El expresidente Alan García Pérez falleció este miércoles debido a la gravedad de la herida de bala que se autoinflingió en su vivienda, cuando iba a ser detenido por el caso Odebrecht, informaron dirigentes apristas. 

"Compañeros, ha fallecido Alan García. ¡Viva el Apra!", exclamó Ricardo Pinedo, quien es secretario personal del ex jefe de Estado, en los exteriores del hospital Casimiro Ulloa, donde fue trasladado de emergencia el político aprista. 

Luego, el mismo hospital lo confirmó en un comunicado.


García Pérez se disparó en la habitación de su residencia en Miraflores, luego de que llegaron hasta ahí, a primera hora de este miércoles, los agentes de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad de la Policía. 

El congresista aprista Mauricio Mulder calificó como "acto de honor" la decisión de Alan García de quitarse la vida frente a lo que consideró "una persecución fascista" y "enfermiza" de parte de un sector del Ministerio Público y los enemigos políticos del exlíder aprista.

Según relató el ministro del Interior, Carlos Morán, en conferencia de prensa, el expresidente, al ser notificado de la orden judicial de detención preliminar por 10 días en su contra, pidió hacer una llamada telefónica a su abogado. Luego de ello, ingresó a su habitación y cerró la puerta. Al poco rato, los agentes escucharon un disparo. Morán subrayó que la intervención cumplió todos los protocolos de ley, es decir que, "previa identificación", los agentes y el fiscal Henry Amenábar ingresaron al inmueble.

"La intervención de la policía se ha apegado a protocolos establecidos apoyando en una diligencia judicial dictada por un juez en un caso emblemático como Lava Jato".

Los agentes tuvieron que forzar la puerta de la habitación y encontraron a García Pérez con una herida de bala en la cabeza. Por ello, procedieron inmediatamente a trasladarlo al hospital Casimiro Ulloa, a solo 600 metros de su domicilio, en donde sufrió tres paros cardiorespiratorios durante la intervención quirúrgica a la que fue sometido. No resistió.

En la víspera, en una entrevista, el mismo exmandatario reiteró que no temía ir preso, al comentar los millonarios pagos ─más de US$ 4.5 millones─ que su exsecretario personal Luis Nava Guibert recibió de la empresa Odebrecht a través del esquema encriptado de la Caja 2 que usaba la constructora para ocultar los sobornos, pero trató de desentenderse. "De ninguna manera tendría conocimiento de ningún acto ilícito", dijo en Canal N. 

Era inminente que ante las contundentes evidencias que la misma Odebrecht le dio a la fiscalía sobre esos pagos, el despacho del fiscal José Domingo Pérez Gómez, a cargo le caso, pediría la detención de Nava Guibert, quien convenientemente se se internó en una clínica local el lunes último, y probablemente la de Alan García, como en efecto ocurrió.

Las sospechas de la fiscalía crecen y son fundadas, porque tanto el exsecretario de Palacio como Miguel Atala, quien fue vicepresidente de Petroperú en el último gobierno aprista y que fungió de testaferro de Nava Guibert para encubrir los pagos de Odebrecht, no tenían ninguna relación ni poder de decisión en proyectos como el Metro de Lima o la Interoceánica Sur, en los que Odebrecht pagó coimas, por lo que el equipo Lava Jato cree que ellos no son en realidad los destinatarios finales del dinero sucio de la constructora. A ambos solo los une unía larga y muy cercana amistad con el ahora fallecido expresidente García.

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