“La mujer no nace, se hace”, dijo Simone de Beauvoir a mediados del siglo pasado en “El segundo sexo” (1949). Sesenta y seis años después, esa idea se mantiene fresca en las discusiones feministas que buscan reivindicar el papel de la mujer en la sociedad actual.
El pasado 14 de diciembre, en la XIV Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz de Roma, seis mujeres premiadas sorprendieron a los asistentes con un discurso que exige el empoderamiento femenino y la igualdad de oportunidades en un contexto de conflictos internacionales.
Sus sueños, dijeron al unísono, consiste en que las mujeres asuman las riendas de la Sociedad Internacional y "arreglen" un mundo que, según criticaron, "ha sido destrozado por los hombres", en referencia a las guerras que tienen lugar en los últimos tiempos.
"Los hombres han destrozado el mundo durante muchas generaciones. Es el momento de que las mujeres lo arreglen", empezó la estadounidense y Nobel de la Paz, Jody Williams, quien denunció abiertamente el doble discurso de las leyes, que propone la igualdad de derechos, pero que "no se cumple en la práctica”.
La norirlandesa Mairead Maguire se sumó a la iniciativa, cuando añadió que la "cultura del pasado creada por los hombres" (el patriarcado) debe ser superada porque "existe un mundo mejor", que las mujeres pueden conseguir. De modo que, para Maguire, si las mujeres tuvieran la oportunidad de acceder a puestos relevantes dentro de la Organización de las Naciones Unidas, “no habría ni un solo país que apostara por la guerra", aseguró.
Las intervenciones de Williams y Maguire animaron a la estadounidense Betty Williams a decir que es deber de las mujeres restablecer la paz, en este mundo de guerras. Entonces aconseja trabajar por esta causa, porque "se puede rezar, bailar o cantar para conseguir la paz" pero es el papel activo de las mujeres el que "lo logrará", aseguró.
La activista yemení Tawakkol Karman también alzó su voz para pedirles a las mujeres del mundo que se animen a asumir un papel activo dentro de la Comunidad Internacional, ya que es necesario "luchar contra los dictadores y participar en la vida social y económica". Ante una audiencia perpleja dijo:
“Necesitamos mujeres presidentas de Estados Unidos. Necesitamos mujeres presidentas de Rusia, de Irán, necesitamos mujeres gobernando Arabia Saudí y China"
La iraní Shirin Ebadi le puso la cuota reflexiva a la discusión cuando explicó, pausadamente, que el problema de las guerras y la lucha por el poder tienen su raíz en la cultura patriarcal que “aleja a las mujeres y las apartas” y hace que los hombres inicien conflictos desmedidos por ambición.
Por otro lado, indicó que este pensamiento machista también alcanza a las mujeres, pues recordó que “los hombres dominantes también han sido criados por mujeres”. Entonces propuso que es tiempo de "enseñar a las mujeres cómo funciona la cultura patriarcal que legitima la actual concepción del mundo".
Retomando implícitamente la idea de Simone de Beauvoir, Ebadi cuestionó los textos antiguos que imponen estereotipos sobre la figura de la mujer. Por ejemplo, dijo "¿quién era Eva y por qué es mujer?". "Es el momento de que las mujeres interpreten la religión" porque "vivimos en una interpretación de los libros sagrados hecha por los hombres".
Para cerrar la discusión, la liberiana Leymah Gbowee manifestó estar "cansada" de discutir sobre "por qué las mujeres deberían tener un papel en la vida pública". La igualdad es un derecho por lo que "no necesitamos más justificaciones.”
El único hombre entre los asistentes que se sumó a esta discusión fue el líder espiritual tibetano Dalai Lama, quien pidió a los asistentes hacer “un esfuerzo para la promoción de las mujeres, que deben tener un rol más activo", una labor que él mismo dijo "intentar a diario". Así culminó la cumbre entre líderes y lideresas de la paz.
(foto de portada: www.nationofchange.org)