Se veía venir. Si había alguien a quien no le iba a hacer ni un ápice de gracia el histórico acuerdo en materia de justicia y reparación firmado hoy entre el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionas de Colombia (FARC), es a Álvaro Uribe.

El expresidente de dicho país manifestó a través de una conferencia transmitida por Twitter lo que denominó "preocupaciones iniciales sobre el acuerdo entre Gobierno y las FARC". Nueve puntos en los que el común denominador es uno solo: igualar a 'terroristas' con el resto de ciudadano.

Según Uribe, la administración de Juan Manuel Santos aceptó este miércoles "que delincuentes responsables de atrocidades no vayan a la cárcel a condición de confesar sus responsabilidades criminales".

Sostuvo que es entendible que con ello se beneficien los 'guerrilleros rasos' pero no los cabecillas, a los que solo se les establece como sanción trabajos sociales y restricciones de algunas libertades.

Criticó también que se busque aplicar mecanismos de justicia 'idénticos' para guerrilleros y miembros de las Fuerzas Armadas, señalando que los últimos quedarán "con el riesgo de tener que confesar crímenes que no cometieron o de irse a la cárcel". 

Para el también senador, con el acuerdo se iguala a la sociedad civil con el terrorismo, lo que "constituye grave afrenta a la comunidad colombiana, en este acuerdo convertida en victimaria, cuando durante 50 años ha sido víctima del secuestro y del asesinato narcoterrorista".

Finalmente criticó que no se excluya al narcotráfico y el secuestro de los denominados delitos políticos, permitiendo así que dichas prácticas "queden impunes" pese a haber sido la fuente de financiamiento para actos terroristas. Asimismo el que no se haya "exigido entrega del dinero del terrorismo para reparar a los víctimas".

Y como para no perder la costumbre, Uribe condenó que durante el acto llevado a cabo en La Habana, hubieran representantes venezolanos, a los que llamó en tono despectivos 'jerarcas de la dictadura de Venezuela', vaticinando que todos los puntos anteriores no hacen sino vaticinar un régimen parecido en Colombia.

"El Centro Democrático sigue en el compromiso de interpretar a millones de colombianos que quieren una paz estable, esto es, con justicia de verdad, que quieren una refrendación reflexiva, con las reglas vigentes, y no un plebiscito dictatorial, a millones de colombianos que nunca aceptarán el golpe de estado que se trama contra la democracia, para lo cual se aprovecha, con oportunismo sin igual, la época electoral, como sucedió en las elecciones de 2014".  

Ahora, la pregunta que cayó de madura tras la alocución del expresidente en diversos sectores de la política colombiana y los usuarios de redes sociales, es si a Uribe lo que realmente le preocupa es el futuro del país tras el acuerdo o ver que también estará a la par de ser juzgado como los cabecillas de las FARC por violaciones a los derechos humanos.

¿Aló?


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