Escribe: Mónica Silva *
Allin Willakuykuna ha sido una experiencia de amor, cuidado, contención, alegría y dolor, de cruda realidad y vida pura. Estoy llena de miradas cómplices, abrazos, sonrisas, lágrimas, manos agarrándose para sostenerse, exhalaciones con gritos y mujeres poderosas.
Creo que la danza tiene un poder sanador, creo que el simple hecho de bailar y pasarla bien hace mucho bien, darse el permiso de disfrutar en medio del dolor. Hemos tenido un encuentro breve, pero desde un inicio la confianza estaba dada y permitió que todo fluyera con mucha naturalidad.

Si bien teníamos el objetivo de realizar una puesta en escena, creo que se supo cuidar la experiencia y ante todo pasarla bien, sin la presión de tener que hacer algo para otros lo vean.
Tengo muchos años trabajando en la danza, y en definitiva cada vez estoy más convencida de que todos tenemos algo que mover para sanar, que el movimiento es un lugar de encuentro con uno mismo, el cual nos permite la contradicción: mientras lloro puedo reír.
Ya en Lima viendo las fotos y los videos los comparto con mi familia y amigos, pero me sucede que en mi corazón hay algo que se ha sembrado, que es profundo y me conecta con un cordón invisible hasta Ayacucho, y sé que debo volver a verlas y tener el privilegio de volver a reír, llorar y bailar juntas.
* Investigadora y profesora de danza en la Facultad de Artes escénicas de la PUCP.
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