El presidente de Chile, Sebastián Piñera, decretó el viernes en la noche "estado de emergencia" en Santiago y puso a un militar al frente de la seguridad, tras una jornada de incendios, saqueos y choques con la policía por el aumento del precio del pasaje del metro de la capital. 

"He decretado estado de emergencia (...) y para estos efectos he designado al general de división Javier Iturriaga del Campo jefe de la defensa nacional, de acuerdo a lo establecido en nuestra legislación respecto del estado de emergencia", afirmó el mandatario, en un mensaje en Palacio de La Moneda.

"El Gobierno convocará a un diálogo transversal para que los más necesitados tengan la ayuda que necesitan", añadió el jefe de Estado.

El caos y los disturbios se tomaron este viernes gran parte de Santiago, donde se registraron enfrentamientos, incendios y ataques al ferrocarril metropolitano, en protesta por el alza de tarifas que obligó a cerrar todas las estaciones del metro.

El caos y la violencia se apoderaron de santiago este viernes. (afp)

Los incidentes empezaron desde temprano y se multiplicaron al caer la noche. El edificio de la compañía eléctrica Enel y una sucursal del Banco Chile, ambos en el centro de Santiago, y varias estaciones del metro de Santiago fueron quemados.

Así luce este sábado el edifico de enel en santiago. (AFP)

Por ello, el Gobierno restringió la libertad de reunión y de movimiento, y sacó a los miembros del Ejército a las calles de la capital chilena, que amaneció militarizada.

Una de las estaciones del metro que fue quemada por manifestantes. (AFP) 

Las protestas por el alza del precio de la tarifa del metro de Santiago derivaron en acciones vandálicas como no se veían en décadas en Chile. 

Actos vandálicos se replicaron en monumentos públicos, bancos, supermercados y universidades. (AFP)

Las protestas estallaron poco después de que Piñera presumía que su país era una especie de "oasis" en América Latina, pero la realidad era otra, y ahora las revueltas han desbordado a las autoridades. 

La red de metro de Santiago de Chile, que transporta diariamente a 2,8 millones de personas y uno de los mayores símbolos del país de orden y buen funcionamiento, se convirtió en el escenario de una batalla campal sin precedentes.

Desde la inauguración del sistema de transporte público Transantiago, en el 2007, el precio del pasaje subió en una veintena de veces. Hace 12 años, antes de que el servicio sea rebautizado como Red Metropolitana de Movilidad, tenía un valor de 420 pesos (0,59 dólares) y con la última alza pasó de 800 a 830 (1,13 a 1,17 dólares), lo que desató las protestas.

Las protestas por el alza de precios en el metro reflejan un descontento profundo que resulta difícil de analizar, según expertos, a diferencia del 2011, cuando se dieron las revueltas de los estudiantes por una clara agenda de cambios, lo que constituye un reto para el gobierno de Piñera.

Sociólogos como Eugenio Tironi sostienen que se observan elementos similares a la protesta de los chalecos amarillos en Francia; es decir, los ciudadanos de clase media golpeados por el alto costo de vida y que tienen dificultades para llegar a fin de mes, transgreden masivamente normas y logran colapsar el sistema policial y legal. 

Lucía Dammert, analista política y académica de la Universidad de Santiago, sostiene que los jóvenes de menos de 25 años se rebelan ante las injusticias y brechas sociales porque están cansados de ver a sus padres y abuelos trabajar solo para sobrevivir.