"Los pecados se perdonan, los delitos se sancionan”, afirmó el sociólogo Guillermo Nugent en el programa "Al Filo" de #LaMulaStream, conducido por Javier Torres, al referirse al tratamiento mediático y eclesiástico de las denuncias de presunto abuso en agravio de un menor contra el exarzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani.
Nugent cuestionó el énfasis en la dimensión moral y religiosa del caso, señalando que, en un Estado laico, los delitos deben prevalecer sobre los pecados.
“Si no fuéramos un Estado laico, hay cosas que serían terribles pecados, pero no delitos. Por ejemplo, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Pero vemos la cantidad de hostales en Lima y eso demuestra la laicidad en la práctica”, reflexionó el sociólogo.
Sin embargo, ante casos como el de Cipriani, la situación se invierte.
“Se le presenta como alguien que ha cometido un terrible pecado cuando, en realidad, es un delito. Para efectos de la opinión pública, primero es un delito y luego se verá si es pecado”, enfatizó.
El sociólogo también explicó la diferencia fundamental entre ambas categorías jurídicas y teológicas: “Los pecados se perdonan, los delitos se sancionan”.
Según Nugent, el discurso eclesiástico ha intentado desplazar el foco del debate hacia la noción de pecado, lo que diluye la exigencia de justicia.
“Mientras se habla de esto en términos de pecado, dicen que, bueno, finalmente se puede perdonar. No se ve el tema de la sanción. Y los delitos, en cambio, se castigan”, sostuvo.
El caso Cipriani ha reabierto un debate sobre el papel de la Iglesia en el Perú y la separación entre religión y justicia penal. La jerarquía católica ha emitido pronunciamientos en los que prima una narrativa moral sobre el arrepentimiento y la redención, pero sin referencia directa a eventuales consecuencias judiciales.
La pregunta clave es: ¿Somos o no un Estado laico? Si lo somos, lo que importa es la responsabilidad penal, no el juicio moral de la Iglesia.
[Foto de portada: Opus Dei / Flickr]
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