Este domingo se inauguró en el Vaticano el Sínodo sobre la Amazonía con la participación de 185 obispos procedentes de la región panamazónica (Antillas, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), quienes compartirán durante tres semanas con expertos, misioneros e indígenas en las reuniones convocadas bajo el lema “Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”. 

Todavía con las alarmantes noticias sobre los incendios forestales y demás amenazas que se ciñen sobre las comunidades nativas amazónicas como los derrames de petróleo, la tala ilegal, la minería ilegal, extensiones de monocultivos y tráficos de tierras, el papa Francisco quiere que su iglesia reflexione sobre la ‘ecología integral’. Se trata de una reunión sin precedentes para discutir el destino de los bosques tropicales amazónicos y la obligación moral del mundo de protegerlos; una nueva oportunidad –además– para instar a los católicos y a las personas de todas las religiones a tomar medidas significativas para prevenir y enfrentar el cambio climático (lo que ha hecho desde el inicio de su cargo). Y, claro, la intención también es identificar nuevos caminos para la evangelización, especialmente de los indígenas.

Hasta el 27 de octubre los diálogos se centrarán en el documento Instrumentum laboris, publicado por el Vaticano en junio pasado y que contiene 147 puntos divididos en 21 capítulos, separados por tres partes que abordan los siguientes asuntos: ‘La voz de la Amazonía’, la ‘ecología integral: el clamor de la tierra y de los pobres’ y la Iglesia ‘con rostro amazónico y misionero’. Un documento que algunos consideran polémico. 

Más que un encuentro católico

Este evento –convocado el 15 de octubre de 2017– ha generado expectativas al interior de la iglesia Católica y también entre organizaciones civiles, pues en medio de las amenazas indicadas contra la Amazonía y sus habitantes, por un lado, y la tendencia global a discutir la sostenibilidad del planeta, por el otro, se entiende el interés de Francisco por desarrollar e ir más allá de lo planteado en la 'encíclica verde' (Laudato Sí). Además, se discutirá algunos temas controvertidos, incluida la ordenación de sacerdotes casados ​​en el Amazonas y otorgará más responsabilidades oficiales de la iglesia a las mujeres. 

Sin embargo, también hay puntos de vista no favorables a este Sínodo (entre ellos el de Jair Bolsonaro). Algunos líderes conservadores dentro de la iglesia han criticado al Papa por incorporar conceptos espirituales indígenas en sus declaraciones, pues dicen que van en contra de la teología de la iglesia Católica. 

Hay quienes afirman que sus pronunciamientos centrados en el clima se desvían de la doctrina de la iglesia. "Cuando la iglesia adopta esta actitud ambientalista, realmente está adoptando la agenda izquierdista", señaló recientemente Ricardo da Costa, profesor de historia de la Universidad Federal de Espírito Santo que asesora a la agencia de educación de Bolsonaro, al Servicio de Noticias Religiosas. "El clero debería preocuparse por salvar las almas de las personas, no por salvar los árboles", remarcó.

A ellos ha respondido el cardenal peruano Pedro Barreto. “Hay quienes piensan que el Sínodo Amazónico afectará a la doctrina de la Iglesia. En realidad, ellos están más preocupados por el contenido de la fe que por las personas que desean vivir el encuentro personal y comunitario con Cristo”, dice. 

Y señala que quienes detentan el poder económico y los políticos se unen a ese pequeño grupo de católicos para alejar a la misión de los pobres y excluidos de la sociedad. Esto es, criticar a quienes desde la Iglesia pretenden cuidar la casa común desde el gran bioma que es la Amazonía y de las culturas ancestrales que se han desarrollado allí.

“Los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman la especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente” (Laudato Sí Nº 54)


Los pueblos originarios al centro del Sínodo 

La Amazonía conserva el mayor bosque tropical del planeta que purifica el dióxido de carbono limpiando la atmósfera, posee la mayor cantidad de agua dulce del mundo. “En el número 38 de la Laudato Sí se subraya la importancia de la Amazonía como pulmón para toda la humanidad. Por tanto, si tiene efectos positivos para el planeta y si la Amazonía es un espejo de lo que sucede en el mundo y en la humanidad, entonces es lógico y evangélico hacer un Sínodo Amazónico. Por otro lado, los habitantes de la Amazonía se están convirtiendo en el centro de las preocupaciones pastorales de la Iglesia”, explica Barreto.  

Cuando Francisco estuvo el año pasado en Madre de Dios fue muy bien acogido por las poblaciones originarias amazónicas, quienes lo ven como un aliado y como alguien que les presta atención, a diferencia de políticos y empresarios. “Los indígenas se sienten parte de una Iglesia que no solamente los escucha, sino que los tiene en cuenta y los acompaña. Una expectativa de este Sínodo es reforzar este entusiasmo de los indígenas del mundo. Otro aspecto importante es que la Iglesia se sienta unida por los efectos del cambio climático que ya lo estamos experimentando con fuerza y este Sínodo será el espacio para poder trabajar juntos y podrá hacer un diálogo entre todos”, detalla el cardenal.

“El gemido de la hermana tierra se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos” (Laudato Sí Nº 53)   

Mientras que los líderes católicos han dicho que el cambio climático representa una amenaza para la humanidad, Francisco es el primero en hacer del cambio climático un tema central. Y con ello el respeto por las sociedades originarias. “Hay muchas culturas ancestrales y diversas tradiciones, pero existe una unidad en el respeto a la vida, en el respeto a la creación de Dios y en definitiva como dijo el Papa Francisco tenemos que aprender de los indígenas”, añade Barreto. 

“El Papa nos ha dicho que este Sínodo no es para hacer programas sociales, sino para escuchar a los pueblos indígenas, escuchar sus demandas y escuchar la problemática amazónica y ver de qué forma la Iglesia puede acompañar a los pueblos indígenas ante tantos problemas que estamos pasando”, señala Yesica Patiachi Tayori, representante harakbut y asistente al evento que se desarrolla en Roma, y una de las oradoras principales cuando Francisco estuvo en Madre de Dios.

Ella aún tiene vivo el recuerdo de ese momento de 2018, y considera que esta vez los amazónicos le devuelven la visita al pontífice. “La presencia de los pueblos amazónicos es bastante significativa, no podría ser un Sínodo Amazónico sin la participación de los pueblos indígenas”, anota.

La profesora bilingüe indica que en el Sínodo “es importante plantear los problemas que se están viviendo y que los venimos viviendo desde hace tiempo los pueblos amazónicos; sabemos que el Sínodo no va a resolver los problemas medioambientales que estamos sufriendo en toda la Amazonía, pero es un punto álgido que pone en la vitrina del mundo y se puedan escuchar estas problemáticas de los pueblos amazónicos, ya que son pocos los espacios que se nos brinda y gracias al Papa tenemos este espacio del Sínodo en el cual nos pone al centro y nos quiere escuchar, quiere reflexionar”.

En opinión de Gregorio Díaz, coordinador general de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), uno de los invitados al Sínodo, esta es una gran oportunidad para que las voces de los amazónicos sean escuchadas en un escenario tan grande. “No vamos al Sínodo esperando soluciones, sino más bien a proponer, inventar, unir visiones, acciones y habilidades, fortalecer nuestras fuerzas y exponer la realidad en que viven los pueblos indígenas”, resalta.

No dejó de recordar los otros problemas por los que atraviesa la Amazonía y que ponen en peligro su existencia como la devastación por las llamas, las empresas extractivas, la minería, la ganadería, la soya y otros que en su conjunto ponen en peligro la vida de los pueblos indígenas, tal es el caso de los 66 pueblos en aislamiento voluntario y los más de 500 pueblos originarios que luchan diariamente por la defensa de su territorio.

“Somos parte del bosque y de la biodiversidad, y en el Sínodo hablaremos como parte del mundo natural. Nuestro propósito es que la iglesia Católica y sus aliados nos escuchen y se unan a nosotros y a nuestras acciones y propuestas. Queremos que la Iglesia Católica forme parte de los bosques", señala. 

Por su parte, Victoria Tauli-Corpuz, relatora especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, saluda que la iglesia se esté involucrando más profundamente en la protección de los pueblos indígenas, "que son actores clave en la lucha global contra el cambio climático y son los mejores guardianes de la tierra". Para ella, este Sínodo es una suerte de reconocimiento de los derechos de la naturaleza. "Si bien muchas de las principales religiones mundiales se han pronunciado sobre el cambio climático, pidiendo a sus miembros que adopten políticas y posiciones que aborden la crisis climática, algunas cabezas no lo han hecho". Por ello resalta que el Papa Francisco encabece esta convocatoria. 

Para Bill Bradlee, director de Interfaith Power and Light, un grupo que organiza congregaciones de todas las religiones para trabajar en el cambio climático, el Sínodo es innovador. “Este tipo de enfoque en la biodiversidad, en las culturas indígenas, por parte del Papa, es muy significativo e impactante en todo el mundo", dice. 

Papa activista. A principios de este año, Francisco se reunión con altos ejecutivos de las compañías petroleras más grandes del mundo y señaló que esperaba que el mundo se vaya alejando de los combustibles fósiles. También declaró una "emergencia climática" y reiteró las advertencias de los científicos: el tiempo se acaba. Ha discutido públicamente los objetivos consagrados en el acuerdo climático de París y las posibles estrategias para cumplirlos, incluidos los sistemas de tope y comercio y los impuestos al carbono.

Las expectativas en torno a este evento se mantienen. Habrá polémica, celebraciones y críticas. Estaremos atentos. 


Fotos: Arzobispado de Lima


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