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Eielson: “Lima, un lugar ideal para morir”

¿Qué se proponía Eielson al hurgar, a través de las páginas de su novela-collage Primera muerte de María, en el vínculo que mantenía con Lima, su ciudad natal?

Publicado: 2014-04-13

1. 

Cuatro décadas luego de su partida a Europa, ocurrida en 1948, cuando apenas tenía veinticuatro años, Jorge Eduardo Eielson publicará una novela en la que, además de contar la historia de unos pobres pescadores supervivientes en una inmisericorde Lima del futuro, vertirá en una especie de “diario personal” sus diversas reflexiones sobre las limitaciones de la palabra y la identidad telúrica de Lima. El título de esa novela será, similar al de un poema escrito en 1949, Primera muerte de María. Concebida como complemento a su primera novela, El cuerpo de Giulia-no (1972), PMM comenzó a ser escrita entre 1958 y 1960, para que recién en 1980 sea retomada, y salga a la luz finalmente en 1988, por medio de la prestigiosa editorial mexicana Fondo de Cultura Económica. PMM ha sido descrita como una novela-collage, puesto que los avatares que Pedro, José y María —sus protagonistas— deben sobrellevar, en su lucha contra las desigualdades raciales y de clase que sobre ellos se imponen, se alternan con un conjunto de escenas correspondientes al decadente espectáculo estriptisero que ejecuta Lady Ciclotrón (alter ego de María, ya mayor y desencantada por completo), así como con las entradas pertenecientes al diario del autor.

2.

Comparada con el resto de la obra escrita de Eielson, PMM ha sido prácticamente ignorada por la crítica, ya que apenas se le dedicaron algunos estudios puntuales. Si además se revisa la difusión que tuvo el libro, se encontrará un escenario muy peculiar. Pues, como si se tratase de una obra previamente censurada o uno de esos folletines de fines del siglo XIX, de no haber sido por una pequeña pero espaciada entrega en la revista more ferarum —entre 1999 y 2002, a lo largo de cinco de sus ocho ediciones—, PMM habría continuado siendo una genuina obra de culto para las generaciones más recientes. Tal afirmación no es una exageración: ni siquiera en las tres principales bibliotecas de humanidades de Lima (la Nacional, la Universidad de San Marcos y la Universidad Católica) cuenta con un ejemplar disponible. Si bien algunos de los que vendrían a ser sus capítulos aparecieron en la revista Hueso Húmero, aunque sin indicar su estricta pertenencia a la novela, se trataron de casos aislados. Uno de ellos, la entrada correspondiente al 11 de setiembre de 1980, se publicó como la respuesta de Eielson a la encuesta ¿Por qué no vivo en el Perú?

3.

Este último detalle, es decir, que una parte de la novela pudiera ser utilizada como alegato del propio autor, cuando lo común es que se deslinde con lo ficcional al momento de compartir una idea personal, da pie para hacer la siguiente interrogante: ¿Qué tiene de particular PMM? Y aquí hay que tener en cuenta que la novela se enmarca dentro de un proyecto de mayor envergadura y de tipo multigenérico dentro de la obra de Eielson: el “paisaje infinito”. El sentido y la definición del mismo figuran en una inadvertida nota a pie de página en un texto de presentación incluido en uno de los tantos catálogos para sus exhibiciones de 1977.

Eielson dirá:

“Aparte un viejo texto, aún inédito [PMM, sin duda alguna], actualmente el autor realiza una película sobre el tema [el “paisaje infinito”], en la costa del Perú. Este último trabajo, sin embargo, forma parte de un proyecto socio-cultural más amplio, en el que el “paisaje infinito” no es sino su aspecto más interior y privado.”

¿Proyecto socio-cultural? ¿Qué tramaba Eielson? ¿Qué se proponía al hurgar, a través de las páginas de PMM, en el tipo de vínculo que mantenía con Lima, su ciudad natal?

(foto: www.retescuole14-15.it)

4.

Para empezar a resolver este asunto hay que trasladarse a 1954. Eielson, quien reside en Italia desde 1951, escribe un ensayo (“Elogio triste del Tíber”) en el que contrapondrá el pasado y el presente del río Tíber. Así, comenta Eielson, de ser “un gran señor de barbas de plata”, como cuando era adorado por los latinos, ha devenido en “un simple, democrático ciudadano neorrealista”, en cuyas contaminadas orillas se refugian los mendigos. Para nuestro poeta, la desacralización sufrida por el Tíber no evitará que para él mantenga la trascendencia que ostentó. Por ello, impulsado por tal admiración, intentará entrar en sus aguas, pero su acompañante, un joven patricio (aristócrata) se lo impedirá. El peso de las clases sociales influirá en el grado de vinculación que los romanos contemporáneos tendrán con su territorio. Entonces, Eielson encontrará en los desposeídos, a los que equiparará con los antiguos etruscos, como los genuinos habitantes de Roma. Condición reforzada, antes que por una continuidad cronológica de una herencia cultural específica, por una actitud de comunión con el entorno geográfico. El espacio, por como lo interpreta Eielson en este ensayo, vendría a ser un puente que haría factible la comunicación entre individuos de tiempos distintos.

5.

En 1979, aunque redactado durante 1978, Eielson publicará un nuevo ensayo en forma de libro: Puruchuco. El volumen incluirá las fotografías a blanco y negro que José Casals capturó de dicho complejo preinca ubicado, para la época, a las afueras de Lima. Puruchuco recibirá por parte de nuestro poeta un trato similar al que había tenido con el río Tíber, es decir, de total admiración y respeto.

“Puruchuco nos da la medida del antiguo peruano de la Costa y nos pone en contacto con su dimensión cotidiana. Pueblo digno, paciente y dotado de una inagotable creatividad, hoy puede ya contarse entre las más fascinantes civilizaciones de la Tierra.”

(foto: www.puruchuco.org)

Aquí se reafirmará lo que en 1954 ya se sugería, que la identidad de una sociedad será definida por el espacio que ocupa, pues a través de él creará una hermandad con todas las diferentes culturas que antes hubieran sometido ese mismo espacio. Por lo tanto, los limeños serían herederos directos de aquellos que en el pasado habrían migrado al valle del Rímac y que lo habrían terminado sometiendo. Así pues, cabría pensar en una nómina de pueblos que incluiría a los ischma, a los incas, a los españoles, y a todos los demás grupos migrantes llegados a estas tierras.

Todo esto pese a que: “Millares de peruanos —sobre todo los limeños, con penoso ahínco— añoran y aspiran a un europeísmo postizo, y dan la espalda a un auténtico pasado, sin el cual ningún futuro es posible. Gran parte de la tradicional visión de los vencidos es, precisamente, la de no querer ser lo que son sin poder jamás llega a ser lo que quisieran ser. El drama se abre, pues, con la llegada de la espada y la cruz, aunque en realidad el sol prehispánico no se haya puesto todavía.”

Por lo que solo apuntará:

“Esta dorada sinfonía de quincha y adobe ilumina nuestra conciencia a partir de este sencillo concepto: que la vida humana, la vida sobre la tierra, el lugar del hombre sobre ella y su propia dimensión sagrada son una misma y única cosa; que las materias humildes, de las cuales estamos hechos —como el (bíblico) barro, por ejemplo— son igualmente una sola cosa con nosotros y con la luz del cielo, una preciosa y única cosa como la esfera de tierra en que vivimos y que rueda por el espacio, lentamente cocida por el sol.”

6.

Ahora hay que volver a PMM. ¿Qué dice Eielson en esa entrada del 11 de setiembre de 1980? Reconoce la existencia de dos versiones opuestas de Lima.

Una de ellas es descrita así:

“Una suerte de tabula rasa, una horizontalidad, una discreta sonrisa geográfica —el mar que lame sus flancos— ha hecho de la anémica Lima una suerte de limbo. Nada sobresale de la chatura dominante, nada detona ni desdice —aún hoy— su pequeño abolengo español, con aires de gran ciudad y alma provinciana.”

Luego, Eielson indicará:

“Sin embargo, para mí que nací exiliado y moriré exiliado, porque el exilio es mi estado natural, geográfico, social, afectivo, artístico, sexual, Lima no es una ciudad para vivir sino, al contrario, un lugar ideal para morir: un cementerio.”

Y cuando se refiera a la otra versión lo hará del siguiente modo:

“La población subterránea de Lima es otra invisible metrópoli de huesos que duplica la ciudad visible. Cráneos y esqueletos prehispánicos, a varios metros de profundidad, aderezados de plumas, mantos y collares, soportan el peso de otros cráneos y esqueletos de capa y espada, sayo, sotana y crucifijo.”

La primera Lima es superficial y mediocre. La segunda Lima, subterránea y esplendorosa. Arriba existen diferencias sociales incubadas desde la Colonia que no cesan y que crecen como lo hacen los nuevos barrios y el ‘progreso’ y la ‘modernidad’ de la ciudad. Abajo, en cambio, la muerte ha permitido la comunión con el paisaje y no existen conflictos, el individuo prehispánico comparte su espacio con el individuo español. Esta otra Lima es de la que Eielson se siente parte. Su relación con la arena, un elemento natural de aquel entorno, así se lo permite: “volviendo a la arena, demás está decir que ella es mi aliada, mi única, vieja amiga limeña.” Inclusive describe a la arena como “un inmenso lienzo tendido sobre la faz dorada de mis antepasados”.

(foto: lima más arriba)

La posición de Eielson, respecto a Lima, quedará manifiesta a continuación:

“Todo esto para explicar, a la vez, mi alejamiento y mi secreta pasión por la ciudad: muy grande el primero; subterránea la segunda, en inestable, dolorosa contradicción. A las insípidas, muchas veces cómicas, veleidades de la superficie, a la inconsistente ciudad colonial, opongo la fulgurante majestad subterránea: templos, reinos y ciudades sepultadas bajo una estéril cáscara de polvo, bajo el obtuso oropel hispánico, hoy convertido en cemento, harina de pescado, frustración, patética soberbia.”

7.

En 1981, en una conversación sostenida con Abelardo Oquendo, director de Hueso Húmero, Eielson confirma que las respuestas contenidas en esa entrada de su “diario”, pese a haber sido difundidas como parte de la novela, sí son muestras de lo que realmente piensa: “Creo haberlo dicho ya en alguna parte, y en tu propia revista: considero Lima una ciudad asediada por la muerte, una alarmante mezcla de esplendor subterráneo, devastadora miseria social y torpe orgullo colonial.”

Por ello, para 1988, aparecida ya PMM, la reacción inmediata de la crítica será interpelar al autor por tales declaraciones.

Entrevistado por Jaime Urco y Antonio Cisneros, se le preguntará: “Tú contestaste con un fragmento de una novela donde había una frase que era la que daba sentido a todo. Decías que no vivías acá simple y llanamente porque Lima no era una ciudad para vivir, sino una ciudad para morir; que era más bien un cementerio”. Desde ese sentido la pregunta se extenderá hacia la situación de todo el país: “¿Crees que el Perú es un país destructivo, tanto vital como culturalmente, sin alternativas que hagan posible la existencia?” Eielson les contestará:

“…me refería más bien a una actitud limeña —no de todos naturalmente— que es autodestructiva y muy frustrante (…) Repito, los limeños me parecen autodestructivos desde el momento en que viven en un estado de continua discriminación entre ellos. Hay tantas y tantas discriminaciones que se crea una real dificultad de diálogo entre las personas, una falta de dinamismo social que, en cambio, encuentro en otras ciudades como Caracas o Méjico.

En Lima, es un problema que nos viene de la colonia y es permanentemente. Los personajes que conforman la comedia del arte limeño, son personajes enmascarados: todos ellos se quitan y se ponen la máscara para poder sobrevivir, para poder actuar. Cuando quieren dialogar se quitan la máscara y hablan, pero después se la vuelven a poner y asumen de nuevo su rol: el rol que la ciudad les ha asignado.”

Pareciera que en ese momento esa fuera la única pregunta que urgiera en ser contestada. Casi como si esperase una rectificación, o una nueva revelación. Renato Sandoval y Hugo Salazar, también en 1988, le dirán: “Alguna vez dijiste que Lima no era una ciudad para vivir sino, al contrario, un lugar ideal para morir. ¿Sigues siendo de la misma opinión?” Eielson les responderá:

“Es cierto que alguna vez dije eso pero no hay que tomarlo al pie de la letra. En todo caso no es peyorativo decir que es un buen lugar para morir. Porque en principio es un hecho que todos vamos a morir algún día, y qué mejor lugar para hacerlo que la tierra natal. Y tampoco es cierto que Lima me resulte insoportable y del todo antipática. Si algo añoro de ella es, más bien, ese lado suyo, cálido y salobre como la arena: un calor, un recuerdo de juventud, los amigos, el saberse querido por algunos… Sin embargo, me fui, muy joven y, en el fondo, no he sabido lo que es vivir en Lima, aunque siempre he estado indirectamente en contacto con ella a través de terceras personas.”

Se comprende que para la época (a fines de los ochenta, cuando el caos reinaba en el país), las preguntas buscasen averiguar cuál era la opinión de Eielson sobre la realidad de Lima y del Perú, y de este modo obtener una mirada que proviniera desde el Primer Mundo. Pero, así, el discurso conciliador de Eielson, que encontraba en el paisaje un elemento de comunión histórica y social, no puede ser adecuadamente comprendido.

8.

¿Qué se proponía Jorge Eduardo Eielson al hurgar, a través de las páginas de PMM, en el tipo de vínculo que mantenía con Lima, su ciudad natal? Pues proponer una nueva manera de concebir la identidad de los limeños. No desde una dimensión temporal, pues se encontraría con una serie de interrupciones, sino desde una espacial. La comunión con el entorno y la reconciliación con el paisaje, no solo llevarían a rescatar las raíces con el pasado, sino también a un intento de reconocer a los otros —que en el presente son vistos como rivales— como semejantes. El proyecto ‘socio-cultural’ de Eielson era este. Hacer ver que el paisaje infinito nos ayudaría, tanto a los limeños como al resto de peruanos, a establecer un lazo indisoluble con nuestra tierra. La preocupación ética de Eielson derivará en la búsqueda de una comunión más amplia, ya con todo el cosmos. Pero eso se verá en su obra recién más adelante. Decir que Lima es como un cementerio no es una condena, sino una exhortación a vivir con la conciencia de que en cualquier rincón de la ciudad se encuentra latente una historia milenaria. ¿Estamos dispuestos y preparados para llevarlo a cabo?

Postdata.

A continuación, algunos apuntes necesarios:

Este ensayo es parte de un proyecto investigativo mucho más amplio y que próximamente verá la luz.

 "Paisaje infinito de la costa del Perú" es el título, también, de una serie de cuadros que Eielson realizó en los años setenta. Una de las características más llamativas de la serie es que los lienzos son intervenidos con materiales orgánicos genuinos, así como con arena. PMM tiene relación con ella ya que ambas obras giran en torno a la importancia de un territorio: la costa peruana. 

La editorial peruana Lustra ha anunciado para este año la reedición de más de uno de los libros de nuestro poeta. Entre ellos, PMM

La mayor labor de análisis sobre el aspecto multigenérico de la obra de Eielson la ha llevado a cabo Luis Rebaza. Por su iniciativa se han podido recopilar todos los ensayos escritos por Eielson en un solo volumen: Ceremonia comentada (2010). 


Escrito por

Paulo César Peña

Literatura. Historia. Arte. Lima. Y también dibujo ciudades en mis ratos libres. @dinamodelima


Publicado en

Redacción mulera

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