El hombre poderoso del gobierno de Ollanta Humala, el ministro que lo sabía todo y decidía mucho, más allá de su cartera. El engreído del jefe de Estado y de la primera dama. El funcionario que habría bajado el dedo al expremier César Villanueva. El ministro que decían que se iba, pero no se iba; que habría amenazado con renunciar si el gobierno mantenía su afán de comprar los activos de Repsol. El ministro cuya designación en el portafolio más importante habría hecho posible la 'tranquilidad' de la clase empresarial peruana frente al mandatario nacionalista. El ministro que se dice estuvo involucrado en el lobby a favor de la Corporación Lindley en la fallida 'Ley Coca-Cola'. El funcionario que renunció poco después de este escándalo. Luis Miguel Castilla, el ministro de Economía que empezó en el primer gabinete humalista y duró hasta setiembre del año pasado, es ahora el embajador del Perú en EEUU, en reemplazo de Harold Forsyth, según las Normas Legales del diario oficial El Peruano.

"Voy a seguir apoyando al presidente Humala en lo que él considere pertinente para lograr los objetivos trazados por su gobierno de un mayor crecimiento con inclusión y de generar políticas públicas más efectivas”, dijo a la prensa luego de oficializarse su renuncia. Y todo indica que no nos equivocamos cuando pensamos que su sombra seguiría ligada a Palacio.

Ya en diciembre pasado, el gobierno peruano había pedido oficialmente al Departamento de Estado de EEUU el visto bueno para nombrarlo como su representante en ese país. La respuesta fue rápida y positiva.

Un 'premio' que no sorprende, dicen muchos. ¿Beberá harta Coca-Cola?


Recordando a Castilla:

¡Ampay me salvo! o ¿por qué se fue Castilla?

Y un día se fue

El destape de la Coca-Cola de Luis Miguel