La creatividad humana ha generado una variedad increíble de instrumentos musicales: desde las flautas dulces de Divje Babe, elaboradas hace 43.000 años en base a fémures de osos cavernarios, hasta el monumental órgano del Boardwalk Hall Auditorium en Atlantic City, dotado de 43.000 tubos, pasando por las modernas laptops, las guitarras eléctricas, y los famosos inventos de creadores visionarios como Adolphe Sax o Harry Partch. Algunos son percutidos, otros frotados, pinchados o soplados, pero solo uno de ellos permite crear sonidos sin la necesidad de contacto alguno con el instrumento: me refiero, desde luego, al exótico theremín, uno de los primeros instrumentos electrónicos, inventado en 1919 por el ruso Leon Theremin y popularizado gracias a su inclusión en las bandas sonoras de innumerables películas de ciencia ficción de los años 40 y 50.
El diseño clásico consiste en una caja con dos antenas —una vertical, a la derecha, y una horizontal, en forma de bucle, a la izquierda— y se ejecuta acercando y alejando las manos de cada una de ellas sin llegar a tocarlas. La antena vertical sirve para controlar la frecuencia: cuanto más cerca esté la mano derecha de la misma, más agudo será el sonido. La antena horizontal sirve en cambio para controlar el volumen. Pueden imaginar, por lo tanto, que cada performance de un thereminista virtuoso tiene el encanto de un ritual mágico. ¿A qué se parece su sonido? El detalle es un tanto creepy: el timbre del instrumento puede llegar a imitar casi a la perfección el de la voz humana. Una voz de soprano amplificada, activada a la distancia por una suerte de coreografía aérea.
En el Perú, solo una artista ha logrado hasta ahora sortear las complejidades del instrumento: su nombre es Veronik y proviene no del ámbito de la música académica ni del circuito de luthiers sino, curiosamente, de las canteras del rock. De hecho, muchos de ustedes deben conocerla bajo su faceta de líder de la banda Veronik y Los Gatos Eléctricos, con la que grabó en 2011 un álbum de debut que fue entusiastamente recibido por la crítica local.
Ahora bien, aunque sus logros como rockera hayan tendido a hacernos olvidar el singular don que tiene esta artista para interpretar un instrumento que muy pocos músicos en el mundo han sido capaces de dominar, lo cierto es que ese talento ya está empezando a ser reconocido en otros países de la región, como lo demuestra la invitación que ha recibido Veronik para participar, este domingo, en el Segundo Festival Internacional de Theremín que se celebra en Santiago de Chile, con un repertorio especialmente compuesto para la ocasión.
- ¿Cómo fue el primer encuentro con el instrumento, y qué fue lo que más te llamó la atención en cuanto a su timbre y sus características técnicas?
Conocí el Theremín en el año 2008, no recuerdo exactamente el mes. Ya había oído hablar del instrumento hace mucho tiempo, y me parecía fascinante su sonido espectral en temas como "Velouria", de Pixies, que es una de mis bandas favoritas, así como en "Good Vibrations", de los Beach Boys (aunque luego me enteré de que habían usado en realidad un Tannerin, un instrumento muy parecido que se inventó después). Me habían dicho que se trataba de un instrumento electrónico con antenas, y que había que moverse alrededor de ellas, pero nadie era capaz de explicarme realmente en qué consistía y nunca había visto uno, hasta que un amigo me prestó el DVD del documental Theremin: an electronic Odissey, que me impactó tremendamente.
Lo primero que vi fue a Clara Rockmore, la más grande virtuosa que ha existido, tocar El cisne de Camille Saint-Saëns, y quedé impresionada. Desde allí pasaron un par de semanas en donde intenté averiguarlo todo y me mandé a pedir un theremín Etherwave de la marca Moog, que es el que uso hasta ahora. Lo que me impresionó fue su riqueza tímbrica, tan cercana a un violín o a la voz humana, y sobre todo su capacidad expresiva. Nunca pensé antes de eso que fuera un instrumento "serio".
- Imagino que aprender a tocarlo no debe haber sido nada fácil... ¿Cómo fue ese proceso?
Pues el primer día me sentí la persona más inepta del mundo. Las notas se me resbalaban como mantequilla, no afinaba ni una sola nota. Es un instrumento tan sensible que el menor movimiento se convierte en una desafinación, por lo cual hay que aprender a mantenerse inmóvil y a la vez relajado, porque el tan solo respirar puede echar a perder el toque si no lo sabes manejar. En esa época yo compartía una casa con varios amigos músicos, y simplemente me encerraba en mi cuarto durante horas, por lo que la gente me alucinaba un poco como la bruja del 71 y no me hacían mucho caso. Luego de eso, no pasó ni un mes y Los Protones se enteraron y me pasaron la voz para grabar unos cuantos arreglos para unos temas de su disco debut, el cual justo estaban grabando. Ese fue mi primer encargo, y a la fuerza tuve que cumplirlo. Me ayudó a avanzar, digamos que fue mi primer reto.
- ¿Qué le ha aportado, en tu opinión, el Theremin a los proyectos rockeros en los que lo has incluido?
Yo creo que en el caso de colaboraciones como las que hice con Los Protones, Moldes, Tlon, se trata de trabajos más enfocados en el aspecto psicodélico o efectista de la escuela antigua, es decir, un theremín espacial, que retoma el cliché de la música para películas de serie B, con ese sonido inconfundible que te brinda un theremín en vivo, de vibrato característico y exagerado, algo que no se podría obtener con un sintetizador.
En general, el asunto me parece que se pone más interesante en vivo, donde la banda crece gracias al lado histriónico que implica el tener a un thereminista en directo, y esto fue algo que Los Protones aprovecharon mucho al incluirme en cada uno de los shows de su primer disco.
- Cómo describirías la forma en que el público ha sido recibido el instrumento en tus conciertos?
Pues en general creo que por más que se trate de un instrumento que fue inventado en 1919, la gente sigue igual de impresionada cada vez que se enfrenta a un theremín en vivo por primera vez. Es que es el único instrumento que se toca sin contacto físico. La primera vez que vi cómo se tocaba uno fue viendo a Clara Rockmore y me pareció que tenía que ser una broma, que no era posible hacer toda esa música moviendo los dedos en el aire. Pienso que es un instrumento que tiene intactas todas sus posibilidades musicales, hay mucho que hacer con él. Y personalmente, es recién en el marco de este festival que realmente creo poder ofrecer algo novedoso como thereminista, ya que hasta la fecha mis actuaciones en vivo solo han sido colaboraciones, no theremin solista. El set que he compuesto para tocar en la segunda edición de "Electromagnética", consiste en un ramillete de composiciones que exploran el lado más melódico pero también psicodélico de la técnica personal que he venido desarrollando hasta la fecha. Para muestra un botón:
[Foto de cabecera: Jorge Luis Chamorro]
Notas relacionadas en LaMula.pe:
“Es como hacer pop pero no ser complaciente”, una entrevista con Katia de la Cruz, cantante y tecladista de Moldes
Con ustedes, los nominados de este año al Salón de la Fama del Rock
Una vanguardia caleta en la música peruana