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"De qué sirve la tierra sin tu cuerpo"

Breve repaso del descubrimiento del cuerpo en la poesía de Jorge Eduardo Eielson. 

Publicado: 2014-09-11

Repaso la antología Vuelta a la otra margen y me detengo en la selección de los poemas de Jorge Eduardo Eielson. El corpus delinea una evolución que puede entenderse como un despojarse del lenguaje para crear otro lenguaje, un propio y auténtico balbuceo corporal camino a la desnudez.   

Los inicios, con Reynos (1944), nos ofrecen una serie de combinaciones marcadas por una carga de adjetivos, un constructo que resalta por su hermetismo, por las isotopías de pedrerías, nocturnos y sangre. Hay allí una muerte que ulula, pero que aún no se concibe mundana, sino más bien lejana y adornada. Es una poesía de sombras, estatuas y sueño.

El lenguaje de Reynos está aún arropado, esto es, no estalla ni arde, deleita y ensalza su ritmo, sin embargo nos sabe abstracta. Hay, de hecho, en la primera etapa de Eielson una fijeza por los arquetipos y las abstracciones, que recrea bellamente, verbigracia El Quijote, María o Rolando.

Gradualmente asistimos al descubrimiento de lo cotidiano, a una nueva lectura del mundo donde la vida privado del poeta se vuelve un punto de partida para cavilar el drama del hombre. Conforme esta poesía se mundaniza va calando y ahondando en los hastíos y el dolor. El cuerpo comienza a pesar en toda su potencia conforme se desnuda de lo aprendido . 

El encuentro con el cuerpo comienza en la soledad, como sucede en Habitación en Roma (1952), y depara transformaciones, la voz explora límites, nuevas posibilidades que le hacen conocer la locura, la fragilidad humana, llegando a los lugares donde “vocifera la mierda / aúlla la soledad”. Este nuevo territorio implica riesgos de desintegración, pero Eielson no se detiene y se somete a una catarsis incluso destructiva. Aquí la finalidad es liberarse a costa de hacerse un nuevo hombre, en tal medida la relación habitación-sarcófago tiene mucho de ritual o ceremonia de purificación . Se trata de un proceso que trata de deseducar al hombre de lo aprendido racionalmente sobre su corporalidad de aquí que en "Via veneto" asistamos a un quitarse el cuerpo: "me pregunto / si verdaderamente / tengo manos / si realmente poseo / una cabeza y dos pies"

El encuentro con uno mismo sigue siendo lo más nutricio para Eielson, y es así como se encarna su poesía, hasta corporizarse completamente en Noche oscura del cuerpo (1955). Y es así que le va surgiendo la carne en cada verso. No solo el erotismo es más palpable sino que saberse humano duele más, por esto se dirá: "Me duele la bragueta y el mundo entero" ("Cuerpo en exilio"). La totalidad del descubrimiento no sería tal sino se sopesarán las fuerzas activas y reactivas que lo pueblan. En este sentido no se trata tanto de un fatalismo sino de una concepción sincera de lo que fluye dentro del hombre: tanto leche hirviente como noches amenazantes, lo nutricio y lo abyecto.

Como si se tratara de un aprendizaje inverso, esta obra resalta la importancia del cuerpo, del sí mismo, para la comprensión del mundo; se abandonan las abstracciones para centrarse en una concretud fecunda y sencilla. Los poemas de esta etapa se vuelven más concentrados, encierran más poblaciones en versos parcos o escuetos comparándolos con el preciosismo de Reynos. Así, en el poema "Albergo del Sole II", entre signos de oro emerge una cicatriz sencilla pero letal: la nostalgia del "yo te adoro"

Se ha llegado así a un lenguaje básico, humano y simple, un vocabulario del cuerpo cuyas combinaciones permiten encuentros cada vez más profundos con nosotros mismos, de constantes puntos de fuga y donde las encarnaciones se recrean y son más intensas en su transparencia, y donde los cuerpos devienen en otredades propias, es decir, el otro cuerpo se incorpora al mío hasta llegar a los límites del autoerotismo, citemos sino un poema de Ceremonia solitaria (1964), titulado precisamente "Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo": 

Entro y salgo de tu cuerpo

Como si fuera un espejo

Atravieso pelos y quejidos

No sé cual es tu piel y cuál la mía

Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo

Enlaces relacionados:

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Un petit hommage a Jorge Eduardo Eielson (1924-2006)

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Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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