Hoy los "obispos del Perú" emitieron un comunicado en el que expresaron su indignación por el último artículo del escritor Mario Vargas Llosa, en el que este supuestamente hace algo que parecía exclusivo de la Conferencia Episcopal: ofender. 

A los representantes católicos parece que no les hizo mucha gracia que MVLL los llame cavernarios por oponerse al proyecto de Unión Civil para personas del mismo sexo; se olvidaron de aquel episodio que marcaría su relación con el novelista en las elecciones de 1990, cuando al verse amenazados por el apoyo de los evangélicos a un Alberto Fujimori que crecía en las encuestas, decidieron abrazarse al candidato 'agnóstico', que había confesado haber fumado marihuana en su juventud y que, además, se había casado con su prima. Lo que se dice conveniencia pura y dura.

Un apoyo que se hizo oficial los días posteriores a la primera vuelta, cuando el cardenal Augusto Vargas Alzamora -el Cipriani de la época- llegó escondido hasta la casa de Vargas Llosa en Barranco para pedirle que por favor retrocediera en su decisión de retirarse de la contienda, para así evitar que Fujimori y los evangélicos llegaran al poder. Un episodio que el escritor cuenta en El Pez en el Agua.

"En eso, Patricia interrumpió la reunión para decirme, en el oído, que el arzobispo de Lima había venido a verme, en secreto. Estaba allí arriba en mi escritorio. Me excusé con los asistentes, y, estupefacto, subí a atender al ilustre visitante. ¿Cómo había llegado hasta aquí? ¿Cómo había pasado la barrera de periodistas y manifestantes sin ser descubierto? (...) Para que pudiera entrar sin ser reconocido, fue a buscarlo el automóvil con lunas polarizadas en que yo hacía mis desplazamientos, y lo metió directamente al garaje. 

Cuando subí al escritorio —también con las persianas bajas para evitar las miradas de la calle— allí estaba el arzobispo echando una ojeada a los estantes. La media hora o tres cuartos de hora que conversamos ha quedado en mi memoria confundida con algunos de los episodios más inusuales de las buenas novelas que he leído. (...) ¿Había sido para él una sorpresa que, en las elecciones de dos días atrás, hubieran salido elegidos, en las listas del ingeniero Fujimori, una veintena de diputados y senadores evangélicos? Bueno, sí, como para todo el Perú. (...)

Bajé a la sala e informé a mis amigos de la Comisión Política sobre la entrevista, rogándoles reserva, y bromeándoles, para descargar la tensión, sobre esas increíbles ocurrencias de ese increíble país en el que, de pronto, las esperanzas de la Iglesia Católica para hacer frente a la ofensiva de los evangélicos parecían aposentarse sobre los hombros de un agnóstico".

Es más, con un Vargas Llosa convencido ya de llegar hasta el final, el cardenal Vargas Alzamora escribió una carta abierta en la que evidenciaba la preocupación por el poder que tendrían los grupos evangélicos con la llegada de algunos de sus representantes al Congreso, tal y como lo señalaba la cobertura que hacía el diario español El País sobre el proceso electoral peruano:

"El arzobispado de Lima ha denunciado a agrupaciones de la Iglesia evangelista -muy activas el pasado mes de abril en la campaña a favor del candidato a la presidencia Alberto Fujimori- por realizar estos días una 'campaña insidiosa contra la fe católica' (...) El arzobispo de Lima y primado de Perú, monseñor Augusto Vargas Alzamora, hizo la acusación el pasado lunes a través de una carta abierta en la que afirma: 'Gracias al poder político alcanzado en las elecciones parlamentarias, estos ciudadanos que no comparten nuestra fe han manifestado su deseo de romper nuestra unidad'".

Una desesperación que los llevó incluso a organizar una procesión de El Señor de los Milagros en mayo, algo más que inusual, como si la 'amenaza' hacia la Iglesia Católica estuviera al nivel del Apocalipsis. Un hecho que resume Raúl Wiener:

"En el Perú parecían estar ocurriendo movimientos de capas tectónicas. Se enfrentaban evangélicos contra católicos, con los primeros cuestionando los privilegios de la Iglesia de Roma, y los segundos sacando al Señor de los Milagros fuera de fecha para que ayudara a ganar al agnóstico Vargas Llosa".

Hoy, sin embargo, el aliado ya no es el excandidato escritor sino los evangélicos que tanto los hacían temblar hace más de dos décadas. Vargas Llosa ha vuelto a ser el 'demonio' y la iglesia católica ha vuelto a cruzar la acera. Dados los antecedentes, ¿qué se viene después de los comunicados de la Conferencia Episcopal? Preparémonos, no vaya a ser que estemos a puertas de otro mayo con una procesión morada en las calles.

Notas relacionadas

¡Qué tal 'hostia'!

Vargas Llosa: Contra la barbarie

El comunicado medieval de la Conferencia Episcopal

El 'show' de las siete palabras 

Los otros enemigos

¿Por qué la iglesia católica se opone a la unión civil homosexual?