Es evidente que Chile vive un momento crítico dentro del sector educativo. El último acontecimiento que sacó a la luz nuevamente este problema sucedió el 2011, durante el gobierno de Sebastián Piñera. Esa fecha se produjo el “estudiantazo chileno”, es decir, la protesta estudiantil masiva que, bajo el lema “la educación no se vende”, exigía al gobierno chileno financiar algo más que el escaso 25% puesto en el sistema educativo. Tras esa manifestación surgieron nuevos líderes que eran percibidos por revolucionarios y políticos. Es el caso de la joven Camila Vallejo, quien en ese entonces era estudiante de geografía y presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, y ahora se desempeña como diputada, la más joven del congreso nacional chileno.
Pese al ingreso de caras más frescas, el problema sigue ahí. Por eso el tema ha cobrado trascendencia y toca a muchos artistas comprometidos. Es el caso de la novela gráfica Al sur de la alameda (Ekaré Sur, 2014), de la escritora chilena Lola Larra (seudónimo de Claudia Larraguíbel) y el ilustrador Vicente Reinamontes.
El cómic plantea el activismo político como una cuestión que incumbe a todos: niños, jóvenes y adultos. Así, la historia se sitúa en un colegio chileno donde un grupo de escolares ha decidido encerrarse en sus aulas como protesta para exigir mejoras educativas. La novela está inspirada en un hecho histórico ocurrido el 2006 en ese mismo país: la llamada Revolución de los Pingüinos, que duró más de tres meses y convocó a más de 100,000 escolares.
Lola Larra escribió la historia de la novela tras regresar a su país el 2006 luego de 15 años de permanecer en España. Cuenta que lo primero que encontró fue a escolares de secundaria marchando: “Cuando visité las tomas en 2006, me asombré por lo que estaban haciendo los estudiantes de 14 y 15 años, conviviendo durante días en un mundo encapsulado, en el que los adultos éramos unos intrusos y en el que los roles se trastocaban: el que antes era el nerd, ahora era el líder; los marginados eran los que mandaban; la estrella de fútbol no era nadie... No pensé en la justicia social ni en la educación sino en libros como El señor de las moscas [de William Golding] o La invención de Hugo Cabret [de Brian Selznick]”, declaró al diario El País.
Aunque su primera intención fue enteramente literaria –cuenta la escritora y editora- esta cambió luego de conocer al ilustrador Vicente Reinamontes, coautor del libro, quien participó en la Revolución de los Pingüinos el 2006. Además conoció a Camila Vallejo, representante de la marcha del 2011. Inspirada en estos dos exestudiantes, la autora decidió incluir la historia de las protestas estudiantiles de su país. Para ello recurrió a los años ochenta, cuando Pinochet reprimió el primer intento de protesta y desapareció a varios estudiantes chilenos. Todo esto lo cuenta desde el diario de su personaje principal, Nicolás, un alumno de secundaria que vive una de estas revoluciones históricas.
Al sur de la alameda obtuvo el Premio a la Edición 2014 en Chile y ha sido incluido en el catálogo alemán The White Ravens, que cada año destaca en su Biblioteca Internacional de la Juventud, las mejores ediciones dirigidas a público infantil y juvenil.
(foto de portada: ilustración de Al sur de la alameda)