¿Somos testigos de un nuevo género literario?
En la Internet abundan poemas, cartas y testimonios atribuidos a personajes famosos. Sin embargo, suelen ser falsos. ¿Quiénes los escriben? ¿Por qué?
Alguien necesita compartir "con el resto de la humanidad" una idea que considera correcta, beneficiosa o trascendental. Pero ¿cómo lograr tal operación si es apenas un ser más en un planeta habitado por miles de millones de personas? ¿Qué pasaría si fuera una figura mundial? Si, por ejemplo, fuera un respetado científico ganador del Nobel o al menos un deportista admirado por muchos. Indudablemente, la situación cambiaría. La gente le prestaría atención a sus palabras y, así, su mensaje sería captado.
Me imagino que esa debe ser la lógica a partir de la cual actúan los que redactan —o, como veremos en algunos casos, trasladan la autoría a otros— aquellos textos con los que nos cruzamos a cada instante en la Internet. En la web, la sobreabundancia de información genera un doble movimiento: invita a que cualquiera desee expresarse, pero también impide que sean todos tomados en cuenta con la misma magnitud.
Una carta inventada
Apenas a los días de finalizado el mundial de Brasil 2014, circuló una supuesta carta del delantero argentino Fernando Higuaín, en la que defendía a su compañero Lionel Messi —figura del seleccionado subcampeón— de las furibundas críticas que la afición y el periodismo tuvieron con él por su desempeño en el torneo.
Por un tiempo, se creyó que este texto era verdadero. Sin embargo, el autor real era un muchacho argentino de nombre Isaa Pavón. A pesar de ello, esas líneas fueron difundidas a través de algunos medios y tuvieron resonancia inmediata en las redes sociales.
¿Cómo así el comentario de un ciudadano común y corriente terminó siendo atribuido a Fernando Higuaín? Esas palabras traducían el sentir de muchos argentinos y debían ser leídas por todos. Si el nombre del autor del texto fuera un desconocido, el impacto y el mensaje no habrían llegado.
Por ello, ese "alguien" se encargó de cambiar el rostro del muchacho por el de Higuaín en la imagen que terminaría siendo compartida y -este es un detalle importante— debió elegir a la figura que se convertiría en un emisor autorizado para aquel mensaje.
En este caso, el "alguien más" consideró que Higuaín era uno de los que cumplía con el perfil. Además de ser uno de los seleccionados argentinos más respetados en la actualidad, existía el antecedente de que en una anterior oportunidad había escrito otra carta para compartir sus ideas.
En el 2012, el 'Pipita', como se le conoce a Higuaín, envió una carta a la revista 1986 de Argentina, una publicación dedicada exclusivamente al Club River Plate, en la que daba a conocer su deseo de volver a jugar en el equipo 'millonario' para ser campeón.
Tomando en cuenta estos aspectos, el 'alguien más' pudo difundir la 'carta'. Su posterior viralización logró el efecto esperado: resarcir la imagen de Messi, tan vilipendiada tras el mundial brasileño.
Escribir (como otro) por los otros
Entre los rasgos más sobresalientes de este tipo de 'autor', están el mantener el anonimato absoluto —necesario para evitar cualquier problema legal— y la solidaridad para con sus semejantes. 'Solidaridad', en cuanto hay una preocupación por compartir ciertos elementos que el 'autor' considera positivos con el resto de la humanidad.
De modo que si nos fijamos en otros casos, encontraremos que existe una directriz fundamental: tener una buena vida. Con todas las implicancias que una expresión como esa encierre. Si nos detenemos en tres de los textos apócrifos más famosos, nos daremos cuenta de ello.
Estos son los poemas "Muere lentamente", atribuido a Pablo Neruda; "Instantes", atribuido a Jorge Luis Borges; y "La Marioneta", atribuido a Gabriel García Márquez, en los que, si escogemos algunos versos al azar, notaremos que hay un afán por decirle al lector que no desperdicie su vida, que aproveche cada momento, cada instante. Hay una ética visible detrás de esas palabras (las citas corresponden con cada poema):
"Evitemos la muerte / en suaves cuotas, / recordando siempre / que estar vivo / exige un esfuerzo / mucho mayor / que el simple hecho / de respirar".
"Si pudiera volver a vivir, comenzaría a andar descalzo / a principios de la primavera y seguirá así hasta concluir el otoño".
"No dejaría pasar un solo día / sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. / Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos / y viviría enamorado del amor".
La lista la podríamos hacer aún más grande si incluyéramos las cartas y testimonios de más personajes. Un ejemplo como ese es la 'carta' que Albert Einstein le escribió a su hija, en la que en un pasaje de la misma le llegará a 'decir':
"Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites".
Y así con los consejos de la actriz Meryl Streep sobre el agotamiento de la paciencia, o las reflexiones del basquetbolista Michael Jordan que podrían cambiar tu vida.
En todos estos casos, lo que debe sobresalir es el mensaje. Por ello, la identidad de estos 'autores' resulta sacrificada. Y en todos los casos, también, la figura elegida tiene que ser la más idónea de acuerdo a la intención del mensaje a ser compartido.
Y el recurso de atribuirle a otros este tipo de textos también es útil cuando se trata de combatir una ideología distinta a la del 'autor'. Su preocupación por los demás —la 'solidaridad' que mencionábamos líneas más arriba— lo llevará a actuar así. No lo olvidemos.
No extrañe, entonces, que hasta a Nancy Iriarte, la exesposa de Hugo Chávez, presidente venezolano hasta 2013, se le atribuyera una carta, en la que le 'dirá' a su antigua pareja:
"Tengo la leve impresión que ahora sabes que te equivocaste, creíste en un cuento de camino y te creíste revolucionario, y por ser revolucionario… inmortal, convocaste a tu lado a los muertos, a tus héroes, a esos fantasmas que también creíste con vida, a Bolívar, al Che, a Fidel, al Marx que nunca conociste y que recomendabas su lectura… el andar con muertos te llevó a la magia y a los babalaos, te metiste a jurungar tumbas, y a ofrendarle a una corte de demonios y malos espíritus que ahora te acompañan… ¿Sientes su presencia en el cuarto? Vienen a cobrar, a recoger lo único que tenía valor en tu vida y que tan malamente apostaste por la oscuridad y el mal, tu alma".
De nuevo, como en los otros ejemplos, se tiene como base una ética que pone a la vida —al tiempo presente— como único bien valioso del individuo, un bien que no tiene que ser desperdiciado. Vida que, en el caso de Chávez según esta carta, fue desperdiciada por "creerse revolucionario".
A modo de conclusión
Este tipo de textos son un evidente producto de dos características del mundo virtual que, aunque opuestos, se complementan muy bien: la visibilidad y la invisibilidad.
La visibilidad, porque ahora con la Internet se tiene más opciones de alcanzar mayores públicos, de casi todas las condiciones y de las más diversas latitudes. Y la invisibilidad, porque por la naturaleza de la virtualidad, la identidad es una mera fachada que no necesitar estar ajustada a la realidad para funcionar correctamente.
Solo hay que ser precavidos y no fiarse de todo lo que se diga a través de la Internet.
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