Santiago Aparicio / EFE
Desde Saranks, Rusia
La invasión de seguidores peruanos a la ciudad de Saranks disfrazó las gradas del Mordavia Arena con los colores rojo y blanco, la indumentaria que distingue sobre el césped a los incas.
Desde hace dos días Saranks, una ciudad pequeña ubicada a 600 kilómetros de Moscú, recibe aficionados de Perú, que masivamente se han desplazado a Rusia para disfrutar del retorno a un Mundial, 36 años después, de su selección.
No ha reparado en gastos el hincha peruano. Perfectamente identificable, presumido por las calles con su camisa enfundada y la alegría al cuerpo, transita por las avenidas de una localidad que, por una vez, se amolda a los reclamos del fútbol de alto nivel.
Elegido por Panamá como su cuartel general durante el torneo, Perú arrebató el protagonismo al combinado canalero, que lleva en Saransk más de una semana. Será Perú, junto a Dinamarca, el primero que salte al césped del Mordovia Arena para oficializar la elegancia de un estadio remozado para la ocasión y que espera a más de 40.000 seguidores en cada uno de los cuatro partidos que ha fijado la organización.
Será esta ciudad rusa, capital de la república de Mordavia, la que contemple el furor de hinchada de la blanquirroja, con miles de seguidores.
De los más de 50.000 aficionados desplazados desde Perú a Rusia, cerca de 30.000 han llegado a Saransk en la últimas horas. La mayoría en avión, en un trayecto próximo a los noventa minutos.
Un avión tras otro salía en las últimas horas del aeropuerto de esta localidad. Un aeródromo pequeño preparado solo para vuelos nacionales y sin hábito de manejar las exigencias de acontecimientos de este estilo.
La otra gran parte del grueso de aficionados alcanzó la ciudad en tren. Llegaron a horas intempestivas y buscaron como pudieron acomodo en la ciudad. Nada como un momento histórico para el país. El retorno a una Copa del Mundo.
Perú dio color a Saransk. La llegada de la hinchada al Mordavia Arena fue incomparable. Una riada de personas presas del entusiasmo se agolparon en la pasarela del río Insar, que termina en el estadio. Poco a poco fueron inundando las gradas de color naranja y blanco con los suyos característicos. Con muchos minutos de antelación los peruanos ya estaban de fiesta.
"Lo que el hincha peruano transmite es increíble. Verlos en todas partes donde vamos es un espectáculo. Nos dan una energía muy particular. Creo que hicieron un gran sacrificio todas las clases sociales y un gran esfuerzo y espero que lo podamos llegar a retribuir de la mejor manera. Es algo para ver y ojalá no se lo pierdan", advirtió el preparador de la selección el argentino Ricardo Gareca antes del encuentro.
Fue el particular espectáculo del fan de Perú, masivamente superior al danés. Dinamarca también tuvo apoyo. Nada que ver con el calor que desprende su rival. Resignado el danés a su inferioridad en la grada.
Perú es corazón. Muchos de sus fieles retornarán al país al término del choque de Saransk. Los ahorros no han dado para más y la misión está cumplida. Ahora queda su selección, en Rusia, al amparo del resto y a su devenir sobre el terreno de juego.
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