El año pasado reeditó La última cena: 25 años después, libro en el que muestra las aproximaciones y visiones que ofrecieron los poetas peruanos de los años ochenta. "[... hice una lectura de estos poetas … que brindaron una serie de entrevistas que yo las tenía y cuando las volví a leer me di cuenta de que al hablar de su quehacer como poetas inevitablemente se referían a la violencia política. Entonces acababa de aparecer el informe de la Comisión de la Verdad y estábamos todos repensando este tema (de la violencia). Escribí el ensayo a partir de las declaraciones de estos autores, repensé la poesía de los ochenta y sobre lo que significó ser poeta durante la guerra. Publicarlo en forma de libro propone presentar el balance que hice entonces y, además, incluyo las entrevistas que estos poetas dieron en esa época a diversos medios de comunicación", contó entonces el poeta Paolo de Lima a Jaime Cabrera.

foto: gianmarco castillo / lamula.pe

Según Juan Paolo Gómez Fernández, su nombre real, los poetas peruanos más representativos del periodo –los 'Tres Tristes Tigres' y los miembros del movimiento Kloaka– internalizaron la violencia de tal modo que transformaron su propio lenguaje, otorgando así a la tradición letrada del país una renovación del concepto mismo de escritura poética. Y esto se refleja en el libro que publicó el año pasado: Poesía y guerra interna en el Perú (1980-1992). "Tenía en mente considerar otros más, pero tuve que delimitar la selección de autores para poder cumplir con los tiempos. Opté por trabajar sobre la obra de 3 poetas de la Católica y 3 poetas de San Marcos: los 'Tres Tristes Tigres' (Mendizábal, Chirinos, Mazzotti), que publicaron juntos una revista, Trompa de Eustaquio, en el 80-81, y tres integrantes de Kloaka (Santiváñez, De Ramos y Ruiz-Rosas), que es un grupo que existió del 82 al 84. Me interesó trabajar con poetas de la Católica y San Marcos porque son los dos más importantes centros de estudios tradicionales de letras; además el interés era también auscultar la joven poesía que comenzaba su camino en la tradición literaria en ese momento, en un periodo que está marcado por la guerra interna", dijo el poeta recientemente a LaMula.pe.

En el nuevo número de ReVista, publicación del David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Universidad de Harvard, Paolo Lima vuelve a este tema.


 

Poesía y guerra interna

En mi libro Poesía y guerra interna en el Perú (1980-1992), publicado el 2013 en New York por The Edwin Mellen Press, estudio seis poetas que hacen su aparición como escritores durante una de las décadas más difíciles de la historia republicana peruana, atravesada por una cruenta guerra interna que dejó un saldo de más de 69.000 muertos, miles de desaparecidos y de viudas, huérfanos, desplazados y mutilados. Esta situación inusitada explica el criterio de selección a partir del cual establezco un corpus de cuarenta y un poemas, definido en función de la relación directa o indirecta que esos textos establecen con la guerra. Esto de ningún modo implica que la producción literaria de los seis autores se limite exclusivamente al periodo histórico 1980-1992 y al contexto de la violencia política abordado. Dicha producción, tanto temática como formal, es múltiple y variada en cada uno de estos poetas, cuya obra toda (en plena elaboración y producción) remite a diversas épocas y a experiencias más allá de las por mí estudiadas. Sin embargo, dicha coyuntura histórico-política, sin duda, marcó sustancialmente su poesía. Estos autores abordan desde diferentes perspectivas la realidad político-social del inocultable fenómeno de la violencia política de una manera que trasciende la mera preocupación temática.

raúl mendizábal en el coloquio 'Poesía & Rock en el Perú de los 80'. Casa de la Literatura Peruana, julio 2014

Esos poetas son los “Tres Tristes Tigres” Raúl Mendizábal, José Antonio Mazzotti y Eduardo Chirinos, y tres integrantes destacados del grupo “Kloaka”: Domingo de Ramos, Róger Santiváñez y Dalmacia Ruiz-Rosas. Todos ellos nacieron entre los años 1956 y 1961, y empezaron a producir y publicar sus primeros textos en Lima entre finales de la década del setenta e inicios de la del ochenta. ¿De qué sector social y cultural provienen estos autores? Los seis pertenecen a la pequeña burguesía ilustrada. Nacieron tanto en barrios residenciales de la capital limeña (Mazzotti, Chirinos, Ruiz-Rosas) como en otros lugares de la costa peruana: Santiváñez y Mendizábal en la pequeña ciudad norteña de Piura y De Ramos en un caserío en el departamento de Ica, al sur de Lima, con lo que tenemos a un grupo de autores cuya visión del país está filtrada, en primer término, por esa pertenencia a una misma región natural históricamente asociada con lo hispano colonial y lo occidental en general, a diferencia de la sierra andina y la selva amazónica, que guardan una relación de dependencia directa respecto de los grupos dominantes criollos, y su vinculación con las metrópolis occidentales está más mediatizada por la burguesía criolla intermediaria.

Mazzotti ha escrito también sobre cómo se entiende en eeuu la relación entre literatura y la violencia politica / foto: harvard.edu

Durante la década del ochenta, estos autores se hicieron de una educación superior en dos prestigiosos centros de estudios ubicados en la capital: la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, aunque hay que anotar que Mazzotti estudió en ambas a la vez, y sirvió de nexo entre un grupo y otro. Los “Tres Tristes Tigres” estudiaron en la Católica, y los “Kloaka” en San Marcos. Esta es una primera diferencia importante que se debe tomar en cuenta entre estos dos grupos de poetas. La Universidad Católica es privada y está considerada como un espacio privilegiado al que solían acceder principalmente las clases acomodadas. San Marcos es una universidad administrada por el Estado, de ahí que sea de acceso gratuito, por lo que siempre ha sido considerada como un microcosmos del país.

ESTE AÑO, EDUARDO CHIRINOS PUBLICÓ EN ESPAÑA EL POEMARIO 'MEDICINAS PARA QUEBRANTAMIENTOS DEL HALCÓN' / foto: TERESA CABRERA

A su vez, estos seis poetas tuvieron una presencia activa al interior del circuito literario “oficial”. Son, pues, escritores profesionalizados o con aspiraciones de serlo, conscientes de una tradición literaria tanto nacional como occidental, tal como puede apreciar en los intertextos que atraviesan el corpus. Aquí es pertinente señalar que en la crítica literaria peruana suele hablarse de circuito “oficial” para denominar el corpus impreso en español “culto”, es decir, la producción que se modela sobre la base de una concepción occidental de la literatura, y que es aceptada como la única por los aparatos ideológicos del Estado, esto es, programas escolares, universitarios, periódicos, editoriales, etc. Es “oficial” (entre comillas) no porque necesariamente converge con un programa político o un gobierno, sino porque se adecúa al sistema de dominación cultural vigente, es decir, a lo que Martín Lienhard llamó la prevalencia del estrato superior de la “diglosia cultural”, que desconoce la validez literaria y hasta cultural de una inmensa producción oral y en lenguas indígenas.

domingo, un poeta clave del Perú contemporáneo, volvió ESTE AÑO al centro de la escena / foto: ana cabrera

Para situar mejor al lector, y a riesgo de simplificar el complejo periodo 1980-1992 en el que he delimitado mi estudio, me parece apropiado detallar algunos acontecimientos cruciales relativos a la aparición de la guerra interna. Así, tenemos que en el año 1980 coinciden dos hechos de suma importancia. Por un lado, se produce el retorno del sistema democrático constitucional con Fernando Belaunde Terry (1980-1985) luego de doce años de dictadura militar. Este retorno implicó la apertura de los mercados de importación, reprivatizaciones y la entrada inicial de la globalización económica en el país. Paralelamente, dicha apertura coincidió con el inicio de la lucha armada del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, el cual dio origen a la espiral de la violencia política y su correspondiente “guerra sucia” como respuesta desde el Estado. Por otro lado, 1992 es el año del inicio de la dictadura de Alberto Fujimori. Este gobernante fue elegido democráticamente en 1990, pero el 5 de abril de 1992 dio, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, lo que fue calificado como un “autogolpe”, que posibilitó restricciones de las garantías individuales, que fueron justificadas desde el poder por la captura del líder senderista Abimael Guzmán el 12 de septiembre de ese año. En mi libro, pues, abordo un periodo histórico que, desde el punto de vista político, se presenta bajo la forma democrático electoral; periodo que es un paréntesis entre dos dictaduras, una militar y otra cívico-militar, y que se vio fuertemente afectado por la presencia y despliegue inédito de un sangriento enfrentamiento civil. Hay que destacar, a su vez, que este periodo democrático se encuentra enmarcado por la promulgación de dos constituciones, la de 1979 y la de 1993, las cuales, coincidentemente, entraron en vigencia durante el ejercicio de gobiernos dictatoriales, los de Morales Bermúdez y Fujimori, respectivamente.

roger santiváñez reeditó en el 2013 su tercer poemario, "el chico que se declaraba con la mirada".

El historiador Alberto Flores Galindo (1949-1990), en un texto redactado en 1987, pero publicado póstumamente en 1999, elaboró una metáfora del péndulo para explicar el periodo descrito. Vale la pena detenerse un instante en el significado de esta metáfora, pues permite entender con mayor claridad el paréntesis democrático entre 1980 y 1992. En palabras de Flores Galindo de su libro La tradición autoritaria, la historia republicana del Perú puede ser vista como “el ir y venir de un péndulo en cuyos extremos se ubican civiles y militares, sinónimos de democracia y autoritarismo, respectivamente”. Durante el periodo de la violencia política, sin embargo, “la imagen del péndulo se desdibuja, así como se aproximan, en la práctica, civiles y militares”. ¿Por qué es importante destacar esta imagen? Para tener en cuenta que es dentro de un Estado de derecho, si bien desdibujado (por la fusión entre los polos civil y militar, democrático y dictatorial), donde se elaboran los poemas del corpus. Cabe decir, pues, que la producción de los poetas analizados surge dentro de un relativo estado de libertad de expresión, que, sin embargo, se vio coaptado por la estrategia estatal de neutralizar voces disidentes radicales. Estos poetas, si bien pertenecientes a la franja social de los intelectuales, presenciaron de manera directa el deterioro de la sociedad civil en vías a una creciente militarización y, por lo tanto, un estado de angustia y temor generalizados. Nos encontramos, así, en este periodo 1980-1992, en medio de una nación conducida por un Estado democrático, que, sin embargo, posibilitó la completa militarización de grandes porciones de su territorio, sobre todo de los Andes, columna vertebral del Perú, así como el control férreo e indiscriminado en las ciudades.

además de poeta, dalmacia ha sido cronista visual de toda la contracultura limeña desde 1980 hasta los años 2000 / foto: ana cabrera

La violencia política, ejercida tanto por los aparatos represivos del Estado como por los grupos alzados en armas, con variantes como el etnocidio y el genocidio, y en la que entra perfectamente la “guerra sucia” que libraron el Ejército peruano y los movimientos subversivos, está relacionada con los “aires neoliberales” que, en el plano cultural del segundo belaundismo, guardaban consonancia con fenómenos literarios explicables dentro del contexto del capitalismo tardío (o multinacional) y su secuela de liberación de las importaciones de bienes de consumo en lugares que hasta hace poco estaban privados de ellos. En el plano político, una de las constataciones más terribles fue verificar cómo el rostro del Estado neoliberal se reveló en sus dimensiones más sórdidas durante la “guerra sucia”. Por ello, es importante recalcar el contexto, pues, en la lectura que realizo de los cuarenta y un poemas escogidos, encontraremos rasgos de esa radicalidad de opciones, de ese desasosiego y desconfianza que se da en la década de los ochenta de manera mucho más clara y contestataria que en décadas anteriores, hasta el punto de desarrollar nuevas focalizaciones y fracturas en la visión y la dicción de los nuevos sujetos de escritura.


(Foto portada: Gianmarco Castillo / LaMula.pe)


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