El Jardín Simbólico es el título de un texto cuyo origen se remonta al siglo XI, durante el Imperio Bizantino. No se trata de un tratado de jardinería, sino un texto de carácter místico donde el autor adjudica a cada planta una virtud cristiana. Así enumera doce plantas y las doce virtudes que se corresponden con estas.
He robado ese título para hablar de esta muestra, dado que las piezas que presenta Eliana Otta giran principalmente en torno de la silenciosa labor que realizan los jardineros de Lima. Especialmente aquellos dedicados a mantener los jardines semi-públicos que encontramos en las veredas de la ciudad. Esta exhibición no es, evidentemente, un tratado de jardinería y tampoco una exploración mística. Sin embargo, si explora cierta idea de virtud. Virtud a secas, valga la aclaración.
La idea que Otta pone detrás del jardinero, hilo conductor de la muestra, lo evidencian como un ciudadano por demás virtuoso; especialmente para los tiempos que corren. El jardinero que recoge y reivindica Otta, es una especie en extinción que se dedica a recorrer la ciudad en su característica bicicleta y básicamente dedica su vida al cuidado de las plantas. Los jardines, el centro de esta precaria ecología, son un espacio que nadie habita realmente pero que determinan nuestra vida de manera inesperada. ¿Y quién determina estos espacios inhabitados? El jardinero que los trabaja.
Es a través de esta operación, que la artista nos introduce sutilmente a una serie de piezas que discuten profundamente la ciudadanía y la ecología. Y más especialmente el ideal de una vida en común virtuosa, que nos permita escapar la condenación a la que parece determinada nuestra especie.
En estos trabajos de Otta, la correspondencia entre forma y discurso está especialmente lograda. En la instalación Los nuevos injertos, por ejemplo, el uso de plantas artificiales para formular un jardín precario propone una sutil discusión sobre el estado primario de la naturaleza. La artista logra evadir con gracia los lugares comunes sobre nuestra relación con la naturaleza, sin dejar de interpelarnos sobre la temática coyuntural.
Jardines…plantas, la pieza de video (formato en que Otta ya ha probado ser especialmente aguda), es la superposición de una entrevista con un jardinero y el registro de jardines semi-públicos en diferentes puntos de la ciudad. En él, la artista construye y reconstruye una narrativa que nos traslada en un estado de ensoñación a la vida cotidiana de un jardinero. Una operación que nos provee de los elementos necesarios para ver a través de los ojos de este ciudadano ideal.
Soluciones móviles y Desapariciones, las piezas que utilizan la bicicleta como excusa, tal vez sean las más débiles del conjunto. Sin embargo, aportan lo necesario para la construcción de una experiencia estética efectiva; una que logre, arrinconándonos, transformar nuestra idea de la ciudad que habitamos. Ambas aluden a la fragilidad e invisibilidad del jardinero y sus herramientas, como ser que no entra dentro del registro cotidiano.
Tanto Ensayando fósiles y Recuerdo del Mantaro son, cada una a su modo, una exploración sobre el reverso de la moneda; la otra cara del ideal con que nos tienta Otta. En Recuerdo del Mantaro la artista toma un pedazo de la ribera del rio y la traslada a la galería. Acto que transciende la esterilización que suele darse con esta clase de operaciones, para convertirse en un potente manifiesto sobre el destino de los deshechos humanos. En Ensayando fósiles, las herramientas del jardinero cubiertas por una capa de cemento son otra forma de manifestar la precariedad del oficio de jardinero.
Lo que sugiere la muestra es una mínima posibilidad de transformación, profunda y radical. Se trata de que seamos capaces de encontrar dentro de nosotros esa misma virtud que transmite el ideal que encarna el jardinero. Ojala así, algún día, nos convirtamos en jardineros de nuestro propio destino.
Del cuidado de la vida común de Eliana Otta va en la Galería 80m2 [Malecón Pazos 252, Barranco] de lunes a viernes de 10 am a 8 pm y los sábados de 3pm a 8pm hasta el 5 de enero. El ingreso es libre.
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