El proyecto de largometraje documental Hija Pródiga de la cineasta peruano-norteamericana Mabel Valdiviezo se encuentra iniciando su etapa de posproducción. La película explora la vida de una mujer inmigrante que ha decidido regresar a su ciudad natal para reconectarse con la familia que dejó atrás. Su protagonista es la propia cineasta Mabel Valdiviezo, quien estuvo durante 16 años indocumentada en los Estados Unidos, y decidió retornar al Perú luego de obtener su ansiada residencia y haber logrado lo que siempre soñó: dedicarse al cine.
Este es el trailer de la película:
El documental ha sido elegido por Latino Public Broadcasting —la organización líder en producción y distribución de contenidos representativos de la cultura latina en los medios masivos de los Estados Unidos— en su ronda de invierno de evaluación de proyectos, abriendo la posibilidad de que sea exhibido en la televisión pública norteamericana. En el Perú, un avance del documental ha recibido el premio Dos Orillas otorgado por la ONG peruano-italiana ASPEM por su contribución a la problemática del inmigrante peruano.
Valdiviezo está próxima a lanzar un crowdfunding para finalizar el proyecto en la plataforma Kickstarter.

la cineasta mabel valdiviezo
- ¿Cómo surge la idea de hacer esta película?
- La idea surge en 2009 alrededor de las fechas en que por fin mi estatus migratorio cambió drásticamente y pasé de ser una inmigrante indocumentada a ser una residente norteamericana. Había llegado a Estados Unidos a fines de los noventa con una visa de turista, pensando de manera un poco naïve que todo iba a ser mucho mejor y que podría dejar atrás lo que estaba pasando en el Perú. Al poco tiempo se me acabó la visa y me quedé indocumentada por 16 años. Fue un periodo muy difícil que me marcó emocional y socialmente porque sentía como que no existía, que era una persona invisible y que tenía que serlo para protegerme, para que nadie supiera que estaba en esta situación y no me deportaran. Aunque finalmente obtuve la tarjeta de residencia, me quedó una especie de post traumatic stress disorder: tenía pesadillas de que me venía a buscar la policía de migraciones, estaba con un miedo permanente. Eso me llevó personalmente a decidir algo muy difícil, que fue poner una cámara no hacia afuera sino hacia mí misma y mi experiencia. Y justamente en esos años también estaba pasando algo muy interesante aquí en Estados Unidos, algo de lo que solo me di cuenta después, que es que los miles y miles de migrantes indocumentados como yo, especialmente los jóvenes, han empezado a hacer lo mismo. Es gente que ha pasado por todo esto y está empezando a decir “ya no más, hay que hablar de esto, hay que hablar de lo que nos está pasando”.
- ¿Cuándo dirías tú que empieza esta toma de consciencia?
Es un movimiento que viene de muchos años atrás, pero lo que sucede es que las políticas de migración del gobierno se han endurecido enormemente en los últimos años, en términos de tener la posibilidad de estudiar, de trabajar, de tener asistencia médica. Todas estas leyes se han convertido en un arma para los políticos de turno y para las agendas conservadoras que son muy fuertes en este país. Cada vez hay más casos de familias que son separadas: padres de hijos, hijos de la madre soltera que era la única persona que los sustentaba, el padre de pronto está deportado, está en México o está en un país de Sudamérica que podría ser Perú o Colombia. El costo social de estas medidas es enorme… En mi caso, yo me fui muy joven y no pude volver a ver a mi familia en 16 años. Eso te marca porque te quedas sin raíces… Me quedé en un limbo por mucho tiempo.
- ¿Cómo te sientes respecto a la idea de develar aspectos tan íntimos de tu vida?
- Sentía demasiado miedo al principio. Me sentía como desnuda y no sabía si iba a poder llevar esto hasta el final. Al llegarme este papel simbólico que es la residencia, llegaba con ello toda una especie de caja de pandora que se abría, porque ahora tenía recién la posibilidad de volver a ver a mi familia y reencontrarme con el Perú, aunque yo ya tenía una vida hecha aquí, a pesar de la situación en la que estaba. Hacer la película me pareció importante porque pensé que quizá esta historia, al estar terminada, le permitiría a gente inmigrante como yo ver un reflejo de su propia imagen, quizá no en términos específicos pero sí colectivos. Todo el mundo en Estados Unidos tiene un amigo o un pariente inmigrante y muchos están en la misma situación de limbo. Es decir que todo el mundo está directa o indirectamente afectado por esta realidad. Lo que deseo es poder contribuir a este proceso colectivo de saneamiento, de protección, de discusión de este tema a nivel colectivo como a nivel personal. Porque yo también me doy cuenta de que hacer esto forma parte de mi propio saneamiento personal. Mi salud física se complicó durante todo este proceso de una manera que me llevó a algo muy fuerte… Me dio cáncer. Pero hay también una dimensión emocional y una dimensión psicológica que no se suele tomar en cuenta: mucha gente indocumentada pasa por un trauma psicológico que no se cuantifica y eso no se ha examinado adecuadamente porque las instituciones que están trabajando con los inmigrantes no se ligan a este aspecto humano.
- ¿Cómo tomó tu familia la idea de aparecer en el documental?
Ha sido y sigue siendo un proceso. Mi madre, algunos de mis hermanos, salen bastante en la película, compartiendo lo que pasaron ellos durante este tiempo en que me ausenté. Lo que pasó fue que, en parte por este gran dolor que me causó el no poder volver y por las situaciones extremas que viví aquí, yo decidí que lo mejor era cortar las raíces y no estar en comunicación con mi familia por mucho tiempo. Por eso consideré que era apropiado llamar a mi documental “La hija pródiga”, como alguien que se va, se pierde y vuelve buscando la reconexión, la reconciliación con mi familia. Ha habido esta tensión, he tenido que explicarles continuamente por qué lo estoy haciendo.
Valdiviezo junto a miembros de su familia
- Te fuiste en un momento muy oscuro de la historia del Perú, en pleno auge de la violencia política. ¿Cómo ves los cambios en el país después de todo este tiempo?
Me parece interesante porque cuando yo estaba por volver me puse a leer muchísimo acerca del Perú para tener una idea lo que estaba pasando, hablé con varios peruanos y eso me generó una cierta expectativa. Me hablaban de este Perú fabuloso que estaba en todo su apogeo, que había cambiado tanto que no lo iba a reconocer.
Entonces yo regreso. Mi familia es del Cono Norte, de Comas específicamente, y ahora viven en Carabayllo, que está al lado. Mi primera impresión de Lima, causada por el trayecto del aeropuerto al Cono Norte, ha sido como una mezcla de emociones y reflexiones encontradas. Por un lado hay una especie de marketing del Perú hacia afuera que posiblemente sea cierto en términos de macro economía, pero en el nivel más específico de cómo afecta a las comunidades o cómo afecta a ciertas poblaciones, al menos en mi experiencia, que ha sido restringida, veo que la gente está bastante lejos de estar en una situación de bienestar. Obviamente la violencia política de los noventa ya no está presente pero se mantiene una condición de constante lucha por la subsistencia diaria. Se habla mucho del Cono Norte, de que está mejor, está emergiendo, tiene malls gigantescos… Pero creo que lo que ha sucedido, más que nada, es que la población se ha entregado al consumo: cada vez es más fácil tener una tarjeta de crédito y endeudarse. Están todas las marcas… No falta nada pero falta de todo.
- ¿Ya te sientes finalmente insertada en la sociedad estadounidense o todavía consideras que estás en una especie de estatuto intermedio?
Por mucho tiempo me he sentido en Estados Unidos con un pie afuera y uno adentro y cuando he regresado a Perú he deseado mucho poder integrarme pero es tan difícil tener esa conexión y no es lo que espero. ¿Soy peruana, soy norteamericana, soy un híbrido? No hablo inglés perfectamente ni hablo español perfectamente. Tal vez es una pregunta que nunca llegue a resolver, pero la película me ha ayudado a darme cuenta de que tal vez mi hogar lo llevo dentro de mí misma. Pertenezco al mundo y pertenezco tanto a Perú como a esta ciudad, San Francisco, que me ha permitido desarrollarme. Lo más loco de todo esto es que después de estar indocumentada durante 16 años y de sobrevivir haciendo cosas que quizá no debería haber hecho, me llega esta tarjeta, obtengo el permiso de trabajar, y se viene la época de la gran crisis. Sin embargo, no sé si el destino o qué, pero esto me llevó a buscar oportunidades en producción de video en Silicon Valley, y luego me encontré haciendo comerciales y de repente eso se convirtió en mi soporte financiero y me dio una oportunidad.
- ¿En qué etapa se encuentra el proyecto actualmente?
- Estoy en la etapa final de producción; me falta hacer unas cuantas tomas importantes pero la mayoría ya está filmada. Casi toda la grabación ha sido en Perú, así que queda pendiente una parte de mi experiencia norteamericana que necesito filmar. La mayoría de los fondos que espero poder recaudar van a ser para la posproducción.
- ¿Tienes otros proyectos cinematográficos en mente?
Sí, con Roger Santiváñez queremos hacer una película sobre el movimiento punk en Lima. Cuando era joven fui parte de la movida subte y ahora que he regresado al Perú he tenido la ocasión de revisitar un poco ese pasado también. Queremos hacer la película con Julio Montero, el director del documental Grito Subterráneo. Será después de terminar este proyecto, ojalá.
Notas relacionadas en LaMula.pe:
Violencia y memoria en el cine peruano
Tres películas peruanas compiten en el Tercer Festival Internacional Unasur Cine
Cineasta peruano te invita a participar en el financiamiento de su próxima película