Al parecer, la otorgación de presupuestos excesivamente elevados para reconstrucciones de escenarios deportivos y demostraciones de pedantería no es una problemática única del Perú. 

Y es que, luego de generar un desembolso por el cual los movimientos sociales comenzaron a salir a las calles, las autoridades brasileñas no saben qué hacer con los estadios de Manaos, Brasilia, Cuiabá y Natal. Los mismos corren el riesgo de convertirse en monumentos al despilfarro, al carecer de un calendario que garantice una rentabilidad regular.

Si bien es cierto el paralelismo aplicado al caso no es completo debido a que los brasileños se ven en la necesidad de contar con escenarios reglamentarios para el mundial de fútbol venidero, el hecho de gastar por gastar sin proyectarse es una mala costumbre de autoridades que priorizan las apariencias, antes de solventar las verdaderas necesidades de sus pueblos.

* Las ciudades de Manaos, Brasilia, Cuiabá y Natal son cuatro sedes mundialistas que sólo en contadas ocasiones han conseguido tener algún equipo de fútbol en la primera división, por lo que carecen de un calendario deportivo que garantice una renta regular. Sus nuevos estadios no tendrán, así, un uso deportivo redituable.

Celebrar conciertos de música, "importar" equipos de fútbol de otras ciudades e impulsar deportes extraños en estas latitudes, como el fútbol americano, son las principales ideas que han discurrido los responsables de los estadios, a cinco meses del Mundial.

Pero los escasos beneficios obtenidos hasta ahora en el único potencial "elefante blanco" que ya está operativo, el Estadio Nacional Mané Garrincha de Brasilia, ponen en tela de juicio que se pueda compensar los enormes dispendios invertidos en las obras.

El estadio de Brasilia es una coliseo monumental con aforo para 72.777 personas y que fue, de lejos, el más caro de los doce recintos construidos para el Mundial.

Su factura ascendió a 1.403 millones de reales (unos 600 millones de dólares) y fue desembolsada integralmente por el gobierno de la capital brasileña, donde los clubes locales, de reciente creación, todavía no han conseguido cultivar una hinchada.

La solución encontrada por las autoridades locales fue alquilarle el estadio a grandes equipos de Río de Janeiro y Sao Paulo, como el Flamengo o el Santos.

* Con información de EFE

Estos son los escenarios mencionados:

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