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foto: ana cabrera

¿Quién es #Dalmacia?

Lejos del barullo de pantallas de ordenadores y teléfonos -espejos negros para la repetición sin reflejo- la estampa de la poeta Ruiz Rosas emerge de un texto de Alfredo Vanini. Vacuna para el viral. 

Publicado: 2013-08-15

Comparto con los lectores de LaMula un texto de Alfredo Vanini sobre Dalmacia Ruiz Rosas, escrito en reacción al tono de la repentina notoriedad virtual y mediática que alcanzó involuntariamente la poeta la semana pasada, cuando se viralizó el registro en video de una accidentada lectura de poesía.


Dalmacia, gigante Dalmacia

Por Alfredo Vanini

Nuestro país es siempre ingrato con sus mejores y más talentosos hijos. El poeta Vallejo, enfermo, suplicando desde el inclemente invierno parisino un pasaje en barco para regresar al Perú, el poeta Eguren caminando diariamente, en tiempos de la llamada “patria nueva”, los cerca de 10 kilómetros, ida y vuelta, que hay de Barranco a Lima, porque su miserable sueldo no alcanzaba para el tranvía; en épocas más recientes, Martín Adán, cuyas primeras ediciones se venden hoy por cifras enormes, agonizando en un hospicio; Víctor Humareda, cuyos óleos adornan las oficinas de un par de empresarios mineros, viviendo sus últimos años en un hotel mugriento, Javier Heraud, asesinado por la policía a pesar de estar indefenso y desarmado en medio de un río, Calvo sordo, Romualdo pobrísimo. Y la lista podría seguir, doliente y desconsolada. Mal síntoma que nuestro patriotismo se apoye hoy en un plato de comida y no en seres humanos, los creadores, proveedores del alimento del espíritu que tanta falta nos hace tras largos años de odio y muerte.  

Una nueva versión de ese viejo desprecio se ha dado con una de nuestras escritoras vivas más valiosas: la poeta Dalmacia Ruiz Rosas. El incidente es en verdad trivial: leyendo sus poemas en un local barranquino que funge de “subte”, un sujeto ebrio interrumpía la lectura, lo que provocó la furiosa y compresible reacción de Dalmacia. Tras un breve altercado, el sujeto es expulsado. Todo ello no hubiera sido más que la anécdota de un evento torpemente organizado en el lugar incorrecto. Pero ha sido la repercusión morbosa, la tergiversación burda por parte de los medios de la derecha ignorante y el escandaloso silencio de muchos y muchas que se autodefinen “del medio cultural” lo que nos duele e indigna a muchos. Pero ¿quién es Dalmacia Ruiz Rosas?

Me remonto al primer recuerdo que tengo de ella: elegantísima, imponente desde su metro 78 de estatura, pero cálida a la vez, con una voz potente que, lo supe luego, le venía de su madre, la extraordinaria actriz Dalmacia Salmohod. Dalmacia leía poemas en un salón de la Universidad de San Marcos hacia 1985-86 y yo, como todos aquellos que no llegábamos a los 20 años en esos turbulentos tiempos, nos sentíamos hechizados por una mujer que hablaba de cosas de la calle, de cosas que bullían alrededor nuestro cotidianamente: la música, el amor (el desamor, y otra vez el amor), la aventura, la violencia, la yerba, el sonido y la furia, el sosiego y la lucha. Dalmacia no es una poeta recién surgida, Dalmacia formó parte de Hora Zero, de La sagrada familia (1970s), y compañera de ruta del grupo Kloaka (1980s); luego siguió un camino en solitario, con una poesía cada vez más precisa, más densa, pero siempre ligada a lo cotidiano, a la vida real que se vive en esta calles y no en parnasos imaginarios. A menudo reducida por el canon machista a la condición subalterna de “musa”, Dalmacia ha sabido hacer oír su voz propia (en cuatro libros publicados), en medio de grupos de fuerte presencia masculina. De otro lado, recuerdo a Dalmacia en otra faceta no menos importante: co-dirigiendo con Piero Bustos un programa de radio, cronista visual de toda la contracultura limeña desde 1980 hasta los años 2000, siempre con una cámara fotográfica en mano, registrando recitales y conciertos de rock desde inicios de la década de 1980. ¡Qué archivo impresionante preservamos gracias a la presencia activa y constante de Dalmacia Ruiz Rosas, dueña de un capital cultural que le viene de cuna (es hija del pintor Alfredo Ruiz Rosas), educada en los mejores colegios y cuyo hogar es un verdadero museo de arte contemporáneo que muchos “culturosos” encopetados ni siquiera imaginan que existe!

Por eso me ha dolido ver a la enorme Dalmacia agobiada por todo tipo de rastreros que pueblan este medio cultural: el programa nocturno de Aldo Miyashiro, mediocre escritor de barras bravas, difundiendo risueñamente el incidente, los diarios de la derecha más ignorante, “Correo” y “Perú 21”, presentándola como una malcriada; me ha dolido (e indignado) el silencio hipócrita de colectivos feministas que, siempre prestas a saltar ante la violencia machista, han callado en todos los idiomas, me ha indignado el saqueo que toda clase de claudicantes hacen de la palabra “subte” con el único objetivo de obtener prestigio o becas (que Dalmacia nunca ha perseguido), el aprovechamiento de ciertos locales que, bajo el disfraz de “culturales”, no persiguen más que el lucro; me irritan los hipócritas funcionarios de la Municipalidad que hablan de cultura a los cuatro vientos y dejaron morir, indiferentes, “El Averno” espacio de poesía justamente inaugurado con un libro de Dalmacia; hipócrita también aquel que subió el video y se justifica argumentando que ahora Dalmacia es conocida. ¡Hace 30 años conocemos a Dalmacia!

Pero la poesía de esta poeta extraordinaria está muy por encima de estas bajezas. Mi generación te debe mucho, desde estos versos, apenas estos entre muchos, en que nos dices: “(…) todo está bien/ viene del sol, tu rostro de azúcar/ soledad de la que nunca está sola/ fuego en la carne mitad bestia/ o la muerte de las jóvenes en fiera , que es ocuparse de otra cosa que de la vida/ tu rostro viene del humo/ un toque en el cuarto/ que resplandece/ (...)". Un abrazo Dalmacia, gigante Dalmacia.

* Versión completa de la columna "Guerrilla mental" aparecida (resumida) en Miércoles de política, del miércoles 14 de agosto del 2013.


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Redacción mulera

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