La verdad es que el congresista Bruce no tenía otra jugada: debía presentarse en el programa de Gisela Valcárcel sí o sí. La invitación estaba servida, y la había servido él mismo (al menos vista la cosa desde la platea; quién sabe qué conversas habrá habido detrás de bambalinas). Fue él quien inició el "diálogo" con su pregunta a la presentadora, y dado el timing de sus declaraciones posteriores, fue también él quien permitió que la audiencia especulara sobre la relación entre una cosa (Gisela reclamando que le hablen "con la verdad") y otra (Bruce diciendo, días más tarde, que es gay). 

Así, pues, no ir al programa de Gisela como hizo anoche, para "seguir conversando", hubiera sido contraproducente desde todos los ángulos. Hizo bien en ir, en la medida en que no le quedaba otra.

El asunto es si una vez ahí su presencia sirvió para algo. Y la respuesta depende, como tantas cosas en esta vida, en como se mire el asunto.

Cierto, la continuación del "diálogo" es algo que sólo puede pintar a ambos protagonistas con buenos colores. Gisela se encargó de enfatizar el punto repetidas veces anoche, tras quejarse de los ataques recibidos en días recientes por su supuesta homofobia. No soy homófoba, le dijo de varias formas a su audiencia (con la anuencia del congresista), y lo más probable es que todos le creyeran.

Eso a pesar de su insistencia en que si lo fuera, "no podría ni maquillarme", extraña manera de negar un prejuicio ("no tengo nada contra los gays") afirmando otro, que quizá sea el mismo ("todos los maquilladores son homosexuales"). Estereotipos aparte -y hubo más de uno-, Gisela salió ganando del intercambio.

Y lo hizo con lo que en realidad fue una sacada de cuerpo, pues si antes de esta transmisión no estaba para nada clara su postura con respecto al tema de la Unión Civil en el Perú (la pregunta inicial que le hizo Bruce), hoy lo está menos. "Yo tengo una opinión", dijo varias veces la presentadora, reclamando que se la respete; lo que no dijo nunca es de qué opinión se trata.

Y ahí, para volver a la pregunta del título, es donde me entran dudas sobre la efectividad de la presencia de Bruce en el programa de anoche. Es verdad que aparecer como dialogante y continuar naturalizando su presencia en los medios, ahora que su identidad política está inevitablemente asociada a su identidad sexual, es su mejor estrategia, de cara a su viabilidad como candidato a lo que quiera que desee candidatear en el futuro. En esos términos, anoche hizo varios puntos.

Pero en términos de la viabilidad de su proyecto de ley, que es el tema central de todo este episodio, me parece que no hizo ninguno. Los deslices de Gisela se quedaron sin respuesta. Bruce repitió lo que ha venido diciendo desde que empezó la campaña. El "diálogo" entre ambos, aunque no lo haya parecido, fue uno de sordos, interrumpido además por los concursos y juegos que son el núcleo del show de Gisela, y por comerciales de Bon-o-Bon en los que hasta el invitado terminó participando.

(Pregunta aparte: ¿a nadie se le hizo irónico que la entrevista con Bruce, extendida durante todo el programa, se enhebrara de este modo con una competición entre parejas titulada "Mi hombre puede", que más allá de la insinuación no hace otra cosa que reafirmar prejuicios y preconceptos del machismo peruano más tradicional? A mí, sí).

Y es difícil que nadie en la teleplatea haya visto alterada su perspectiva sobre el tema.

Algo que, por lo demás, es enteramente irrelevante. Porque como el propio congresista se encargó de recordarle a su interlocutora, quien le había hecho precisamente esa pregunta ("¿Crees que después de tus declaraciones más gente votará por la Unión Civil?"), lo que viene no es un referéndum sino un voto congresal, primer en comisión y luego, si pasa, en el pleno. 

Es decir, ninguno de los millones de peruanos a los que tanto Gisela como Bruce les hablaron anoche decidirá sobre este tema. Lo harán los mismos 130 que iban a hacerlo antes, y en esa negociación no ha cambiado nada.

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