En el marco de la FIL Lima, el lunes 28 de julio se celebró una mesa redonda titulada “El nuevo cuento peruano” en la que participaron el crítico literario Ricardo Gonzáles Vigil y los narradores Juan Manuel Robles y Alexis Iparraguirre. A partir de sus intervenciones fue posible conocer algunos de los rasgos más llamativos de la producción en narrativa breve que se ha venido dando desde el Perú en los últimos años.
reflexiones sobre la narrativa breve peruana

Según Ricardo Gonzáles Vigil, uno de nuestros estudiosos más agudos en literatura peruana y responsable de la antología El cuento peruano (2013), la cantidad de escritores que publican libros de cuentos es mayor a la de otros años, incluso afirmó: “una oleada así no se sentía desde que aparecieron los cuentistas de la generación del cincuenta”.

ricardo gonzáles vigil

Gonzáles se refiere a autores nacidos entre 1968 y los primeros años de los ochenta. Según el novelista Miguel Gutierrez, citado por Gonzáles Vigil, se trata de “narradores sin frontera”. La mayoría de ellos, escritores técnicos o académicos, no solo por su paso por las aulas universitarias, sino por su posterior formación en cursos y talleres de creación literaria.

De acuerdo a Gonzáles Vigil, la "oleada" podría deberse a dos factores: el fortalecimiento de las editoriales independientes que aparecieron a inicios de la década, y que son las que suelen apostar por la cuentística, en comparación con los grandes sellos internacionales; y, también, la consolidación del plan lector escolar, con libros de cuentos como material preferido por los profesores para sugerir a sus alumnos.

Entre algunas de las principales características de esta nueva cuentística están, por una parte, la continuidad con la narrativa anterior (predominantemente realista y de ambiente urbano), pero también, y sobre todo en las regiones, una filiación con la obra de José María Arguedas, una literatura de temática andina, pero que ya no es indigenista.

Gonzáles Vigil indicó que han surgido también otras tendencias, como la literatura fantástica, la microficción y la metaliteratura. Respecto a la literatura 'femenina', agregó que tiene un fuerte componente psicológico en sus protagonistas, por lo que no dudó en calificarla como “angustiosa”.

juan manuel robles

“El vigor de la diversidad”, sostuvo Juan Manuel Robles, hace difícil “clasificar en exceso” a la narrativa breve escrita en estos años. Desde su perspectiva, el realismo continúa siendo un “punto de partida”, por lo que las historias suelen enraizarse en la experiencia personal. Pero el rasgo particular de esta época es que existe un interés por explicar la historia personal a partir de la revisión de la historia nacional.

Precisamente, la necesidad de saber a dónde se pertenece —una búsqueda de identidad— es el eje alrededor del que ha girado la narrativa breve local, según Alexis Iparraguirre. Si en el siglo pasado la literatura pretendía contestar la pregunta “¿Qué le hace a uno ser peruano?”, ahora, en cambio, la cuestión es “¿Qué tiene uno de particular?”. De modo que encontraremos narraciones desde los migrantes, ya sea de las regiones a la capital, o desde el Perú a otras latitudes. Así como historias que pertenecen a diferentes tribus urbanas o grupos sociales.

alexis iparraguirre

Iparraguirre, además, planteó otra interrogante: “¿Qué es lo que ha creado un lugar para que se escriba cuentos?” Presentó tres hipótesis como respuesta. La primera, que en los ochenta la presencia simbólica de un escritor prestigioso como Mario Vargas Llosa, que influyó en la vocación de muchos jóvenes de la época; la segunda, la existencia de una “maquinaria de escritura” que estimula a los autores, y acá mencionó al premio Copé, organizado por PetroPerú, que recibe más de mil trabajos en cada edición; y tercera, la formación audiovisual del mundo actual, donde un episodio televisivo es una historia que se resuelve casi de inmediato, de la misma manera que un cuento, que se distingue de la novela que exige un mayor tiempo.

La mesa daba para seguir conversando sobre el tema, pero el tiempo —mezquino como siempre— lo impidió.


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