. Las etiquetas son inútiles. … Para los chicos que están creciendo ahora, no hay diferencia”. 

Así, es probable que en los próximos 20 años -si no mucho antes- dejemos por completo de ver televisión como la conocemos ahora: dependiendo de los horarios y la programación de los canales, ‘zapeando’ a ver si encontramos algo que nos interese. Más bien, podríamos tener a disposición todos los contenidos y enseñarles a los servicios nuestras preferencias.



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