La tensión en Chile está al límite. Tras la tercera jornada de protestas en Santiago, que comenzó por el alza del precio de la tarifa del metro ─ya revocada─, y derivó en un reclamo masivo por el modelo económico que ahonda las divisiones y las brechas sociales en el país, se han reportado al menos 11 fallecidos, entre ellos un peruano, durante los incendios producidos en medio de los saqueos.

Según información de las autoridades, dos mujeres murieron en el municipio de San Bernardo, en el sur de la capital, un hombre murió en el centro de la ciudad y cinco personas perdieron la vida por las llamas en una cadena de ropa de Renca, en el nororiente de Santiago de Chile.

Este lunes se reportaron cuatro muertes más, en un estallido social que se explica en parte por el alto costo de vida, las hondas inequidades y carencias sociales, a lo que suma la desconexión de los políticos con la ciudadanía, de acuerdo con varios expertos y analistas, que habían alertado que la situación en el país era una bomba de tiempo que iba estallar en cualquier momento.

El peruano que perdió la vida fue identificado como Renzo Barboza, de 38 años, quien murió en el incendio de una tienda del supermercado Líder, según reportó la Televisión Nacional de Chile (TVN), que agregó que sus familiares lo reportaron como desaparecido. El fiscal Xavier Armendáriz, jefe de la Fiscalía Regional Centro Norte, confirmó que Barboza no era trabajador del supermercado saqueado.

De acuerdo con la versión de TVN, Barboza regresaba de una fiesta la madrugada del domingo y se sumó a las manifestaciones, pero quedó atrapado debajo de una refrigeradora y fue alcanzado por el fuego que consumió el local.

Por su lado, la Cancillería peruana publicó un comunicado en el que confirma la muerte de Barboza. "El Ministerio de Relaciones Exteriores... está siguiendo el caso en coordinación con las autoridades locales, y brindará el apoyo correspondiente a los familiares de la víctima", se lee en el pronunciamiento.

Detenidos

Entre tanto, hay más de 700 personas detenidas durante los disturbios, saqueos y enfrentamientos entre los manifestantes y la fuerza policial en diferentes ciudades de Chile, donde Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) denunció  que al menos 22 civiles fueron víctimas de uso excesivo de la fuerza. El presidente del país, Sebastián Piñera, dijo que "están en guerra".

"Presidente Sebastián Piñera, ¡no asuste a la ciudadanía! No estamos en guerra. Enfrentamos una crisis política, mal manejada por el Gobierno, cuyo tema de fondo es la desigualdad. Estas declaraciones no ayudan a crear un clima de entendimiento", replicó el senador de oposición Ricardo Lagos Weber. La clase política chilena parece desconcertada ante el fenómeno.

El propio jefe de la Defensa Nacional, general Javier Iturriaga, también tuvo que salir a calmar la crispación por las polémicas palabras de Piñera. "Soy un hombre feliz y la verdad no estoy en guerra con nadie", dijo el militar. 

Desde anoche, helicópteros sobrevuelan Santiago de Chile, que está bajo control de unos 9.500 militares. Sin embargo, en casi toda la capital se escuchó el sonido de las bocinas de los autos como protesta durante la segunda noche de toque que el Ejército decretó, pero que los ciudadanos desafiaron con protestas pacíficas o violentas.

Las protestas sociales se extendieron a otras ciudades de Chile, como Valparaíso, Biobío, Coquimbo y O'Higgins, que están también bajo el estado de emergencia, que implica restricciones a la libertad de movimiento y de reunión de ciudadanos,  como no sucedía desde la dictadura de Pinochet.

En el puerto de Valparaíso, por ejemplo, se registraron ataques a los comercios y a las estaciones del metro, así como a la sede de El Mercurio de Valparaíso, el diario de mayor antigüedad en lengua castellana, fue incendiada. 

En todo Chile la situación es crítica, aunque este domingo algunos ciudadanos han salido espontáneamente a limpiar las estaciones de metro destruidas durante las manifestaciones, según imágenes de la televisión chilena, mientras que algunas aerolíneas cancelaron sus vuelos, y supermercados y centros comerciales cerraron por razones de seguridad.

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