Son 40 mil cantos rodados instalados en torno a una piedra de granito negro y representan a las víctimas del conflicto armado interno. La semana pasada, El Ojo que Llora sufrió otro atentado.

Ante ello, la Defensoría del Pueblo tomó conocimiento del hecho, supervisó y constató que "18 monolitos, que tenían grabados los nombres de las comunidades de origen de las víctimas, habían sido extraídos abruptamente, así como otros monolitos con los nombres de las propias víctimas". "También se ha podido constatar que los maceteros se encuentran destrozados y desperdigados en el piso", señala la Defensoría en un oficio enviado al alcalde de Jesús María, Enrique Ocrospoma.


Cabe señalar que Enrique Ocrospoma, candidato a la reelección a la alcaldía de Jesús María, ha criticado este memorial. Esto puede explicar su omisión a los pedidos de las organizaciones pro derechos humanos y de la Defensoría. Recordemos, por ejemplo, que en el 2007, Ocrospoma pidió retirar 41 piedras argumentando que incluía nombres de "terroristas", lo cual es una clásica idea fujimorista. Debería entender el alcalde de Jesús María que se trata de un memorial sobre las víctimas del conflicto armado interno, ya sean víctimas de militares o de terroristas. Permitiendo más agresiones, no se construye una cultura de paz ni de reconciliación.


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